"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Celebrando la diversidad (o intentándolo): críticas de las películas «Como la espuma» y «Pieles»

El porcentaje de personajes LGTB presentes en el cine español es harto preocupante, con lo que es una verdadera alegría que dos pequeñas películas hayan apostado por la diversidad afectivo-sexual, aun cuando no necesariamente de la mejor manera… Os hablo de los últimos trabajos de Roberto Pérez Toledo y Eduardo Casanova, Como la espuma y Pieles, dos cintas corales.

Como la espuma (2017) nos introduce de lleno en una orgía donde tiene cabida toda clase de géneros y sexualidades, desde la “aburrida heterosexual” hasta la “más divertida pansexualidad”, pasando por supuesto por la homosexualidad y la bisexualidad. La mayoría de los personajes son cisgénero, pero también hay cabida para un personaje trans. Aunque unidos por una mezcla de lujuria y curiosidad, todos ellos tienen ansiedades, deseos y preocupaciones bastante más importantes que el sexo, las cuales el guion de Roberto Pérez Toledo (quien, como hizo con Seis puntos sobre Emma (2011) y Los amigos raros (2014), escribe y dirige) plasma con sensibilidad entre las escenas de sexo, que son bastante menos explícitas y arriesgadas de lo que la temática del film parece augurar. Y es que en realidad el riesgo brilla por su ausencia, resultando todos los temas explorados algo manidos y no sorprendiendo la puesta en escena en absoluto. Aun así, descartada la idea de hallarse ante algo nuevo, el encanto del reparto garantiza un nivel medio aceptable, aun cuando el hecho de que un intérprete masculino (Javier Ballesteros) encarne a la única mujer trans no parece la mejor opción… ¿Acaso no hay actrices trans en este país?, y, de no haberlas, ¿no sería mejor recurrir a una actriz y no a un actor? Personalmente, estoy harto de que los papeles de mujeres trans recaigan en actores con pelucas de los chinos, aunque ciertamente Ballesteros, al igual que la mayor parte del reparto (a destacar: María Cotiello, Adrian Expósito, Miguel Diosdado, Jonás Beramí, Álex Villazán y Daniel Muriel), ofrece un buen trabajo. De hecho, el encanto de los intérpretes convierte los créditos del film, donde sus rostros se suceden uno tras otro al ritmo de la emotiva canción “Nuestro momento” del grupo Atacados, en el mejor momento del filme. Eso sí, que una película que supuestamente celebra la diversidad afectivo-sexual se publicite con un póster tan heteronormativo convierte la campaña de marketing en una de las más cobardes que se recuerdan.

En la otra cara de la moneda, Pieles (2017), de Eduardo Casanova (popularizado por encarnar al chirriante Fidel de la serie Aída) es una verdadera locura basada en un cortometraje previo del cineasta, cuyo título era toda una declaración de intenciones: Eat My Shit (2015). Nada más y nada menos que Candela PeñaAna PolvorosaMacarena GómezCarmen MachiSecun de la RosaJon Kortajarena, Eloi CostaItziar Castro y Ana María Ayala se han puesto a las órdenes del jovencísimo cineasta, quien ha aprovechado su primer largometraje (avalado por el propio Álex de la Iglesia en calidad de productor) para poner en práctica todos sus caprichos, tiñendo todo de violeta y convirtiendo cada una de las historias cruzadas presentes en una chifladura mayor que la anterior, siempre girando en torno a pieles que han obligado a quienes las “visten” a ocultarse. El mensaje de apoyo al diferente está claro, pero se diluye un poco entre tanta enajenación mental; aparte, ¿no hay suficientes diferencias reales como para tener que recurrir a la imaginación de un modo tan perverso? Dicho esto, hay que reconocer que Casanova ha arriesgado, lo cual nunca está de más aun cuando el resultado se antoje tan repulsivo para quien escribe estas líneas (ojo, hay varios críticos reputados que la han alabado y ciertamente hay razones para hacerlo). Entre muestras de estilo harto gratuitas, encontramos otras muy interesantes que podrían dar pie a largometrajes más digeribles en el futuro. Personalmente, me quedo con la sutil hilaridad despertada por Candela Peña y la fascinadora emotividad transmitida por Macarena Gómez, a quien pertenece además el espacio LGTB de la cinta, el cual logra, pese a todo, llegarnos al corazón. Eso sí, no volvería a verla ni harto de vino.

Como veis, ni Bajo la espuma ni Pieles son, como dirían los ingleses, my cup of tea, pero aun así debo celebrar sus esfuerzos por dar a la comunidad LGTB el espacio que merecen en nuestra cinematografía. No descarto, por tanto, aplaudir ante futuros trabajos de Roberto Pérez Toledo y Eduardo Casanova con el entusiasmo con que otros han alabado los que nos ocupan.

 

 

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