"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Chinos castizos 1 – Trans xenófoba 0

unacartaendosmanzanas

El 7 de agosto estuvimos en las fiestas de San Cayetano, llevábamos varios días hablando de ir a la Calle del Oso. Nos parecía un ejemplazo de mestizaje y claro, nos hacía mucha ilusión ver como en algo tan tradicional como las fiestas incluían a las trans con su rollo de espectáculo travesti castizo. Esperábamos ver una tía estupenda haciendo un playback infame y divertido. Un pequeño show hecho al más puro estilo DIY que nos hiciera reír y pensar en qué gusto de ciudad se nos queda en verano. ¡Lo mejor de cada casa!

Lo que nos encontramos fue un tanto decepcionante.

Nuestra estupenda anfitriona vestida de chulapa arengaba a la vecindad a celebrar las fiestas que tan orgullosamente habían preparado, con sus farolillos, cartelitos hechos a mano, sillas en la calle, muy íntimo… Dentro de una sarta de chistes manidos sobre chinos.

Supongo que no fue solo el discurso facilón sobre si los chinos no se los vé, que si son muy trabajadores, que si en realidad no tengo nada en contra de ellos pero vaya nombres que tienen… sino ver asomados a la ventana unos niños y niñas asiáticos de unos siete años justo encima del espectáculo, ante los que me sentí francamente avergonzado. No lo puede evitar, me sonrojé y pensé que no sólo no quería estar allí si no que esos niños no tuvieran que escuchar tanta xenofobia del buen rollo. Y menos de la trans que parecía representar la concordia gay del barrio.

Mientras que nuestra trans empezaba su playback con una canción de la Pantoja decidimos llevarnos nuestro cabreo a otra parte y subir a Cascorro, donde nos sorprendió una fiesta improvisada. Unos DJs espontáneos asomados a un balcón pinchaban música electrónica para el barrio. Así que un buen grupo improvisado de gente disfrutamos bailando en la calle, en una fiesta de coste cero donde participaban desde peques hasta las abuelitas. Estaba todo el mundo: los guiris veraniegos, los vecinos asiáticos con sus espadas láser, la señora con la bata de toda la vida, la familia gitana orgullosa, los rastas, las chavalas bailongas con sus padres… en mitad de la calle y en los balcones.

¡¡¡Música electrónica mejor que la del orgullo gay o los bares de bollos!! – un gustazo.

Pero claro, lo bueno no dura y en media hora teníamos allí a los secretas reventando la fiesta autogestionada. No podía ser de otra manera…, lo que el aparato de control del estado no pueden domesticar ha de ser amordazado inmediata y contundentemente. Y de pronto se hizo un momento de silencio, en que llamaba mucho la atención la música que venía de los puestos de la esquina, de esos que venden todo tipo de fritanga, y que imagino que habrán pagado sus impuestos, como todo buen ciudadano domesticado… Menudo chasco, un paraíso pasajero de vecindad que decide cómo disfrutar de las fiestas, que toma por un instante el poder de hacer sin pedir permiso, desaparecía ante nuestros ojos…

Y cuando ya estábamos pensando en irnos… justo en ese momento, el chaval asiático de la espada láser y torso desnudo del balcón contiguo a nuestro DJ frustrado por la policía ¡¡nos puso música electrónica asiática!! La gente empezamos a aplaudirles, unos por desafiar a la policía, otros por seguir la corriente y continuar la fiesta, sintiéndonos que éstos sí eran unos vecinos enrollados que entendían las fiestas del barrio… ¡¡Unos castizos como dios manda!! De forma espontánea, los no nombrados, lo que no existen, los invisibles se unían sin mayor planificación a una estrategia de resistencia que parecía de entrada ajena, la habían hecho suya. Aparentemente una acción sin discurso que sin embargo les colocaba en el centro mismo de esta pequeña revolución.

Por supuesto la policía secreta volvió y trató de darles problemas, pero la música no paró…

En fin, que nos fuimos pensando que qué pasaba con el racismo cotidiano, con el chiste fácil del que nos apropiamos para hacernos notar dentro de la masa de lo supuestamente normal. De cuántos chistes de mariquitas y travelos habrá escuchado nuestra trans, esta tía estupenda vestida de chulapa en la calle del Oso y qué fácil se le había olvidado lo que habían dolido a ella y a todos nosotros. Pensamos en las estrategias de resistencia y de sumisión que pasan por nuestros cuerpos y prácticas y cuántas cosas nos quedan por pensar y hacer.

Me quedo con lo que decía los chavales de la cresta mientras insultaban a la policía: ¡¡Cómo molan estos chinos castizos!!

Raquel (Lucas) Platero es docente, investiga, escribe, pero sobre todo es feminista y queer. Entre sus libros destacan “Herramientas para combatir el bullyng homofóbico” y “Lesbianas: Discursos y representaciones”.
David Berná Serna, experto en Gitanos, género y sexualidad y pobreza.

Comentarios
  1. Kabaspaski
  2. chiquitin
  3. Mercedes
  4. vaya tela
  5. Recordando
  6. mesa cuadrada

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