"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

¿Hasta dónde llega la homofobia de la Iglesia Católica?

La Iglesia Católica ha convertido a la comunidad LGBT en uno de los chivos a satanizar. Algo similar a lo que hizo con los judios durante la edad media y hasta la década de los 60 del siglo XX.

Para refrescar la memoria la siguiente revisión dará respuesta hasta donde llega la homofobia de la ICAR.

¡Matrimonio jamás!

Como se ha comentado en muchas entradas anteriores de dosmanzanas, la ICAR no está de acuerdo, ni lo ha estado, en los diez países (a septiembre de 2010) en donde la institución del matrimonio está abierta a hetero y homosexuales.

Si bien es cierto que la familia es el núcleo de nuestra sociedad, el matrimonio es un contrato social en el que hay derechos y deberes. El matrimonio dejó de ser el «derecho que obtiene una mujer para poder ser madre en la legalidad», que es lo que significa etimológicamente la palabra «matrimonium», para pasar a ser el reconocimiento legal a una pareja que se ama, que desea vivir junta y contraer responsabilidades como pareja, así como beneficios patrimoniales y de seguridad social bajo el amparo de la ley.

Tras décadas de estudios sabemos ahora que la orientación sexual homosexual, como la heterosexual, no se elige y responde a unos factores psíquicos y biológicos (quizás genéticos) difíciles de descifrar. Sabemos también que la homosexualidad se da y se ha dado en todas las culturas y en todos los tiempos, y más importante aún, que no es una perversión ni un transtorno psicológico, o una enfermedad mental. Todo esto debe, como humanistas, motivarnos a estar del lado de una minoría que por siglos ha sido discriminada y humillada. No obstante la ICAR asume que la institución del matrimonio les pertenece, como si fuera una misa. No importa que los matrimonios que se plantean en los congresos de naciones supuestamente laicas, sea de naturaleza civil. No. La Iglesia muestra sus dientes y garras.

De forma clara el Cardenal Bergoglio refiriéndose al debate sobre matrimonios civiles puntualizó: «No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una movida del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios». El ensotanado atribuyó el proyecto a «la envidia del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra».

Afirmaba recientemente el Obispo de San Luis (Argentina), Monseñor Jorge Luis Lona, que «Si fuera aprobado este proyecto de ley, el prestigio del matrimonio como institución caería aún más. Si todo es matrimonio, nada es matrimonio. Se iría perdiendo cada vez más, el ‘capital social’ que es la familia matrimonial, reserva fundamental de nuestra sociedad». Aunque el Congreso argentino, al que se refiere Lona, no dirá que cualquier cosa en un matrimonio, pero para el prelado las razones de amor de pareja, respeto por la diferencia e gualdad de oportunidades, no caben en su cabeza.

Queda claro que a los matrimonios se opone la Iglesia. ¿Pero, permitiría una «unión civil», un tipo de figura legal que no involucre el sustantivo «matrimonio»?

Uniones civiles, tampoco

La respuesta nos viene también de la actitud de la ICAR en Irlanda, en este año (2010) en el que se aprobó la unión civil entre personas del mismo sexo. Allí Sean Brady, Arzobispo de Armagh y Primado de Irlanda, pidió a sus feligreses oponerse a esta ley porque » la Ley natural no puede ser violentada por normas legislativas»

Puesto que miles de parejas de gays y lesbianas viven en desvantaja por no poder afiliar a sus conyugues al sistema de salud o de pensión, o que estas pudieran heredar los bienes adquiridos por la pareja, se podría pensar que al menos la Iglesia Católica permitiría una ley de derechos patrimoniales ¿lo permite?

Derechos patrimoniales: ¡No!

En este caso un monseñor colombiano mostró en 2006 que la Iglesia tampoco tienen consideración por la salud o el bienestar de estos ciudadanos. El arzobispo de Tunja, Monseñor Luis Augusto Castro, dijo tajantamente en esa ocasión que «No estamos de acuerdo con este proyecto, porque no es otra cosa que un matrimonio camuflado. Es un golpe tremendo para la familia».

En debate ante el Congreso de la República afirmó: (…) La Iglesia tampoco acepta el reconocimiento jurídico de las parejas homosexuales, pues no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia, célula primaria de la sociedad y agrupación humana originante pues da origen a otros seres humanos.

(…) A las parejas matrimoniales, el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional porque cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son, por tanto, de eminente interés público. Las uniones homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común. (…)

¿Si la Iglesia no aprueba una protección legal a las parejas homosexuales, los respeta y no discrimina?

Respeto y no discriminación… de dientes para afuera sí, en la práctica no.

Aunque los obispos hablan de amor al prójimo y que no hay que discriminal a los homosexuales realmente discriminan y fomentan el odio. En España, el gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, creó y reglamentó una asigantura llamada «Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos». En dicaha materia se busca que los estudiantes respeten a todos los ciudadanos. Esto especialmente se ve en un bloque denominado «Aproximación respetuosa a la Diversidad», lo que inevitablemente lleva a que se hable del respeto a las personas homosexuales.

La reacción de la Iglesia a esta asignatura fue virulenta. El Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, llegó a decir que esta asignatura “invade totalmente” el principio de libertad religiosa y el derecho de los padres a «determinar» la educación moral de sus hijos, ya que según él es «responsabilidad y competencia» de la Iglesia Católica «los temas que tienen que ver con la fe, la moral y la ética derivada de la fe».

Es claro que la Iglesia Católica (al igual que muchas de sus hijas protestantes) no desean que las nuevas generaciones respeten a las personas homosexuales. La homofobia de la ICAR es tal que la Congragación para la Doctrina de la Fe, heredera de la Inquisición, pidió el 23 de julio de 1992 que los homosexuales no podían ejercer cargos como docentes o entrenadores deportivos.

Dice la declaración de la Inquisición, liderada entonces por el actual Papa: «Existen áreas en las que no es una discriminación injusta tener en cuenta la inclinación sexual, por ejemplo la adopción o el cuidado de niños, en empleos como maestros o entrenadores de deportes y en el reclutamiento militar… La «orientación sexual» no constituye una cualidad comparable a la raza o al grupo étnico, etc., con respecto a la no discriminación. A diferencia de éstas, la orientación homosexual es un desorden objetivo».

La Iglesia realmente odia al homosexual. En sus actos lo sigue considerando un enfermo mental. Esto quedo claro cuando el 17 de junio el Obispo argentino Jorge Luis Lona despachándose contra el matrimonio homosexual y las uniones civiles afirmo que esta norma «legitimaría socialmente el desorden natural de la homosexualidad».

¿Permitiría entonces la Iglesia que los homosexuales pudieran vivir libres en la sociedad?

Despenalización tampoco

En la India, país en el que hasta el 2009 era ilegal la homosexualidad, se opusó el cardenal Varkey Vithayathil, presidente de la Conferencia Episcopal India. El cardenal defiende la discriminación y el mantenimiento de prejuicios contra los homosexuales. “Las leyes penales de un país defienden los mínimos morales de una sociedad. Aunque despenalizar la homosexualidad no la hace moral, la gente sí puede pensar que es moralmente permisible. El Gobierno no debería dar la impresión de que la homosexualidad está permitida”. Afirmó el jerarca católico.

En el 2008 el Vaticano se opuso furibundamente a una propuesta de la ONU para que a nivel internacional se despenalizará la homosexualidad, a pesar que en muchos lugares del mundo, como en Irán, la pena de muerte se dirige contra gays y lesbianas. El sesudo argumento esgrimido en esa época fue que eliminar la penalización de la homosexualidad «crearia nuevas discriminaciones»

¿Pues si no permite matrimonio, uniones civiles, leyes patrimoniales, educación contra la discriminación, que puedan incluso laborar en ciertos ámbitos, o que no sean llevados a la cárcel, qué es lo que desea la Iglesia Católica para los homosexuales?

La respuesta es fácil. La hoguera y los trabajos forzosos. Quizás también muchas de sus monstruosas torturas con las que se deleitó en la Edad Media.

A partir del año 342, poco después de hacerse el cristianismo religión del Imperio Romano (lo que ocurrió en el 313), los actos homosexuales se empezaron a castigar con la pena de muerte. Sin embargo, durante los 800 años siguientes, los actos homosexuales, se consideraron un vicio menor, atribuidos a una lujuría excesiva. No obstante, durante el siglo XIII la homofobia en intensificó, cuando la sodomía era considerada una herejía, y los gobiernos empezaron a aprobar leyes para castigarla severamente. Este fervor homofóbico tuvo su éxtasis desde 1478 hasta 1778 cuando la Inquisición condenó a muerte a los homosexuales en España y sus colonias.

Algunas de sus victimas fueron Jeronimpo de Bergamo, Alessandra Fiorentina y Madonna Caterina, colgados y quemados por homosexualidad el 22 de diciembre de 1557; Gabriello di Thomaien, quemado vivo por homosexualidad el 8 de febrero de 1559; y 13 herejes más un alemán de Augusta, acusados de homosexualidad, quemados vivos el 17 de febrero de 1559.

Entre 1566 y 1775 en el tribunal de la santa Inquisición en Valencia se procesaron por sodomía 359 personas, de las cuales solo 62 fueron absueltas. Los castigos incluían multas, arrestos, azotes, reclusión, trabajos forzados y la condena a las galeras. Siendo este último el que más frecuentemente se aplicó.

Definitivamente de no haber sido por el contrapeso histórico de la Ilustración, la declaración de los derechos del hombre, el laicismo y el secularismo subsiguiente, la Iglesia Católica aún tendría las fauces y las garras rojas con la sangre de sus contradictores, y seguiría quemando homosexuales, porque ya no hay barcos galeras impulsados por remos.

La construcción de una sociedad respetuosa con todas las minorías lleva ineludiblemente por la construcción de una sociedad laica y democrática. La religión, o mejor, todas las religiones, deben quedar en la esfera personal, sin influencia legislativa, a fin de que la discriminación y la homofobia pueda superarse definitivamente.

Yesyd Rodríguez

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