"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Agrede a cuatro jóvenes al grito de «maricones de mierda» y la jueza no aprecia homofobia

interroganteLlamar a un grupo de chicos gais «maricones de mierda» y agredirlos físicamente no es homofobia para el Juzgado de Instrucción nº 39 de Madrid. Y ello pese a que la propia sentencia reconoce ambos hechos como probados. El agresor únicamente ha sido condenado a pagar 250 euros a cada uno de los cuatro agredidos. Una sentencia que traduce una dolorosa indefensión y que esperamos sea corregida en el correspondiente recurso.

La agresión fue recogida en su momento por esta misma página. Ocurrió en la noche del 25 al 26 de abril de 2015, en la zona de la Gran Vía, cuando un grupo de cuatro chicos, que se dirigían a una discoteca, se toparon con dos individuos que los increparon al grito de “maricones”. Uno de ellos cometió una primera agresión física. El otro, que mantuvo una actitud más pasiva, excusó al que se mostraba más violento, argumentando que “estaba borracho”. Los jóvenes fueron atendidos en ese primer momento por una patrulla de la Policía Nacional, pero prefirieron minimizar lo sucedido, pensando que se había tratado de un incidente puntual motivado por el alcohol.

No fue así, sin embargo: los localizaron de nuevo, continuaron con los exabruptos y los volvieron a atacar. Los muchachos se toparon en ese momento con una patrulla de la Policía Municipal, a la que denunciaron lo sucedido. De hecho, los agentes encontraron a los agresores. Según contó entonces una de las víctimas los policías no supieron muy bien qué hacer, “quizá por falta de formación en delitos de odio”. Lejos de desistir en su actitud, los agresores regresaron a por los muchachos mientras estos se dirigían a la comisaría de la calle Leganitos y la tomaron con uno de ellos, propinándole patadas y golpes en la cabeza, hasta que quedó tendida en el suelo. Ya ahí aparecieron varios coches de la Policía Nacional.

Un año y cuatro meses después, el agresor que propinó los golpes a los jóvenes ha sido juzgado. Estos han presentado los correspondientes informes médicos, que atestiguan las lesiones sufridas por los chicos. Y sin embargo, a pesar de que la jueza Belén Sánchez considera probados los hechos, no los interpreta como delito de odio ni aplica el agravante por homofobia. La sentencia concluye simplemente que el acusado ha cometido cuatro faltas de lesiones. Sobre la expresión «maricones de mierda» la jueza afirma que «podría ser en su caso constitutiva de una falta de vejaciones injustas o injurias, que ha quedado despenalizada con la reforma operada en el Código Penal, pero no es constitutiva de una falta de amenazas». Ni una sola mención a su carácter homófobo. El agresor ha sido finalmente condenado a pagar 250 euros a cada uno de los cuatro agredidos.

Para Gerardo Arribas, uno de los muchachos agredidos, la sentencia «lanza un mensaje a la sociedad de que es barato pegar a un homosexual». El activista Rubén López, vocal de delitos de odio de Arcópoli (colectivo que en su momento denunció la agresión y a la que de hecho pertenecía una de las víctimas), considera por su parte que condenas de este tipo «no alientan a las víctimas a denunciar, sino todo lo contrario». La sentencia, por cierto, ha sido recurrida: confiamos en que el sentido común acaba por imponerse.

¿Y el Código Penal…?

El artículo 510 del Código Penal, en su apartado 2, castiga con a quienes «lesionen la dignidad de las personas mediante acciones que entrañen humillación, menosprecio o descrédito de alguno de los grupos a que se refiere el apartado anterior, o de una parte de los mismos, o de cualquier persona determinada por razón de su pertenencia a ellos por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad» a pena de prisión de seis meses a dos años y multa de seis a doce meses.

No somos juristas, pero creemos que llamar a un grupo de chicos gais «maricones de mierda» y agredirlos físicamente es más que suficiente para considerar lesionada su dignidad por razón de orientación sexual. Y en todo caso, el artículo 22, también de Código Penal, considera circunstancia agravante de un delito cometerlo «por motivos racistas, antisemitas u otra clase de discriminación referente a la ideología, religión o creencias de la víctima, la etnia, raza o nación a la que pertenezca, su sexo, orientación o identidad sexual, razones de género, la enfermedad que padezca o su discapacidad».

Y si la justicia no lo interpreta así, al menos los agredidos se merecen una explicación digna que contemple todas las sutilezas jurídicas. De lo contrario, la propia sentencia se convierte en un acto más de agravio y humillación a los chicos agredidos, y por extensión a todo el colectivo LGTB.

Comentarios
  1. enfadado
  2. Despotorramiento feroz
  3. yparte
  4. Daniel

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