"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Demandan por fraude a la organización que prometió «curarles» de su homosexualidad

Cuatro hombres gays han demandado a JONAH (Jews Offering New Alternatives for Healing), una organización estadounidense que promete a judíos homosexuales que no aceptan su propia orientación sexual «curarlos» y convertirlos en heterosexuales a través de las denominadas «terapias reparadoras» de la homosexualidad. Un conjunto de prácticas que ya han sido denunciadas por prestigiosos organismos internacionales, tanto por su ineficacia como, sobre todo, por sus efectos potencialmente graves sobre el bienestar mental.

Sheldon Bruck, Chaim Levin, Benjamin Unger y Michael Ferguson comparten historias similares. Siendo muy jóvenes recurrieron a los servicios de JONAH para conseguir modificar su orientación sexual. Allí fueron sometidos a diversos tipos de «terapia», que incluyeron desnudarse en sesiones de grupo, golpear con una raqueta de tenis una efigie representando a la figura materna, acudir a baños públicos para verse desnudos rodeado de «figuras paternas» o recrear escenas de humillación homófoba en vestuarios. Sheldon Bruck, por ejemplo, resistió solo cinco sesiones, ante lo cual su «consejero» en JONAH, Thaddeus Heffner, le reprochó no trabajar lo suficiente para cambiar su orientación y culpó a sus padres del fracaso (a su padre, por ser «demasiado distante», a su madre, por ser «demasiado cercana»). Otros, como Chaim Levin, acudió a «terapia» durante 18 meses. Sus padres se la costearon aconsejados por su rabino. Un coste nada despreciable: unos 10.000 dólares al año.

Ahora los cuatro hombres han planteado una demanda contra JONAH ante un tribunal de Nueva Jersey. Lo han hecho, además, desde un planteamiento jurídico «consumerista»: argumentan que se trata de un fraude, ya que se les prometió un resultado que era imposible alcanzar, de acuerdo a la evidencia cientifica, y que se les sometió además al riesgo de sufrir graves secuelas psicológicas, como ansiedad, depresión y conductas autodestructivas. Se trata, de hecho, de la primera demanda de este tipo que se plantea ante los tribunales estadounidenses.

«Terapias» reparadoras: no solo inútiles, también peligrosas

Argumentos, desde luego, no les faltarán a los demandantes. De acuerdo a la evidencia científica disponible, ninguna terapia se ha mostrado efectiva para cambiar la orientación sexual de una persona, pudiendo resultar además peligrosas, tal y como ya han denunciado organizaciones como la Asociación Americana de Psicología (APA) o la Asociación Médica Británica. También se han pronunciado contra este tipo de “terapias” la Asociación Médica Americana, la Asociación Americana de Psiquiatría, la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales, la Asociación Americana de Counseling, la Academia Americana de Pediatría o la Asociación Americana para la Terapia Matrimonial y de Familia.

La APA, tras una completa revisión de la evidencia científica disponible, concluyó que como mucho algunos estudios sugerían que «algunas personas aprenden a inhibir sus sentimientos homosexuales”. Esos estudios, además, no evaluaban ni la duración de tales efectos ni sus riesgos sobre la salud mental. La APA encontró además que muchos estudios son sesgados, metodológicamente inadecuados y no evaluan el impacto potencial de estas intervenciones. La APA alertó de que entre los daños que pueden causar se encuentran la depresión y la ideación suicida.

La APA también se pronunció sobre la problemática que suponen las personas homosexuales que movidas por su fe religiosa acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, aconsejando ser honestos sobre la ineficacia de estas intervenciones. La APA considera que el objetivo en estos casos debe ser favorecer la aceptación de la propia realidad sin imposiciones. Judith Glasshold, presidenta del comité de expertos de la APA que en su momento hizo la revisión, sugirió como posibles estrategias insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad; sugerir el acercamiento a confesiones religiosas inclusivas y, en los casos más extremos, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación (se puede consultar el informe completo de la APA -en inglés y en formato PDF- pinchando aquí, y conocer su posición oficial respecto a cómo abordar la problemática que supone la incomodidad con la propia orientación sexual aquí).

Por lo que se refiere a medidas legislativas, el estado de California se convirtió hace unos meses en el primero en prohibir por ley la aplicación de este tipo de procedimientos a menores de edad.

¿Ex-gays?

Ello no impide que sobre todo desde sectores de la derecha religiosa estadounidense se de continuamente cancha a organizaciones de «ex-gays», personas homosexuales que supuestamente han «conseguido superar» su orientación homosexual y que promocionan este tipo de terapias.

Pero incluso entre este sector se producen cada cierto tiempo sonadas disensiones, como la de Alan Chambers, presidente de Exodus International, que hace pocos meses admitió que pese a seguir considerando las relaciones homosexuales pecaminosas no es posible «cambiar» la orientación mediante terapia, y que él mismo sigue sintiendo atracción por otros hombres.

Comentarios
  1. Gabriele

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