"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Hacia la feliz familia homoparental: crítica de «Madre no hay más que dos» y entrevista a Lidia Titos García

Uno de los primeros conceptos que aprende el ser humano es el de familia, ese ente formado por primos, tíos, abuelos y demás que, en su versión básica, suele resumirse al padre, la madre y los hijos. Así son las familias de la mayoría de los niños, y así son las representaciones de familias que estos perciben hasta la saciedad de parte de profesores, libros y demás. Después, los niños crecen y descubren que no todas las familias son iguales, y que dos abuelos y su nieto, una madre soltera y su hija, una pareja sin hijos, un viudo y sus hijas o dos madres y sus hijos constituyen familias tan válidas como cualquier otra, aunque evidentemente menos frecuentes. A este último modelo de familia, la todavía ampliamente desconocida familia homoparental, me dediqué hace dos semanas a raíz del estreno de Rara [crítica], una maravilla que vuelvo a instaros a degustar, y a él vuelvo a dedicarme hoy a propósito del pequeño gran libro Madre no hay más que dos, donde Lidia Titos García narra con gracia y honestidad su propia historia desde el momento en que ella y su pareja, Montse, decidieron tener un hijo.

«A mis cuarenta y un años, he decidido saborear cada segundo de mi vida. A mis cuarenta y un años, con dos hijos y más responsabilidades que nunca, he decidido huir del conformismo, ahuyentar la apatía y volar sin alas. A mis cuarenta y un años, he decidido andar y crear caminos nuevos sin esperar nada a cambio». Así habla Lidia Titos García, cuya perfecta combinación de frescura y experiencia ha convertido Madre no hay más que dos tanto en un entretenido relato sobre la odisea de dos madres por convertirse en (buenas) madres como en una didáctica guía para que otras parejas homoparentales afronten su propio camino hacia la maternidad/paternidad (por supuesto, las parejas gais dan pasos distintos, ya que no pueden recurrir a la fecundación asistida, pero a la hora de enfrentarse a los prejuicios de la sociedad las dificultades son similares). Lidia Titos agradece la creación de su propia novela a sus propios estudios en los campos del cine (al que se dedica profesionalmente) y el coaching (que afirma aplicar en todas las facetas de su vida), pero es indudablemente su valiente honestidad lo que convierte Madre no hay más que dos en una fascinante ópera prima. Así, la autora no sólo rememora las diversas dificultades afrontadas por ella y su pareja para formar una familia (desde el duro proceso de la fecundación in vitro hasta el despertar de los primeros conflictos en sus ya crecidos hijos), sino también sus propios sentimientos al respecto, sentimientos entre los que, por supuesto, sobresale el amor hacia su pareja y sus hijos, pero donde también encontramos vacilación, indignación y mucha autocrítica.

La obra que nos ocupa constituye una ventana al corazón de una mujer, el de la propia autora, pero también un homenaje a tantas familias homoparentales enfrentadas día a día a dificultades que, lejos de derivar de que sean dos madres o dos padres quienes las encabezan, proceden de una sociedad empeñada en crear problemas que podrían resolverse de forma muy sencilla: si los educadores (sean padres, profesores o cualquier otra figura de referencia) nos inculcaran desde pequeños la compleja realidad del concepto de familia, la siguiente generación estaría exenta de prejuicios. De ahí que nadie vea a las familias homoparentales con mayor naturalidad y cariño que los niños que nacen en ellas (sí, esos mismos niños a los que tantos políticos, párrocos y demás insisten en convertir en víctimas de un mal imaginario).

Os dejo con mi entrevista a Lidia Titos García, autora (y protagonista) de Madre no hay más que dos, con quien hablo sobre las dificultades afrontadas por las familias homoparentales (y sobre cómo superarlas).

¿En qué momento decidiste escribir Madre no hay más que dos?

Nada más nacer Marc y Paula, sentí la necesidad de explicarles la gran odisea por la que habíamos pasado su madre y yo antes de traerlos al mundo. Con ellos ya en casa, me di cuenta de que el camino que nos quedaba por recorrer a los cuatro era largo. Así que en una época en la que ya no tenía pañales que cambiar, pero sí muchas preguntas que responder, decidí escribir nuestra historia.

¿Qué libros y/o películas te ayudaron a la hora de formar tu familia?

Si te soy sincera, no he necesitado ningún libro para formar la familia. Cuando tu objetivo es muy deseado, parece que la meta se acerca a ti. Eso no quita que sea consumidora de cine y lectora.

Ahora qué has formado tu familia, ¿qué libros y/o películas dirías que reflejan bien la situación de las familias homoparentales? ¿Por qué?

Gayby Baby (2015), de Maya Newell, es un gran documental. En él, te adentras en la realidad de las familias protagonistas y te permiten ver su día a día. Creo que es un buen ejemplo.

De todas las dificultades que afronta una familia homoparental, ¿cuál se lleva la palma? ¿Hay alguna insalvable?

Para mí, la más dura es ver cómo constantemente les cuestionan a Marc y a Paula sus referentes. En infinitas ocasiones les han intentado convencer que en realidad solo Montse es su madre, ya que fue ella la que los gestó. Creo que es un grave error hacer tambalear sin escrúpulos su estructura familiar. Para ellos dos, nosotras somos muy importantes, y no ven ninguna diferencia entre ambas.

¿Y qué dificultad estás más orgullosa de haber superado? (¿y cómo la superaste?)

Estoy orgullosa de no enfadarme cuando me dicen que sólo puede entrar la madre (por ejemplo: en el hospital, médico, etc.) y me tratan como a una persona ajena a ellos. Me enorgullece saber gestionar los inconvenientes con humor y conseguir de esta manera transmitirles a ellos dos que nada es lo suficientemente grave como para quitarnos la felicidad.

¿Cómo ha cambiado tu percepción de las familias homoparentales (y tu propia historia) la escritura de Madre no hay más que dos?

Lo único que ha cambiado tras escribir el libro es darme cuenta de la cantidad de personas que no nos consideraban una familia. Muchas se han acercado a decirnos que ahora nos entienden un poco más y que les sorprende ver las muchas similitudes que tenemos con las familias “normales”. Mi percepción de las familias homoparentales sigue siendo la que era. Creo que en la vida nos tenemos que respetar unos a otros. «Vive y deja vivir ».

¿Son reales todas y cada una de las situaciones de Madre no hay más que dos o hay un toque de ficción?

Todo, absolutamente todo, es real. Piensa que lo escribí sin ninguna intención de publicarlo; era un regalo para Marc y Paula. Supongo que, de haber sabido que saldría a la luz, lo habría escrito de otra manera, sin exponer tanto la intimidad de la famila. O no… Eso ya nunca lo sabré.

¿Qué relación tuviste con las personas que aparecen en Madre no hay más que dos durante la escritura de la obra?

Mi relación con las personas que salen en la obra no cambió en nada, ya que no comenté que lo estaba escribiendo.

¿Y qué opinan esas personas ahora del libro?

Lógicamente hay personas que no están contentas con su publicación, pero tampoco me han dicho nada al respecto. La vida tiene estas cosas, cada cual tiene que afrontar las consecuencias de sus actos. Te puedo asegurar que un tanto por ciento muy elevado de las personas que salen en el libro están felices por formar parte de él.

Aparte de criticar (justamente) el contexto que te rodea, en la novela tú eres la principal crítica contigo misma, ¿nunca tuviste miedo de plasmar tus propios defectos e inseguridades en la novela?

¿Para qué ocultar algo que es tan evidente? Tengo mil defectos y nunca los escondo. Gracias a ellos soy quien soy y aprendo cada día. Si alguien puede aprovecharse de mis errores para no cometer los mismos, ahí los dejo. Deseo que mis hijos me vean y me conozcan tal cual soy, sin idolatrarme. Si les ocultara mis defectos, a la larga los descubrirían y se decepcionarían. De esta manera, cuando descubren alguna de mis virtudes, se ponen muy contentos… [risas]

Viendo los acontecimientos narrados en Madre no hay más que dos, si pudieras volver al pasado, ¿qué cambiarías?

Absolutamente nada. Si lo hiciera, dejaría de ser la historia de mi familia.

Aparte de hacerse rápidamente con un ejemplar de Madre no hay más que dos, ¿qué consejo darías a una persona que vaya a formar una familia homoparental?

Le diría que mire siempre al frente, que no se deje doblegar por nada ni nadie y, lo más importante de todo, que la falta de respeto que pueda recibir en algunas ocasiones la pague con educación y saber estar. No podemos actuar de la misma forma que ellos. Debemos sentirnos orgullosos y orgullosas de cómo somos.

¿Crees que España es un país que abraza a las familias homoparentales?

No, estamos muy lejos todavía. Aceptaron la ley de matrimonio entre parejas del mismo sexo, pero no se preparó a la sociedad para encajar lo que eso conllevaba. Creo que nunca pensaron que, después del matrimonio, se crearían familias, que vendrían niños que lo único que tienen en cuenta es el amor que les das, que no miran ni el sexo, ni el color. Niños educados desde el respeto. Nuestra sociedad no está preparada para eso.

¿Y qué le dirías a todas aquellas personas empeñadas en que toda familia necesita un padre y una madre?

Que se instalen una semana en nuestra casa. Les invito a hacerlo. Si después de eso, creen que a Marc y a Paula les falta algo, les escucharé con mucho gusto. Soy la primera en desear lo mejor para mis hijos.

¿Cuál es la principal lección que te han enseñado tus hijos?

Que juntos podemos con todo y que nuestras sonrisas las debemos compartir con quien nos acepte. Como dicen ellos: «si no gustamos, media vuelta y a seguir jugando».

 

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