"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Cómo afrontar los amores tóxicos: crítica de la obra «Toxic» y entrevista al dramaturgo Pedro Entrena

Si algo facilita la sociedad contemporánea —la sociedad de la información y la comunicación— es explorar relaciones humanas de todo tipo; o sea, dar con las personas más inesperados en los contextos más inesperados. Sin embargo, la sencillez con la que esto brota no siempre es positiva, surgiendo a menudo lo que se conoce como “amores tóxicos”, o sea, aquellos de los que somos incapaces de escapar por mucho daño que nos estén haciendo (y por muy conscientes que seamos de ello). A ellos está dedicada, en bienvenida clave de humor, la comedia Toxic, una obra de teatro de la compañía Teatrexdefinir dirigida por Pedro Entrena a partir de un texto escrito por él mismo junto a Juan José Ballesteros.

Bien acogida por el Palacio de la Prensa, Toxic está protagonizada por tres personajes dispares unidos por una clase de yoga que tiene poco de relajante: una mujer recta y elegante que sospecha que su marido le es infiel y dos personas liadas precisamente con sendos hombres casados: un homosexual harto de esconder su amor y una prostituta “necesitada” de que algún ricachón bondadoso le pague una operación de tetas. Con ritmo e hilaridad, la obra desvela poco a poco el tóxico historial romántico de los tres (únicos) protagonistas, a través de una puesta en escena siempre sorprendente que juega con la luz, la música, la voz en off y el propio público para mantener a este plenamente atento aun cuando la temática no sea del todo sorprendente. A fin de cuentas, historias de amistad y relaciones tóxicas hay muchas, pero hay que aplaudir el esfuerzo de Pedro Entrena y compañía por evitar que Toxic se convierta en un entretenimiento del montón (un esfuerzo que, innegablemente, ha dado sus frutos). Oskar Frendo, Tamara Rosado y Estefanía Rocamora están fantásticos en sus contrastados papeles, si bien es esta última quien, en el —eso sí— más agradecido papel de la prostituta dicharachera se gana constantemente las risas (y hasta los aplausos) del público, un talento interpretativo especialmente palpable al escuchar su verdadera voz en los momentos en que la peculiar narración de los flashbacks le lleva a “salir de su personaje”; ¡bravo!

Como la mayoría de ejemplos de teatro contemporáneo que ofrece la capital madrileña, Toxic nos brinda una historia sobre sentimientos con los que el espectador se identifica fácilmente envuelta por una realización espontánea y moderna donde —por fuerza— “menos es más”. Sin embargo, el ingenio con que el guion explora los locos corazones de sus protagonistas, condenados a la dependencia eterna, y el mimo de una puesta en escena nada vaga que sabe sacar máximo partido de los sencillos elementos de que dispone llevan a Toxic a brillar con luz propia. Si queréis pasar un buen rato en el teatro, no os lo penséis. Y, quién sabe, quizá la experiencia os sirva para decidiros por fin a deshaceros de las toxicidades que os oprimen, si bien es cierto que pocas cosas son más difíciles de superar que un amor bien tóxico.

A continuación, os dejo con mi entrevista a Pedro Entrena, dramaturgo y director de Toxic.

¿Cuál fue la semilla de Toxic? 

Buscábamos un tema de actualidad y en la sociedad actual vivimos llenos de obsesiones y relaciones tóxicas, un término muy usado últimamente. En realidad, lo primero que pensamos fue tanto el tema principal como el título.

¿Se presta la sociedad contemporánea a los amores tóxicos?

Sí, yo creo que a veces estamos más enganchados a todo lo que representa el amor, incluso cuando es complicado o nos hace sufrir. Y no solamente en el amor: la sociedad vive llena de obsesiones, lo que lleva a que vivamos la vida muy rápido pero intensamente y demos importancia a cosas que en realidad no la tienen.

¿Cómo desarrollaste al personaje homosexual de Toxic? ¿Estuvo presente en el guion desde el principio? ¿Tuviste en mente los tópicos a la hora de crearlo (bien para evitarlos, bien para jugar con ellos)?

Sí, estuvo presente en el guion desde el primer momento. Queríamos huir del estereotipo del típico homosexual que se puede ver en algunas series de televisión u otros medios. Por ello, decidimos hacerlo obsesivo por las tecnologías, que es algo con lo que, sea cual sea tu condición sexual, puedes sentirte identificado. Había que dar la mayor naturalidad posible al personaje para que su condición sexual quedara en un segundo plano. Todo lo que sucede a este personaje podría sucederle a un personaje heterosexual, ya sea hombre o mujer.

¿Dirías que la homosexualidad, por los conflictos que acarrea, conlleva un porcentaje mayor de probabilidad de dar con un amor tóxico?

Tanto la homosexualidad como la heterosexualidad están llenas de amor tóxico pero quizá en la homosexualidad a veces se vive más intensamente debido a varias razones. En la obra exploramos dos de ellas. Para empezar, la obsesión por las nuevas tecnologías y aplicaciones, porque sabemos que las personas homosexuales las usan bastante; y, en segundo lugar, las relaciones prohibidas o que no se pueden contar porque la otra persona está casada, tiene otra pareja o simplemente no quiere salir del armario. Estas situaciones se pueden volver bastante tóxicas y problemáticas.

¿Cuál es tu relación con el reparto de Toxic? ¿Qué ha aportado cada uno de ellos a su personaje?

Oskar Frendo es también fundador de la compañía Teatrexdefinir. Con Tamara Rosado y Estefanía Rocamora ya habíamos trabajado en anteriores montajes.  Por otro lado, para el segundo elenco decidimos hacer un casting: Irene Valle y Esther Isla. Estefanía Rocamora (Paola) ha aportado mucha espontaneidad al personaje, Tamara Rosado (Minerva) impregna de saber estar tanto al personaje como a cada una de las escenas y Oskar Frendo (Quique) ha sabido encontrar el punto medio entre los otros dos personajes, que era exactamente lo que necesitábamos.

¿Qué supone escribir una obra a dos manos pero dirigirla en solitario?

Tener dos estilos diferentes de escritura a priori es complicado pero creo que hemos sabido encontrar el equilibrio. Dos universos muy distintos fusionados a la perfección y donde nos hemos entendido prácticamente siempre. En cuanto a la dirección, al haberlo escrito con Juan José Ballesteros y haber tenido ese grado de entendimiento, tenía muy claro por dónde tenía que ir dirigiendo.

¿Qué parte de la dramaturgia te interesa más como creador: la escritura, la dirección o la interpretación? ¿Por qué?

La escritura, porque creo que es donde realmente nace la obra: una buena base ayuda mucho a la dirección y a la interpretación. Para mí, el texto es la esencia del teatro.

¿Cómo evalúas el contraste entre la responsabilidad (y los nervios) de dirigir tu propia obra y la relativa tranquilidad de limitarte a formar parte del elenco de la obra de otro? ¿Vale la pena el estrés?

La responsabilidad es mucho mayor, ya que tú apuestas por tu producto, por tu obra, pues es algo que tú has visto nacer y crecer. Es como tener un hijo. Los nervios son inevitables. ¿Quién no está nervioso ante un estreno? Quien diga que no tiene nervios es que realmente no ama esta profesión, porque los nervios siempre están a flor de piel. El estrés vale la pena cuando ves que tras mucho esfuerzo llega la satisfacción de ver el resultado.

¿Cómo desarrollaste la particular puesta en escena de Toxic? ¿Nació esta a la vez que el guion o fue una consecuencia del proceso de realización?

Tenía claro que quería un espacio vacío donde darle una mayor importancia a la interpretación del actor. Quería crear una obra donde las florituras no fueran necesarias y así poder moldear a los actores y que ellos fuesen la base de todo.

¿Cuán necesario es el humor a la hora de ganarse al público teatral?

El humor es muy importante para ganarte al público, aunque siempre he dicho que la comedia es de los géneros teatrales más difíciles de crear. No es tan fácil hacer reír a la gente. No es comparable a un drama, aunque con este, si es bueno, también puedes enganchar al público.

¿Qué aporta el teatro contemporáneo en relación al teatro clásico?

Partiendo de la base de que el teatro clásico presenta nuestros orígenes y jamás hay que olvidarse de estos, el teatro contemporáneo se acerca más al público de hoy en día y aporta nuevas visiones de ver el mundo que antes no existían.

Sin lugar a dudas, el teatro es el arte que más visibilidad da a la comunidad LGTB, ¿a qué crees que se debe esto?

Desde siempre el teatro ha servido para exponer los problemas de la sociedad en cada época. Es por esto que ahora los temas LGTB están en auge: nos guste o no, todavía hay que luchar mucho para que la homosexualidad se considere del todo normalizada.

 

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