"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Socialismo y sexodiversidad

Según el diccionario de la Real Academia Española, se define al Socialismo como un «Sistema de organización social y económico basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y en la regulación por el Estado de la actividades económicas y sociales, y la distribución de los bienes.» Pero lejos de querer dar una definición políticamente exhaustiva acerca del término, la idea de esta reflexión es analizar la relación que ha existido entre las luchas por el reconocimiento de los derechos civiles de las personas LGBT y el Socialismo.

Sin llegar a ser extremadamente riguroso en el estudio de la evolución histórica de esta simbiosis, puede decirse que (al menos en América Latina) se ha relacionado al Socialismo y la izquierda en general con la lucha por las reivindicaciones sociales de las clases más desposeídas y desatendidas de la sociedad; así como también se le asocia con iniciativas ecologistas, igualitarias y en favor de los derechos de las minorías.

Una de las banderas que ha levantado la izquierda (y una de las luchas con las que se les reconoce) es, por ejemplo, el reconocimiento legal de la igualdad de género; en virtud de la cual, hombres y mujeres tienen los mismos derechos y obligaciones en la sociedad, y por ello, no deben ser las últimas víctimas de discriminación a ningún nivel. Otra batalla emblemática de la izquierda ha sido la de los derechos obreros, la legislación acerca de las condiciones laborales mínimas que deben gozar los trabajadores, así como también sus beneficios, sueldos y el otorgamiento de potestades a las organizaciones obreras y comunitarias en la toma de decisiones de los asuntos que les atañen más directamente; a lo largo de nuestro continente han existido diferentes partidos políticos identificados con la izquierda que han llevado sus programas siguiendo unos lineamientos más o menos parecidos; repito, la descripción anterior en ningún momento pretende ser la descripción paradigmática del socialismo, sólo el manifiesto de una apreciación más o menos común.

Como sustento a lo anteriormente expresado, tenemos diferentes ejemplos de gobiernos que se definen socialistas y han llevado a cabo diferentes reformas a favor de estos cambios tan necesarios, los resultados son de los más diversos, esto sujeto a las situaciones específicas y a un cúmulo de factores que no se pretenden dilucidar en este espacio.

En cuanto a la sexodiversidad en Latinoamérica, es la izquierda quien ha dado el paso hacia adelante: la República Argentina ha sido el primer país en reconocer los derechos civiles a las personas LGBT; al tiempo que acoge en un seno una rica cultura sexodiversa que puede ser palpada en la radio, la televisión y la cotidianidad; no obstante, las reivindicaciones sociales tampoco son prerrogativa de la izquierda (al menos no en lo que se refiere a las leyes rosa). Así tenemos, por ejemplo, el caso de Colombia, que si bien no se ubica en este espectro político ha propiciado muchos avances en materia legal a favor de la comunidad LGBT: la legislación neogranadina contempla una importante cantidad de derechos civiles a las personas LGBT, incluso el derecho de los homosexuales a servir abiertamente en el Ejército colombiano.

El mensaje es claro; sin importar la tendencia política que se tenga, el respeto a las minorías es la piedra angular de la Democracia. Si bien la proyección y reconocimiento de estas leyes constituye un gran salto adelante que quizás pueda causarle vértigo a más de uno, hace falta audacia para llevarlos adelante; al fin y al cabo, estas “leyes rosa” no son más que los mismos Derechos Humanos aplicados a un colectivo que históricamente ha sido legalmente disminuido debido al prejuicio, del mismo modo que lo fueron las mujeres y los afrodescendientes en un tiempo pretérito.

Con respecto a la derecha, estereotípicamente atada al conservadurismo y a su tendencia a la religiosidad (no sin razón) está a tiempo de romper el molde y reformular su papel en la arena política, deshacerse del legado nada favorable que le antecede y poner adelante siempre el respeto a las diferentes formas de pensar, sentir y vivir; sin que eso tenga que se considerado como una “Afrenta a los Principios Tradicionales de la Sociedad” y un “Atentado contra la Familia. Todas las sociedades tienen sus fallas y la tarea de la administración política es irlas identificando y corrigiendo, la discriminación y el prejuicio (de cualquier tipo) no deberían ser considerados como “Principios Tradicionales Inamovibles” sino por el contrario deben ser contrarrestados con una cultura de respeto mutuo y tolerancia. Anclarse en un statu quo que nos impida como sociedad “Perder nuestras Tradiciones” puede volverse en nuestra contra e imposibilitarnos, más temprano que tarde, a conquistar avances más que deseados por los individuos.

En cuanto al Socialismo, más allá de sus conceptos económicos particulares y característicos, debe tener en cuenta su fausta tradición reivindicadora y audaz en favor de las minorías y grupos menos favorecidos; independientemente de los prejuicios que, por la misma dinámica de las sociedades, ha ido adquiriendo; debe saber desprenderse de ellos y “ponerse en los zapatos” de aquel que es objeto de desprecio, segregación y rechazo por ser, vivir o sentir diferente que el resto. Citando al Che Guevara, los hombres y la mujeres socialistas deben recordar siempre que la cualidad más bonita de los revolucionarios es que “Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”. Probablemente en la misma cuadra donde viven, en la casa de al frente, en la peluquería, en el café, en la oficina, en el taller, en la escuela de los niños, quizás entre sus amigos o en el lugar más insospechado, exista un hombre y una mujer que lleva una pompa fúnebre por dentro, pues no se le permite vivir como lo desea hacer y porque el púlpito le condena y la ley lo encarcela sólo y por el simple hecho de ser Lesbiana, Gay, Bisexual o Transexual.

L. Gómez

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Comentarios
  1. JL
  2. juan mb
  3. en fin
  4. JL

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