"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Ultimátum a la Iglesia Evangélica Española por su aceptación de la realidad LGTB

iglesia evangélica españolaEl Consejo Evangélico de Madrid amenaza con expulsar a la Iglesia Evangélica Española, una de las más veteranas y arraigadas en nuestro país, debido a la posición pública de esta iglesia en favor de las personas LGTB. Además de un grave caso de LGTBfobia, la amenaza de expulsión supone también un incumplimiento tanto de la función propia del Consejo como de la tradición protestante de dar libertad a las iglesias. Sin embargo, ha servido también para que esta iglesia se reafirme públicamente en su inclusividad.

El tránsito al nuevo año se ha visto salpicado por una desagradable polémica en el cristianismo protestante español. La Iglesia Evangélica Española (IEE) ha sido amenazada de expulsión por parte del Consejo Evangélico de Madrid mediante una carta firmada por Jesús Manzano y Manuel Cerezo, presidente y secretario respectivamente de esa institución. Así lo cuenta la misma IEE en un comunicado del 29 de diciembre. El Consejo Evangélico de Madrid agrupa a las iglesias protestantes de la comunidad autónoma y las representa ante el gobierno regional. La IEE, por su parte, es una de las iglesias protestantes con mayor solera de España, y paradójicamente estuvo entre las fundadoras del Consejo.

El motivo de tal amenaza es la pública inclusividad de las personas LGTB en la IEE. Así lo estableció en el último Sínodo en septiembre, donde ratificaron la Declaración de Mamré, fruto de un discernimiento comunitario que culminó en un encuentro de los pastores y pastoras de la IEE en la casa de Mamré (Jaca, Huesca) en mayo pasado. En este texto, la IEE rechaza la homofobia y afirma la inclusión de las personas LGTB y sus familias:

Queremos compartir con nuestra iglesia que desde una lectura de la Biblia inspirada en la Teología de la Gracia, teniendo en cuenta que el propio texto bíblico se reinterpreta a sí mismo (Confesión de Fe de la IEE), entendemos que la praxis de una iglesia inclusiva es a lo que estamos llamados.

El mensaje y la vida de Jesucristo nos inspiran a considerar toda acogida de las personas como una demanda de la justicia del Reino (…).

En consecuencia, como Iglesia Evangélica Española, somos exhortados a una pastoral de la acogida de las personas homosexuales y sus familias, evitando la invisibilidad y trabajando en el acompañamiento de la diversidad. (Gálatas 3, 28).

Nos comprometemos a hacer pedagogía contra la homofobia desde el Evangelio de la Gracia. (Hechos 10).

Nos comprometemos a cultivar un lenguaje inclusivo respecto a las construcciones de género.

Nos comprometemos al testimonio de la unidad (Hechos 4, 19), incluso si esto implica tensiones entre nuestra libertad de conciencia y nuestra llamada a preservar el testimonio, siendo capaces de abordar los temas conflictivos sin que haya rupturas.

La decisión del Consejo Evangélico de Madrid no solo es sorprendente por su homofobia. También lo es porque no se corresponde con su misión de órgano consultivo, con una labor de representación y en modo alguno de control doctrinal. Más aún, la tradición protestante tiene a gala el respeto a la libertad de las diversas iglesias en su reflexión sobre diferentes cuestiones internas no tocantes a los contenidos dogmáticos. Por ello, esta amenaza constituye una grave intromisión en los asuntos internos de una iglesia. Máxime cuando la IEE en absoluto ha pretendido hacer que otros acepten su postura: solo quieren que se les respete en su libertad. Queda claro, de nuevo, que los fundamentalistas piden tolerancia para ellos pero no soportan la mera existencia de quienes les son distintos.

No obstante, todo este episodio tiene su lado positivo: la respuesta de la Iglesia Evangélica Española. Lejos de amedrentarse, la IEE se ha reafirmado en su inclusividad, evocando incluso las palabras del propio Lutero de cuando rehusó retractarse por tener la conciencia «presa de la palabra de Dios»:

¿Qué decir? Simplemente confesar que nuestra conciencia eclesial está presa de la Palabra de Dios. Dicho de otro modo, somos presos del mismo Cristo, de su forma de hacer y de su respeto por la dignidad del ser humano. Y no hay concilio, ni institución, ni dogma que esté por encima del Resucitado que sigue inspirando a su pueblo a través del Espíritu.

Y como iglesia decimos ¡no! Seguiremos actuando como siempre hemos vivido, defendiendo la dignidad del ser humano, y luchando por sus derechos a la manera de Jesús de Nazaret. Nunca hemos impuesto nada a nuestros hermanos y hermanas, y tampoco queremos que por su parte se nos imponga nada. Siempre hemos respetado, y seguiremos respetando sus opiniones, aunque no las compartamos. Ni más, ni menos.

Ya antes de esta amenaza, la Iglesia Evangélica Española se había significado por su inclusividad y había recibido “avisos” por ello. En especial, causó revuelo la cooperación con la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM), una iglesia plenamente inclusiva con las personas LGTB y extendida por numerosos países. En concreto, la IEE en Madrid decidió ofrecerle uno sus espacios cada 15 días para reunirse y celebrar. Además, durante este tiempo, la IEE ha participado conjuntamente con la ICM en diversos actos. En particular, el 9 de marzo de 2014 se celebró una mesa redonda titulada Mujeres y religión ¿espacio de liberación o espacio de exclusión? en los locales de la IEE de Noviciado, con la participación de diversos grupos entre los que estaba la ICM. Todo esto fue publicitado en Protestante Digital, no sin un claro añadido de LGTBfobia en forma de reafirmación doctrinal. Poco después, según se supo, se barruntaron las primeras amenazas de expulsión del Consejo Evangélico de Madrid.

Apoyo de la rama española de la comunión anglicana (IERE)

La IEE ha recibido el apoyo de la Iglesia Española Reformada Episcopal (IERE), rama española de la Comunión Anglicana. Se trata, curiosamente, de una iglesia que difiere de la IEE en la actitud inclusiva hacia la realidad LGTB. Hace ya años se pronunciaron en contra de la ordenación del primer obispo anglicano abiertamente gay, Gene Robinson, en Estados Unidos. No obstante, comparten el celo por mantener su independencia ante las actitudes del Consejo Evangélico. En un comunicado del equipo pastoral, dejan clara su postura: “Rechazamos el supuesto derecho del Consejo Evangélico de Madrid a inmiscuirse en los asuntos internos de las distintas iglesias y comunidades que lo forman (…) Mostramos nuestra preocupación por las actitudes intransigentes que está mostrando el Consejo Evangélico de Madrid con algunas de las iglesias que lo forman, olvidando el pluralismo propio del protestantismo (…) Apoyamos el derecho de las comunidades locales de la Iglesia Evangélica Española a defenderse de los ataques y amenazas del Consejo Evangélico de Madrid y estamos dispuestos a secundarles en caso de que decidieran emprender acciones contra las personas que firman una carta que contiene amenazas y atenta contra la libertad de unas iglesias que forman parte del CEM (…) Manifestamos el derecho de las congregaciones de la IEE de Madrid a mantener posturas particulares en materias morales o éticas que no afectan a las declaraciones de doctrina de la Iglesia Universal, a saber, los credos Apostólico y Constantinopolitano, las confesiones de fe de las iglesias de la Reforma o la declaración de doctrina de la Ferede

Por otro lado, aunque la rama española de los anglicanos no es inclusiva en general, sí hay una comunidad en Alcorcón que ha apostado por la inclusividad. Su pastor, Juan Larios, ha querido hacerse oír. En una reflexión por escrito, compara la actitud del Consejo Evangélico de Madrid con el personaje mítico de Procusto: “Existe, en la mitología griega, un personaje que es el paradigma de la intolerancia. Procusto, hijo de Poseidón, poseedor de una estatura y fuerza extraordinarias. Procusto atraía a sus víctimas a base de lisonjas y buenas palabras para administrarles después los peores suplicios. Procusto tendía a sus víctimas en un horrible tálamo de hierro. Si las piernas de la víctima sobrepasaban la medida del lecho, de un tajo cortaba lo que sobraba de sus extremidades; si, por el contrario, se quedaban cortas, estiraba los miembros hasta igualarlos a la longitud de la cama (…) A nadie se le escapa ya el giro vertiginoso que las corporaciones ‘no católicorromanas’ (CEM, FEEREDE, AEE) están dando hacia el conservadurismo, incluso fundamentalismo en algunos casos, y que, en el fondo, responden a una muy determinada ideología política venida del otro lado de los mares (…) Estos nuevos Procustos proclaman a los cuatro vientos la impermeabilidad y pureza de sus prácticas y doctrinas, por tanto hay que defenderlas de cualquier influencia externa que consideran dañina para sus postulados y propósitos. Son posiciones monolíticas que condenan al otro por pensar y actuar diferente (…) La Iglesia ha de ser instrumento pacificador y de justicia, constructora del Reino, liberadora y sanadora, incluyente en todos los sentidos y no excluyente. Si el CEM ya no es capaz de entender estas cosas, tal vez sería bueno plantearse seriamente dejarle a su propia deriva

Un conflicto local que refleja tensiones globales

El apoyo de la IERE apunta también a las raíces profundas de este conflicto, que apuntan a tensiones en el cristianismo protestante que van más allá del marco español. Se trata de las divergencias claras entre las iglesias protestantes “clásicas” (conocidas en el mundo anglosajón como mainline protestants) y las de más reciente creación (evangelicals). Las primeras están más directamente entroncadas con la Reforma del siglo XVI y sus grandes figuras (Lutero, Calvino, Zwinglio, Melanchton, etc.); las otras, en cambio, tienen sus orígenes remotos en diversos movimientos de despertar religioso que tuvieron lugar sobre todo en Estados Unidos en el siglo XIX. Las “clásicas” se caracterizan por un mayor peso de la tradición de pensamiento cristiano y de la reflexión teológica; asimismo, sus pastores deben seguir un proceso de formación intelectual y pastoral que lleva varios años. Todo esto hace que lean la Biblia con ojos críticos, alejados del fundamentalismo y abiertos a revisar posturas de acuerdo a nuevos datos de realidad. En cambio, las iglesias evangélicas acentúan mucho más el aspecto puramente emocional y relativizan —o incluso minimizan— el elemento de reflexión. En especial, sus pastores suelen ser nombrados por las propias comunidades y cuentan con muchos menos requisitos formales. Esto hace que se cuenten con menos herramientas intelectuales para la interpretación de la Biblia o de fenómenos sociales.

En el protestantismo español están ambas ramas. Debido a su carácter minoritario en la sociedad, están juntos en los organismos de representación civil (el CEM en Madrid o la FEREDE en el Estado). Las diferencias hasta la fecha se han sobrellevado, al no entrar en ellas por caer fuera de la competencia de órganos de representación. Pero está claro que la homosexualidad es motivo suficiente para romper este principio de no intervención. Esto no es precisamente sorprendente para quienes conocen la homofobia de ciertas iglesias. Lo llamativo, más bien, ha sido la firmeza con la que en este caso han respondido las iglesias clásicas. No podemos menos que felicitarles y animarles a seguir firmes.

Comentarios
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