"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Michelle Demishevich, primera reportera transexual en la historia de la televisión turca

Su nombre es Michelle Demishevich y es la primera mujer transexual que ejerce como reportera en una televisión turca. Todo un ejemplo de valentía y visibilidad en un país en el que la vida de las personas LGTB, y muy especialmente la de las mujeres trans, no es precisamente un camino de rosas.

Michelle, que tomó su nombre de la famosa canción de los Beatles, estudió Periodismo y de hecho trabajó como periodista antes de salir del armario transexual, cuando su identidad social era todavía masculina. Pero cuando en 1999 dió el paso y se visibilizó comenzaron las dificultades. En este tiempo ha trabajado en night clubs, como asistente artística, como oficinista… Mientras tanto ha mantenido un espíritu activista que la llevó a implicarse en política y ser por ejemplo una de las fundadoras del Yesiller ve Sol Gelecek Partisi, un partido político que agrupa a ecologistas y militantes de izquierda.

Hace unas semanas, tras participar como invitada en varios programas, el canal turco IMC TV le ofreció incorporarse como reportera. Al principio Michelle Demishevich rechazó la oferta, pero desde el canal insistieron, y desde hace un mes forma parte de su plantilla. Los primeros días fueron muy duros, según ella misma ha reconocido. Ha sufrido incompresión y rechazo por parte de algunos compañeros, pero aún así se ha sobrepuesto y no está dispuesta a renunciar. «Si sufro discriminación en el trabajo lloro por la noche, pero a la mañana siguiente vuelvo. No me importa. Ya he sufrido bastante por mi identidad. Si he llegado a este punto es para seguir luchando. Nada me va a derribar. He aprendido a dejar de tener miedo», afirma, orgullosa y segura de sí misma. «El activismo no es solo marchar con banderas por las calles. Mi activismo es también trabajar como reportera cuando otras personas transexuales solo son retratadas negativamente por los medios», explica.

Un país en el que reina una enorme transfobia social

No ha pasado ni un mes desde que informamos de la muerte de una mujer transexual en Estambul como consecuencia de la violencia policial. Y es que la situación de estas mujeres en Turquía es especialmente difícil. Es cierto que las personas transexuales pueden acceder desde 1988 al proceso de reasignación sexual y modificar su situación registral, pero la transfobia social es elevada. En muchos casos las mujeres transexuales son repudiadas por su familias y obligadas a ejercer la prostitución. A diario son detenidas bajo la acusación de alteración del orden público y llevadas a comisaría donde frecuentemente son víctimas de violencia policial (otro ejemplo de ello fue la agresión a un grupo de activistas del colectivo Pembe Hayat, que recogimos en 2010). Una encuesta hecha a 104 mujeres transexuales reveló que el 89% de ellas habían sido víctimas de violencia en dependencias policiales. Turquía ocupa el primer lugar entre los 47 países miembros del Consejo de Europa, y el séptimo lugar en el mundo, por el número de homicidios motivados por el odio transfóbico.

Pero no solo las personas transexuales se enfrentan a un entorno hostil. Pese a haberse reforzado notablemente (son cada vez más, por ejemplo, las personas que toman parte en las celebraciones del Orgullo de Estambul), la comunidad LGTB turca vive un momento complejo desde el punto de vista político y social (el pasado verano dedicábamos una extensa entrada al tema), y el país nos proporciona malas noticias con regularidad. En las últimas semanas nos hemos hecho eco por ejemplo del caso del joven activista LGTB secuestrado por su padre -coronel del Ejército turco- y sus tíos, así como de la decisión del gobierno de Ankara de revertir las acogidas de niños turcos por parejas del mismo sexo en otros países.

Turquía ocupa uno de los últimos lugares en Europa en materia de derechos LGTB, como puso en evidencia el último informe anual publicado por ILGA Europe. Formalmente las relaciones homosexuales no han sido nunca delito, pero persisten leyes que castigan el “escándalo público” y que pueden ser utilizadas contra de las personas LGTB. Además, hace unos meses el gobierno turco rechazó incluir la orientación sexual y la identidad de género dentro de los artículos referidos a la igualdad en la nueva Constitución. En noviembre el Tribunal Europeo de Derechos Humanos señalaba la terrible situación de los presos LGTB, al sentenciar que el país había violado los artículos de la Convención Europea sobre los Derechos Humanos contra la tortura y la discriminación. Ese mismo mes hablamos del nuevo código disciplinario del Ejército turco, que incluye expresamente la “intimidad antinatural” (refiriéndose e la homosexualidad) como una falta castigada con la expulsión.

La censura y la discriminación siguen siendo además una realidad: además de los terribles crímenes de honor -como el asesinato de R.A., un adolescente homosexual, a manos de su propio padre; el de Ramazan Çetin, otra mujer transexual, a manos de su propio hermano, o el del estudiante gay Ahmet Yildiz, también a manos de su padre- en dosmanzanas nos hemos ocupado de casos como el del despido de un árbitro de fútbol que se declaró homosexual, de la censura de páginas web y de intentos de ilegalizar asociaciones LGTB. En un informe sobre Turquía presentado en abril del año pasado, el Parlamento Europeo manifestó “su honda preocupación por la persecución constante de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales sobre la base de la ley de delitos menores y de las disposiciones relativas a la ‘conducta inmoral’”. En junio recogimos también la grave sentencia del Tribunal Supremo turco que afirmó que sexo anal y oral son “antinaturales” y los comparó a la tortura, la violencia sadomasoquista, la zoofilia y la necrofilia. Además, el Gobierno turco ha permitido a políticos de primera línea hacer declaraciones homófobas. Es el caso, por ejemplo, de la ministra de Mujer y Familia Aliye Kavaf, que en 2010 calificó a la homosexualidad de “trastorno que necesita ser tratado“.

Terminamos esta entrada con un buen sabor de boca: un vídeo que muestra a Michelle Demishevich en pleno trabajo como reportera. Le deseamos la mayor suerte del mundo y esperemos que su ejemplo de visibilidad sirva además para mejorar la situación de las mujeres transexuales en su país…

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