"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

El cine LGTB del 65º Festival de San Sebastián (II): críticas de «Una mujer fantástica», «Cargo» y «The Cakemaker»

Tal y como os dije la semana pasada, este año el Festival de San Sebastián fue muy productivo en lo que a cine LGTB se refiere. Aquella vez os hablé de Soldiers. Story from Ferentari, Call Me By Your Name y 120 pulsaciones por minuto [ver artículo] y hoy voy a hacerlo de The Cakemaker, Cargo y Una mujer fantástica, aprovechando además que esta última acaba de aterrizar en la cartelera española.

Una mujer fantástica (2017) es la primera película del chileno Sebastián Leilo desde su aplaudida Gloria (2013). La protagonista vuelve a ser una mujer con problemas para encajar, pero si allí Paulina García encarnaba a una a quien la madurez parecía haber apartado de la posibilidad de amar y ser amada, aquí Daniela Vega da vida a una mujer trans que, tras el fallecimiento de su amante, debe resignarse a ser tratada, bien como una niña, bien como un monstruo, en un Chile mucho menos acogedor de lo que cabría esperar de uno de los países latinoamericanos más modernos. La cinta se hizo merecidamente con el Sebastiane Latino mejor cinta LGTB latinoamericana del año, tomando el relevo de otra joyita chilena: Rara [crítica], de la debutante Pepa San Martín. Y es que pocas películas pueden presumir de contar con un protagonista trans tan bien definido e interpretado. Premiado en la Berlinale (como insuficiente compensación para quienes apostaban por Vega como mejor actriz), el guion del propio Lelio y Gonzalo Maza retrata una sociedad hostil disfrazada de elegancia donde la protagonista sufre en silencio mientras todos se dedican a mirar para otro lado… o directamente a echar más leña al fuego (sea con una violencia retratada en toda su crudeza, sea a través de comentarios injustamente demoledores). La potente cinta está de celebración porque acaba de recibir siete nominaciones a los Premios Fénix de cine iberoamericano: película, director, actriz, fotografía, montaje, dirección de arte y vestuario, compitiendo en varias categorías con otras dos películas LGTB: la mexicana La región salvaje [crítica], también presente en cartelera, y la portuguesa O Ornitólogo [crítica]

Por su parte, Cargo (2017) es el primer largometraje del belga Gilles Coulier, cuyo último cortometraje, Mont Blanc (2012), compitió en la Sección Oficial de cortometrajes de Cannes, tras lo cual triunfó en televisión con la serie Bevergem (2014). Este contenido filme nos traslada a las frías aguas del Mar del Norte, donde un hombre salta por la borda de su barco de pesca, imponiendo a sus hijos la obligación de recuperar los lazos que perdieron a raíz de sus distintas personalidades. El primero (Sam Louwyck) se encuentra con una enorme deuda y la necesidad de contar por primera vez con sus hermanos en la empresa familiar; el segundo (Sebastien Dewaele) regresa a casa con la intención de dejar atrás su vida delictiva y redimirse; el tercero (Wim Willaert), que es el que más nos interesa en este espacio, duda entre quedarse con su familia y huir con su amante secreto, decisión que requiere un coraje difícil de reunir en tan conservador ambiente. Aunque filmado con elegancia y sensibilidad, este drama resulta demasiado pausado, en parte a raíz del escaso atractivo de sus personajes, si bien es interesante contemplar el tratamiento de la homosexualidad en un contexto tan, en todos los sentidos, frío. Tras presentarse en el marco de la sección Nuev@s Director@s del Zinemaldia, esta coproducción franco-belga-holandesa acaba de pasar por el prestigioso London Film Festival.

Por último, la germano-israelí The Cakemaker (2017) es la película perfecta para la sección Culinary Cinema: un drama romántico en torno a la comida que explora las diferencias culturales entre Alemania, donde el protagonista (el tierno Tim Kalkhof) se enamora de un atractivo israelí (Roy Miller) con quien inicia una complicada relación a distancia, e Israel, adonde él acude tras la muerte de su amante, iniciando así una peligrosa relación con la mujer de este (Sarah Adle). Tras trabajar en varios cortos destacados, Ofir Raul Graizer dirige su primer largo aprovechando sus conocimientos culinarios. Y es que el joven emplea sus ratos libres para dar clases de cocina, lo que es palpable en las numerosas escenas culinarias de la película. Receptora del Premio Especial del Jurado de la sección East of the West del festival de Karlovy Vary, la cinta resulta interesante pero algo ingenua, desembocando el guion en giros extraños y clichés evidentes que resultan empero poco sonoros gracias al candor de los intérpretes y de la propia atmósfera recreada. No es una gran película, pero sí una llena de sensibilidad que garantiza un visionado agradable a la par que crea un puente entre oriente y occidente, algo que a día de hoy nunca viene mal.

Y hasta aquí mi repaso a las películas de temática LGTB presentadas en la 65ª edición del Zinemaldia. Aprovecho para dar la enhorabuena de nuevo a la extraordinaria 120 pulsaciones por minuto por hacerse con el Sebastiane, recibido en años anteriores por Freeheld (2015) [crítica] y Bar Bahar (2016) [crítica], ¡y para instaros a disfrutar de Una mujer fantástica en los mejores cines!

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