"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

De cómo ha cambiado tanto la información

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Todo empezó cuando nos privaron del ‘momento’ Boris, por utilizar una palabra tan de Boris. Aquel ‘momento’ en que, durante un buen rato, lo dejaban delante de un TV comentando vídeos de sociedad al ritmo frenético de su famosa frase ‘Páralo, Paul’. Los que asistierais a aquellos primeros tiempos de ‘Crónicas Marcianas’ lo recordaréis. En esta sección, Boris era capaz de diseccionar -entre gritos, aspavientos, paseos y demás alardes- el último modelito de la Obregón o los pantalones estampados de Marichalar. Lo que nos enseñaba al fin y al cabo –sabiamente en mi opinión- era que nada de lo que pueda salir por la boca de estos personajes tiene la más mínima importancia. Lo mejor que se podía hacer con ellos era dejarse fascinar por el tono rosa de la chaqueta de Anita. Con Boris asistimos también a los mejores comentarios que se han hecho nunca sobre un ‘reality’. Aún recuerdo con hilaridad cuando sacó un maniquí vestido exactamente igual que la madre de Vanesa (de Gran Hermano I), pijísima ella.

Pero eso fue antes de que los todos estos personajes y personajillos tomaran el protagonismo. Poco a poco, y a pesar del brillante comienzo con que consiguió desbancar a ‘La sonrisa del Pelícano’, de Pepe Navarro, enseñando a muchos que se puede hacer un ‘late night’ con dignidad, despojado de insultos y altas dosis de calidad, el programa de Sardá se hundió en la vulgaridad. Boris y el inolvidable Galindo tuvieron que sentarse en la mesa de colaboradores, al mismo plano que ex-concursantes de Gran Hermano o los personajes disparatados que Javier Cárdenas encontraba por España.

Con este cambio, muchos empezaron a tener la falsa creencia de que estos personajes no sólo tenían algo que decir, sino que además lo que decían era importante. Y lo peor es que aquello no se quedó en los ‘late night’, donde casi habría dado igual. Convencidos por los inapelables datos de la audiencia de que la chabacanería, el mal gusto y el insulto indiscriminado eran ‘lo que el público quería’, los medios de comunicación se reajustaron, moviéndose todos en la dirección de la vileza, la falta de moderación y el ‘todo vale’.

Las consecuencias nos afectan ahora de pleno a todos los ciudadanos. Periódicos y programas de televisión con formatos de los considerados ‘serios’ tienen en nómina, colaborando en sus secciones de opinión, a profesionales del insulto cuyas ‘perlas’ llegan a veces a dosmanzanas. Al contrario que Boris, quien siempre supo que lo que puedan decir los ‘freaks’ no importa un bledo, parecemos empeñados en responder, en argumentar, perdiendo el tiempo con ‘señores’ que en otros tiempos estarían haciendo reír en espectáculos de ‘varietés’.

Sufrimos, todos los que nos hemos indignado alguna vez con estos ‘seres’, el espejismo de que todo lo que aparece en ‘prensa seria’ es ‘serio’, como era no hace tanto, cuando los trabajadores en prensa escrita eran profesionales y conocían su trabajo. Pues bien, es necesario desenmascarar ese espejismo. No todo lo que está en ‘prensa seria’ es serio, y cada vez es más evidente, no sólo por los columnistas unineuronales, sino también porque cada vez la manipulación ideológica se hace de manera más burda, porque cada vez se acude a ‘argumentos’ más extremistas, porque la información ha dejado de ser lo primordial para la gran mayoría de los medios. La prensa, de todos los colores, la gran prensa española que en un tiempo fue impulsora y garante de nuestra democracia y nuestros derechos, ha perdido totalmente sus ideales y sirven a los intereses de sus dueños.

Por último, internet ha agravado este espejismo mediático. Igual que muchos aún no saben que ‘prensa escrita a nivel nacional’ ya no es sinónimo de ‘criterio, enfoque y veracidad’, otros muchos se dejan engañar por la forma escrita que aún mantienen muchos medios (parece que hayamos vuelto al medievo, cuando a todo lo que estaba escrito se revestía de una especie de ‘aura’ de sabiduría). No todas las personas que entran para comentar en un foro o diario digital son plenamente identificables con un ‘lector’ tradicional. Algunos de estos ‘comentaristas’ sirven a intereses que no son los suyos propios. Es absurdo fomentar esto alimentando su figura, porque al hacerlo damos sentido a la estrategia de quienes les reclutaron. Tampoco todo lo que tiene nombre rimbombante que recuerde a periódico es un periódico. Parecen olvidarlo quienes entran en DM o en cualquier otro foro intentando hacernos comulgar con ruedas de molino y enlazando a cualquier blog panfletario para dar ‘autoridad’ a la basura ideológica que pretenden colar. Está claro que, dado como está la prensa (digital y en papel) en estos tiempos, seguramente muchos ‘blogs’ contendrán mucha más verdad, pero seré yo, será cada uno quien decida, tras contrastar con criterio, qué ‘informaciones’ le merecen respeto y credibilidad y cuáles no son más que sumisas extensiones de organizaciones cuyo único interés es el suyo propio.

Raúl Madrid

Comentarios
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