"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

La lección de Indiana o cómo la presión social consigue dar la vuelta a una ley homófoba y convertirla en una norma antidiscriminatoria

Dicho y hecho. La intensa reacción social contra la aprobación por el estado de Indiana de una ley que daba carta blanca para discriminar a las personas LGTB aduciendo motivos religiosos, de la que dimos cuenta hace unos días, se ha traducido al final en la aprobación de un añadido de carácter antidiscriminatorio. Algo parecido ha sucedido en Arkansas, otro estado que acaba de aprobar una ley similar, que el gobernador se había negado a sancionar en su versión original. En paralelo, las peticiones de boicot a Indiana están siendo ya retiradas. Sí algo ha puesto de manifiesto lo sucedido, según numerosos observadores, es la absoluta falta de capacidad del Partido Republicano para sumarse al cambio social que está teniendo lugar en Estados Unidos en materia LGTB.

Lo comentábamos en nuestra anterior entrada dedicada a Indiana. «Arreglen esto ya”, era la petición que ocupaba hace justo una semana la portada de Indianapolis Star, el diario local más importante del estado, expresión de la gran inquietud generada ante la reacción social contra la ley y las amenazas de boicot que amenazaban con afectar seriamente la economía del estado, y que de hecho han dejado muy tocada su imagen. El gobernador Mike Pence anunciaba la inmediata aprobación de una norma adicional que clarificaría los límites de la ley e impediría la discriminación en la prestación de servicios a personas por motivos de orientación sexual. Así ha sido. La nueva norma, elaborada y aprobada con carácter urgente el pasado jueves, establece que la legislación de protección a la libertad religiosa no permite a ningún proveedor de servicios discriminar a clientes por motivos de raza, color, religión, origen, edad, discapacidad, sexo, orientación sexual o identidad de género. Quedan excluidas, eso sí, las iglesias u organizaciones religiosas, así como los clérigos de las diferentes confesiones en el ejercicio de su actividad ministerial. Mike Pence la firmaba inmediatamente tras ser aprobada.

Algo parecido -aunque no exactamente igual- sucedía en Arkansas, donde el gobernador Asa Hutchinson ni siquiera había firmado la primera versión de la ley a la espera de que fuese enmendada. Finalmente la legislatura del estado aprobaba una segunda versión que, sin incluir expresamente una normativa antidiscriminatoria, establece claramente que la ley debe ser interpretada en el mismo sentido la legislación federal de protección de la libertad religiosa (que data de 1993) y de acuerdo a la jurisprudencia previa en ese sentido, lo que en la práctica supone que la situación sigue más o menos como hasta ahora.

Un mal trago para los republicanos

En definitiva, dos derrotas significativas para los grupos homófobos, siendo especialmente dolorosa para ellos la de Indiana, donde el resultado final ha sido precisamente el opuesto al inicialmente deseado: la aprobación de una normativa expresamente antidiscriminatoria con mención a la orientación sexual y a la identidad de género.

Dos derrotas, por otra parte, que han supuesto cierta convulsión interna en el Partido Republicano, obligado a ceder ante la presión social en dos estados cuyas legislaturas controla con cómodas mayorías absolutas. Especialmente significativo resulta el contraste entre los posicionamientos favorables a la redacción inicial de la ley de Indiana por parte de los políticos republicanos en activo, sujetos a la influencia de las bases más conservadoras del partido (como el candidato presidencial Ted Cruz, abiertamente homófobo, y el también más que probable candidato Jeb Bush) frente a las críticas de otros políticos republicanos que ya no tienen nada que perder, como es el caso del exgobernador de California, Arnold Schwarzenegger, que considera que su partido tiene mucho «que aprender» de lo sucedido.

«Si el Partido Republicano quiere que la próxima generación de votantes escuchen nuestras ideas y soluciones a los problemas reales, tenemos que ser un partido abierto e inclusivo, no un partido de divisiones. Tenemos que ser el partido del gobierno limitado, no el partido que legisla sobre el amor. Tenemos que ser el partido que se posiciona a favor de la igualdad y contra cualquier forma de discriminación. Tenemos que ser el partido que en su momento atrajo a este inmigrante austriaco», ha declarado Schwarzenegger.

Indiana busca ahora restañar las heridas

El estado de Indiana, entretanto, busca restañar las heridas. Mientras que los promotores de las iniciativas de boicot van retirándolas tras la reforma antidiscriminatoria, las agencias locales de turismo insisten en que todo el mundo «es bienvenido» en Indiana. Numerosos establecimientos, de hecho, han colocado pegatinas en su entrada con la leyenda «este negocio atiende a todo el mundo», como parte de la campaña Open for Service contra de la discriminación.

A quien no habrá gustado demasiado la marcha atrás de los republicanos de Indiana es a los propietarios de una pizzería de la localidad de Walkerton, que no dudaron en declarar a los medios de comunicación que acogiéndose a la ley, tal y como originalmente fue aprobada, se negarían a servir pizzas a celebraciones de boda entre personas del mismo sexo. Si lo que buscaban era su minuto de fama -servir pizza de encargo en una celebración de boda no parece un servicio habitual, ni siquiera en Indiana- desde luego lo han conseguido, siendo noticia a nivel nacional y movilizando incluso a su favor a miles de homófobos que han recaudado más de 800.000 dólares de ayuda para el negocio…

Sea como sea, hay varias lecciones que podemos extraer de lo sucedido en Indiana. En primer lugar, que los sectores mas reaccionarios no descansan nunca en su lucha por perpetuar la discriminación de las personas LGTB, más allá de la batalla por el matrimonio igualitario. En segundo lugar, que la movilización social sigue siendo un instrumento eficaz que no debe dejarse de lado, incluso en contextos políticos en teoría favorables (los homófobos no lo hacen). Por último, no conviene olvidar que sin el posicionamiento de algunas de las más importantes empresas de los Estados Unidos es dudoso que se hubiera ganado esta batalla: parece claro que el movimiento LGTB debe mantener viva su capacidad de generar sinergias a todos los niveles.

Comentarios
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