"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

El testimonio del último superviviente homosexual conocido de los campos de concentración nazis

Rudolf Brazda es, expresado con más propiedad, el último superviviente conocido de aquellos que fueron encerrados en los campos de concentración nazis por su homosexualidad. Como ya contamos en dosmanzanas, Brazda no hizo pública su condición hasta el año 2008, cuando participó en los actos de inauguración del monumento berlinés a las víctimas homosexuales del nazismo, pero este mes de octubre ha vuelto a hablar con los medios sobre su historia de persecución, barbarie y supervivencia.

Brazda tenía 20 años cuando Hitler llegó al poder y había vivido su orientación sexual abiertamente, hasta que los nazis endurecieron el infame ‘Párrafo 175’, la ley que penalizaba la homosexualidad. El 8 de agosto de 1942, después de dos estancias en la cárcel, fue enviado al campo de concentración de Buchenwald, donde fue marcado con el número 7952 y un triángulo rosa. Pese a que Buchenwald no era un campo de exterminio, unos 56.000 prisioneros de los 238.000 que fueron encarcelados encontraron allí la muerte, ejecutados, enfermos o de puro agotamiento.

Por si fuera poco, los presos homosexuales tenían que soportar además el desprecio del resto de presos, ocupando el lugar más bajo. Y lo que es aún más terrible, cuando los aliados liberaron los campos, muchos de los presos homosexuales siguieron prisioneros o se vieron obligados a guardar silencio sobre su experiencia dado que la homosexualidad continuaba penalizada en muchos países.

Tras su liberación Brazda se estableció en Francia, donde consiguió encontrar una cierta paz junto a su pareja durante 50 años, pero desgraciadamente no todas las víctimas de los ‘Triángulos Rosa’ tuvieron esa suerte. Por eso Rudolf Brazda sigue resuelto, a sus 97 años, a difundir el testimonio de su pasado, esperando que las próximas generaciones no bajen la guardia ante los signos de intolerancia. Os dejamos con su testimonio, tan importante como atemporal.

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