"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Algunas reflexiones, numéricas, sobre las personas LGTB que vivimos en pueblos y ciudades pequeñ@s

Yo nací en un pueblo, no era un pueblo pequeño, unos 15.000 habitantes, pero para un chico gay como yo era un lugar pequeño y asfixiante del que no veía el día para salir. No sólo es que fuera difícil conocer a otros chicos como yo, sino que era algo impensable, ya que la homofobia de los pueblos es conocida y cualquier cosa, hagas o dejes de hacer, es motivo de rumor, habladurías y escarnio. Yo estaba aterrado, miedo a que mis compañeros lo supieran, a que mi familia lo supiera, a que se hablara en el pueblo de mí, al sufrimiento y vergüenza que supondría para mi familia (es increíble cómo podemos llegar a interiorizar el no querer que nuestra familia sufra por encima de nosotros mismos). Por ello me obligué a estudiar, con toda la fuerza que el miedo puede dar a este empeño, y conseguí aprobar el COU y la selectividad para irme a una ciudad de provincias a la universidad.

Una vez allí me sentía mas libre, más anónimo, podía moverme, había lugares de ambiente, asociaciones y chicos como yo en ellos. No sin dificultad empecé a conocer gente. En el ambiente de aquellos años, mediados de los 90, aún no había chicos de 18 años, casi todo el mundo pasaba los 25. Internet aún no funcionaba para esto y las páginas de contactos eran una lotería inquietante. A pesar de ello acabé conociendo alguna gente en una asociación, alguna también, aunque menos, en el ambiente, y algún que otro ligue casual en la universidad. Sin embargo la ilusión con que había llegado a la ciudad, la de encontrar a alguien especial, el amor, la felicidad, ese sueño irrealizado de adolescente forzosamente tardío e igualmente ingenuo, con quien olvidar todos los años de soledad y miedo, no llegaba. Podía ser más o menos atractivo y tener más o menos éxito por ello, como a la mayoría solían gustarme los chicos a los que no gustaba y gustar a quienes no me llamaban la atención, pero tenía mi público, expresión terrible, y alguna ocasión en que había correspondencia. Sin embargo sólo fueron eso, ocasiones raras, esporádicas, con enorme facilidad para escaparse entre las manos de alguien no lo bastante espabilado aún, que hicieron aumentar mi desesperación y bajar mi estado anímico hasta los límites de la depresión.

Pero, ¿cuál era el problema? Como ya he dicho, más allá de mi atractivo particular, veía que para encontrar a alguien que me gustara y a quien gustase tenía que conocer a muchos chicos, al final era una cuestión puramente estadística, como lo es la lotería, cada X número de chicos ocurría el milagro, el problema era cómo hacer la cuota, porque había una dificultad enorme en conocerlos: éramos pocos, muchos no iban al ambiente, normalmente pobre en ciudades de provincias y en el que es difícil hasta conocer gente y no digamos ligar, ni a asociaciones, no destinadas a ello y que pueden convertirse en un infierno particular de gente que busca novio en un coto cerrado, o tenían miedo y estaban armarizados, de modo que era muy difícil confluir en lugares comunes para conocerles.

Han pasado los años y sigo viviendo en una ciudad de provincias, el ambiente sigue siendo cutre y la mayoría de la gente o no va o se pira a una ciudad más grande los findes y el ambiente hetero requiere mucha suerte y algo de descaro. Pero lo que sí ha cambiado un poco las cosas ha sido el todopoderoso Bakala, esa extraña web de contactos inicialmente pensada para bakalas gays… ( ¿¡ah pero existen!? ) en la que nadie pensó registrarse la primera vez que topó con ella por casualidad, que ha tenido tanto éxito, ya van 150.000 tíos registrados, por que satisface una necesidad harto imperiosa. Ahora todo el mundo está en bakala y si no estás no existes. Ahí puedes encontrar a todos los chicos de tu ciudad o pueblo que no salen por el ambiente o que estan tan armarizados que no quieren ni quedar en la calle contigo. Esto ha facilitado las cosas mucho, teniendo en cuenta de donde venimos y la experiencia relatada con anterioridad, sin embargo en pueblos y ciudades provincianas la cosa sigue estando bastante chunga si eres gay: somos pocos, y aunque pareza increíble no es facil quedar, tengo contactos en el messenger de hace años con los que no es posible ni tomar un café, muchos ya pasan, de deprimidos que están y de la nada que esperan.

Esta situación me hace plantearme una vez más la cuestión estadística y lo que para un gay es vivir en un pueblo o en una ciudad de provincias, como se decía antes, expresión que refleja el caracter de poblachón de algunas ciudades. Para una persona homosexual vivir en un pueblo de 15.000 habitantes o en una ciudad de 150.000 habitantes. No es obviamente lo mismo que para un heterosexual, pero hagamos cuentas y veamos la comparación en términos numéricos. Si los homosexuales somos el 3% de la población*, 1 de cada 33’33 personas, eso significa que para poder encontrar el mismo número de individuos homosexuales con los que poder relacionarnos que el número de individuos heterosexuales que puede encontrar una persona heterosexual deberiamos ir a un municipio 33 veces mas grande, o que un pueblo o ciudad es para nosotros 33 veces mas pequeño que lo es para un heterosexual, y por lo tanto de igual modo se ve multiplicada o dividida nuestra capacidad para relacionarnos, conocer gente, hacer amigos y encontrar pareja.

*(Sé que este porcentaje es tema de controversia pero no es mi objetivo aquí polemizar al respecto. Personalmente creo que es la cifra que más se ajusta a la realidad, que las cifras del 5 o 10% son completamente ilusorias, y que este porcentaje incluso podría incluir a los bisexuales, a todas las personas que se relacionan sexualmente, en exclusiva o no, con personas de su mismo sexo, o a lo sumo elevarlo a un 5% de población gay o bisex).

Poniendo números sobre la mesa. Para un homosexual, un pueblo de 15.000 habitantes en relidad equivaldría una aldea de 450 homosexuales, y una ciudad de 150.000 a un pueblo de 4.500 homosexuales. Pero tengamos en cuenta que estos se distribuyen entre todas las edades, de modo que encontrar homosexuales de nuestro rango de edad, supongamos un margen, ya se que discutible pero practico para los calculos, de 10 años, 5 arriba o abajo de nuestra edad, reduce aún mas las cosas. Si la esperanza de vida de un hombre en España es de 77 años, eso reduce a 1/7’7 las personas de nuestro rango de edad, en el caso de los 450 homosexuales del pueblo de 15.000 habitantes, tendríamos que la mitad aproximadamente son hombres, 225 y de estos 1/7’7, es decir solo 29, serian sujetos para relacionarnos. En el caso de la ciudad de 150.000 habitantes, 4.500 homosexuales, 2.250 hombres, 292 en nuestro rango de edad. Esto supone que sólo un escasísimo 0’195% (+-= 0’2%) de la población es o puede ser objeto de interacción homosexual con nosotros. Y todo esto sin tener en cuenta la evidente emigración hacia núcleos y ciudades más grandes, especialmente en el caso de los pueblos. Todos estos números muestran la dificultad de relacionarse, hacer amigos, echarse novio, en pueblos y ciudades pequeños y el estrés emocional que esto supone para los homosexuales que vivimos en estos núcleos.

En cambio en ciudades y áreas metropolitanas más grandes la cosa cambia bastante. Veamos las principales ciudades de España, áreas metropolitanas incluidas:

Madrid: 6.138.000 habitantes ——— 12.272 personas homosexuales de nuestro sexo y rango de edad, obviamente muchas más por la cantidad de gays y lesbianas que han emigrado a la capital o que se acercan a ella los findes.
Barcelona: 4.542.000 ———- 9.084
Valencia: 1.407.000 ———- 2.814
Sevilla: 1.360.000 ———- 2.720
Bilbao: 953.000 ———- 1.906
Málaga: 907.000 ———- 1.814
Oviedo-Gijón: 863.000 ———- 1.726
Alicante-Elche: 785.000 ———- 1.570
Murcia-Orihuela: 763.000 ———- 1.526
La Palmas de Gran Canaria: 741.000 ———- 1.482
Zaragoza: 733.000 ———- 1.466
Vigo: 666.000 ———- 1.332
Cádiz-Jerez: 632.000 ———- 1.264
Santa cruz de Tenerife-La Laguna: 581.000 ———- 1.162
Palma de Mallorca: 523.000 ———- 1.046
Granada: 500.000 ———- 1.000
Tarragona: 423.000 ———-846
San Sebastián: 413.000 ———- 826
La Coruña: 408.000 ———- 816
Valladolid: 407.000 ———- 814
Santander-Torrelavega: 391.000 ———- 782
Castellón: 386.000 ———- 772
Alcira-Jativa: 348.000 ———- 696
Pamplona: 328.000 ———- 656

Ya se que esto no es nada nuevo, que es de sobra conocido que si eres homosexual y vives en un pueblo o una ciudad pequeña te mueres de asco, pero quiero aquí poner de manifiesto esta situación en términos numéricos y llamar la atención a todos los gays y lesbianas que estamos en estos casos y andamos algo desmotivados por las dificultades para relacionarse, conocer gente, tener pareja, etc., y plantearnos la necesidad o conveniencia que los homosexuales tenemos de vivir en nucleos urbanos de cierto tamaño para tener opción a una vida social y afectiva aceptable, ya se que en muchos casos es imposible, que estamos pillados por el trabajo, la familia, etc., pero solo quiero señalar la importancia del tema y la necesidad de plantearnoslo en la medida de lo posible, por la cantidad de gente que veo en cierto sentido atrapada y aburrida cuando no directamente deprimida que vive en pueblos y ciudades pequeñ@s.

Andrenio

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