"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Orden y caos; lesbianismo y bisexualidad: crítica de «Desayuno en Júpiter» y entrevista a Andrea Tomé

En el pequeño universo de Desayuno en Júpiter (2017), Ofelia es el caos y Amoke, el orden. Sin embargo, ambas tienen en común mucho más de lo que creen, empezando por la excéntrica Virginia Wonnacott, una ermitaña novelista decidida a contar por fin su historia antes de que sea demasiado tarde. Hoy os hablo de la deliciosa nueva novela de la jovencísima Andrea Tomé, la cual, entre otras muchas virtudes, nos acerca con precisión a un tema harto marginado por la literatura: la bisexualidad.

Nacida en Ferrol en el otoño de 1994, Andrea Tomé sufrió anorexia y bulimia desde los dieciséis años, lo que la impulsó a escribir la desgarradora Corazón de mariposa (2014), publicada, al igual que Entre dos universos (2015) y la novela que nos ocupa, por Plataforma Neo. Aunque siempre ha soñado con trabajar como periodista, actualmente estudia Lengua y Literatura Inglesas en la USC. Su amor por la cultura anglosajona es palpable en Desayuno en Júpiter, la cual no sólo está ambientada en Gales, sino que posee un estilo innegablemente británico que, lejos de sonar a imitación, respira vida, ingenio y sinceridad. Fresca, pero perfectamente organizada, la narración de Tomé engancha al lector desde la primera página, sumiéndonos de lleno en los universos de sus tres protagonistas femeninas: la alocada Ofelia, toda una apasionada de la astronomía aficionada a “cazar liebres” con su particular amigo Harlon; la contenida Amoke, una aplicada estudiante de Biología que dedica el tiempo libre a cuidar de su hermano enfermo, y, por último, la inquietante Virginia Wonnacott, una prestigiosa escritora para quien la vida amenaza con acabar. Ante la perspicaz mirada de la novelista, las dos jóvenes tratan de buscar sentido a la existencia mientras se dejan sorprender por la crecientemente intensa relación que las une. Los relatos de Mrs. Wonnacott son presentados con vigorosidad, pero es realmente en la chispa de los chicas donde se halla la magia de un raro ejemplo de novela juvenil sobre —entre otras muchas, muchísimas cosas— el despertar de la bisexualidad.

Entre discusiones, debates, cartas y Whatsapps, Andrea Tomé desarrolla con belleza la relación entre Amoke y Ofelia, la cual se mueve sigilosamente entre la amistad y el amor mientras otros misterios vitales circulan en derredor. Deliciosa de principio a fin, Desayuno en Júpiter es, como diría su propia autora, un libro ideal tanto para adolescentes como para adultos que no se avergüenzan de leer libros para adolescentes.

A continuación os dejo con mi entrevista a la joven Andrea Tomé, autora de Desayuno en Júpiter, la cual ha tenido lugar en conexión Madrid-Londres.

¿Cuándo, cómo y por qué empezaste a escribir esta novela?

Empecé a escribir la novela en la primavera de 2016. Es curioso porque en ese momento no me la planteaba, pero mi editorial me propuso hablar sobre la bisexualidad femenina porque saben que ese es un tema que me interesa y un tema del que se debería hablar más.

¿Y cómo fue el proceso de edición? ¿Te costó lograr que esta novela viera la luz?

Fue muy sencillo. Yo ya tenía un contrato con Plataforma Neo y ellos dieron luz verde al proyecto enseguida.

Además de estar ambientada en Reino Unido, Desayuno en Júpiter tiene una profunda esencia inglesa, ¿es este tu modo de escribir o se trata de una decisión consciente?

Fue una decisión consciente. Quería que esta novela reflejase el mayor número de realidades posible, y por eso una protagonista es española en Gales y la otra procede de un background biracial.

¿Cómo desarrollaste la relación entre los dos periodos de la novela, ese presente digital dominado por el Whatsapp y ese nostálgico pasado?

De una manera muy orgánica. Me interesa mucho la relación entre el pasado y el presente, y de hecho la tecnología actual nos permite contactar más fácilmente con voces de ese pasado.

¿Cómo trabajaste la doble narración en primera persona para dar a cada personaje su voz?

Las protagonistas son muy diferentes. Enseguida aprendí a reflejar sus personalidades también en sus narraciones.

Las piezas referentes al pasado están narradas a su vez por una tercera primera persona, esta vez perteneciente a una mujer anciana con recuerdos datados mucho antes de tu nacimiento, ¿cómo te metiste en la mente de un personaje así?

Curiosamente Virginia fue el primer personaje de la novela que creé. Me gustan los personajes complicados, acechados por su pasado. Me parecen terriblemente humanos.

El nombre ficticio de Virginia Wonnacott no es casual, ¿verdad?

Es una referencia a Virginia Woolf y también a la reina Isabel I de Inglaterra, la reina virgen. Además, a lo largo de la novela se desvela que su segundo nombre es Ruth, y así se la conecta con el personaje bíblico de Ruth, que muchos teólogos interpretan como representativo de la homosexualidad femenina.

¿Cuáles son tus referentes (vitales y de creación de esta novela?)?

En todo lo que escribo, el autor húngaro Imre Kertész. En esta novela, además, la música de Sufjan Stevens, la novela gótica escrita por mujeres y mis propias experiencias de voluntariado.

¿Por qué está tan invisibilizada la bisexualidad en la literatura? ¿Tú podrías recomendar libros donde esta esté bien tratada?

Creo que todavía se tiene, como sociedad, la visión de que, bien eres hetero, bien eres gay. Es difícil encontrar novelas que representen las otras letras LGTB. Dos que leí hace poco y me gustaron fueron: Night Swimming (2017), de Steph Bowe, y El buda de los suburbios (1990), de Hanif Kureishi.

Concretamente la ataxia espinocerebelosa tiene una importante presencia, háblame de esta terrible enfermedad y de tu interés por ella.

Hace unos años leí el diario de Aya Kito, una chica japonesa que sufrió esta enfermedad, y se me puso la piel de gallina. Mantener mis capacidades mentales y no ser capaz de interiorizarlas es mi idea aproximada del infierno.

La enfermedad y la muerte están muy presentes en la novela, ¿tan joven y ya preocupada por estos temas?

Siempre me han interesado estos temas, quizá porque me criaron mis abuelos y siempre he estado rodeada de ancianos. Creo que es sano hablar de nuestra mortalidad. Hace unos meses que escribo para una revista de salud mental y enfermedades crónicas, y cada vez estoy más convencida de la importancia de hablar con naturalidad de estos temas.

¿Y cómo es ser una joven novelista en el panorama actual?

Creo que estamos en un momento en el que hay muchas oportunidades para autores jóvenes. El mercado está cambiando y eso nos beneficia a los que hemos crecido en un mundo más tecnológico.

¿Qué línea consecutiva ves entre todos tus trabajos?

Todas son obras muy humanas, de personajes.

Y ahora, ¿qué? ¿Próximos proyectos?

En noviembre publico El valle oscuro, una novela histórica de realismo mágico ambientada en el Japón de la Segunda Guerra Mundial en la que planteo la homosexualidad femenina desde otra perspectiva. Mientras tanto sigo escribiendo, pero prefiero no hablar mucho de los proyectos hasta que están más desarrollados y los que estoy creando ahora todavía están en pañales.

Comentarios
  1. Oscar

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