"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

El edificio Yacobián

Desayuno en Urano

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El edificio Yacobián
Alaa al Aswany
Ediciones Maeva

Empezamos el año con un libro exótico, que ya ha dado lugar a versión cinematográfica. Uno de los más vendidos de los últimos años en el mundo árabe.

Me da la sensación de que Alaa al Aswany, dentista con consulta en el edificio Yacobián metido a escritor, ha abierto un melón y lo ha dejado al aire a ver qué pasa. Ese es el fascinante poder de la literatura, el de conseguir al menos hacer visibles algunas de las cosas de las que nadie habla. La homosexualidad, el adulterio, el aborto, las drogas, la prostitución, la corrupción, la represión policial, el terrorismo o el integrismo religioso forman parte de manera natural de la vida de los habitantes de un inmueble de El Cairo, que por vicisitudes de la vida ha quedado convertido en dos zonas: la de apartamentos y la de infravivienda en la azotea.

Como si del capítulo piloto de una teleserie se tratara, el autor nos presenta a una serie de personajes que, dada la brevedad de la novela, evolucionan rápidamente casi sin darnos cuenta y se precipitan hacia un abrupto final: Zaki Bey, el mujeriego, alcohólico y cosmopolita que odia a Nasser, Busayna Sayed, la joven dependiente (y prostituta) exnovia de Taha que descubre el amor cuando menos lo espera, Hatem Rachid, el periodista homosexual que busca en los jóvenes soldados el recuerdo de su criado nubio y pasa las tardes en un bar de ambiente gay del mismo edificio, Hagg Ezzam, el empresario corrupto, y Taha Shazli, el hijo del portero (en plan azuloscurocasinegro, casi se podría decir que es el mismo personaje) que se interna en las peligrosas aguas del islamismo radical y tras ser violado ¡diez veces! en comisaría acaba de la forma que todo lector se teme.

Si bien hay determinadas frases con las que uno no puede estar más en desacuerdo (y que en ningún caso pueden interpretarse como la opinión del autor, que desconozco) la virtud de El edificio Yacobián es la de poner sobre muchas mesas (recordemos que se han vendido miles de ejemplares) todos los tabúes y contradicciones de la sociedad egipcia actual.

No es El cuarteto de Alejandría, pero es un buen libro.

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