"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Italia y la línea de la palmera

Italia se hunde. Y no me refiero solo a las turbulencias en ‘los mercados’ o a las rebajas en la calificación de la deuda soberana. El viñetista Altan ha reflejado el sentir de muchos italianos en una viñeta publicada hace unas semanas en L’Espresso: ‘Ya no quiero el futuro. Tráigame la cuenta’.

Se equivoca quien piense que Italia siempre ha estado en crisis y que esta es solo ‘una más’. No pueden estar más equivocados. La derecha mediática española que tanto ha criticado la política económica del presidente Zapatero debería venir a ver lo que está pasando aquí. Puede que el gobierno Berlusconi haya llegado a su ocaso, pero su régimen amenaza con perpetuarse. Italia es hoy un país en ruinas, sin rumbo ni gobierno, a la deriva política, social y económica. Un país sin memoria ni futuro, con medios de ‘comunicaciónsemi-libres (el periodista Michele Santoro ha afirmado que hasta la misma palabra censura ha sido censurada), intentos incensantes de limitar las libertades de asociación y de reunión, una red sitiada y bajo la amenaza continua de nuevas leyes ‘bavaglio‘ (mordaza), mafiosos aclamados como héroes o una ministra de Ciencia y Educación que cree que los famosos neutrinos que viajaron desde Suiza a los Abruzos lo hicieron a través de un túnel real de más de setecientos kilómetros…

Un país, además, lleno de homosexuales anti-gay, donde gays, lesbianas y transexuales no tienen ningún derecho, donde ni siquiera se debate acerca de los derechos LGTB, pero donde todo el mundo parece estar patológicamente obsesionado con la homosexualidad.

La crisis del movimiento LGTB

No pretendo hacer un diagnóstico sobre la homofobia en Italia: me concentraré en aspectos menos conocidos de la realidad italiana. Dos Manzanas es uno de los pocos medios LGTB extranjeros que ha hecho siempre un buen trabajo en su ‘coverage’ de Italia, que es de altísimo nivel, y sus lectores saben ya que este es un país homofobo y que la fijación de numerosos políticos y personalidades públicas italianas (de izquierda y de derecha) por atacar las relaciones entre personas del mismo sexo no conoce límites. Como ha dicho Wu Ming: ‘en la Italia berlusconalizada se autoalimenta desde hace tiempo un círculo vicioso entre incitación a la homofobia (con cada vez más episodios violentos en la calle) y la rutilante exhibición/exaltación del gay famoso y posiblemente de derechas (de Platinette a Signorini a Lele Mora, pasando por Dolce & Gabbana)’.

En los últimos años tanto la izquierda como el mundo LGTB italianos han llevado sus respectivas crisis hasta extremos increíbles. Ha habido de todo, incluso gente de ‘izquierda’ que firmaba peticiones en favor de los fascistas, los defendía y los alababa con entusiasmo. Por lo que se refiere al movimiento LGTB, desde siempre débil e ineficaz, ha permanecido inmóvil, descomponiéndose durante décadas hasta que finalmente se ha desplomado, sumiéndose en una crisis abierta entre distintas facciones (el reciente debate sobre el ‘outing’ de personalidades públicas puso una vez más de manifiesto estas divisiones). Hay siglas muy conocidas en el extranjero que ya no representan casi nada. Al mismo tiempo se ampliaba la ruptura ya existente entre el movimiento y una mayoría de la comunidad LGTB. Pero en lugar de intentar comprender porque no lograba conectar mejor con la gente, una parte del movimiento ha respondido a las críticas como suelen hacerlo los políticos de la llamada ‘izquierda’: ignorándolas, cerrándose en sí mismo y acusando a los demás de ser unos vagos que saben solo quejarse. Muchos han empezado a ver en el movimiento un problema, pasando de la indiferencia a la hostilidad y rechazando todo lo relacionado con el activismo LGTB. Finalmente, se puso de moda ser de derechas. El problema es que algunos fueron más allá, negando que en Italia exista homofobia, llamando victimista a quien la denunciaba y rechazando la cultura gay, a la que tachan de ‘ghetto’. Las cosas parecen haberse calmado en los últimos tiempos, pero Italia sigue llena de homosexuales anti-gay: conformistas, clericales, contrarios a las drag queens, al orgullo, al matrimonio y en general a todo lo que sea gay (ghetto!).

El movimiento debería reorganizarse y pasar de la destrucción a la (re)construcción. El colectivo LGTB italiano necesita un movimiento fuerte y bien organizado, que sea muy LGTB y poco italiano, sin ‘líderes máximos’, con menos guerras ridículas entre ‘machos’ y más mujeres y trans en los puestos de mando. Un movimiento que sea capaz, por lo menos, de hablar con la gente. Es fundamental un cambio radical y que los viejos ‘líderes’ se marchen a casita de una vez. Afortunadamente hay asociaciones como Agedo, Rete Lenford y Certi Diritti cuyo trabajo en defensa de los derechos LGTB merece ser destacado, y que suponen una brizna de esperanza.

Genocidio cultural

La crisis del movimiento LGTB puede quizás entenderse mejor si se pone en el contexto italiano: estos últimos 20 años pueden verse como la culminación de un largo proceso de desculturalización que ha preparado el terreno para el retorno del fascismo (un fenómeno que Pasolini fue el primero, y el solo, en entender). Un fascismo nuevo, de rostro consumista, que está en la calle y se puede ver en la manera como la gente actúa, piensa, habla y trata los demás. Los efectos de la propaganda han sido devastadores (en las mujeres, por ejemplo, de las que se pretende que ‘sean guapas y se callen‘). Entre los ganadores de ese proceso se encuentran la ‘casta’ y las mafias. La iglesia católica, por su parte, ha logrado dos de sus objetivos: interrumpir el proceso de modernización de los años 60 y 70 y luego lanzarse con éxito a la ‘reconquista’, retomando el control del pueblo, recortando derechos civiles y libertades y poniendo fin al proceso de liberación de la mujer. Hoy todo el mundo se define católico en Italia. La iglesia se hace aclamar en la prensa de ‘izquierdas’ por condenar a Berlusconi (cuando en realidad sigue apoyándole) y es cada vez más rica, poderosa e intocable (tan intocable que ya casi nadie se atreve a oponerse o a denunciar los casos de pederastia en el clero). No hay un espacio que se libre de la influencia del católicismo.Los pocos laicos y antifascistas que quedan en Italia son sistemáticamente tachados de intolerantes (esta neolengua, esto de discriminar a alguien y luego tacharle de intolerante si se defiende es algo muy característico de esta Italia).

Es cierto que, como ha dicho Miguel Mora, ‘lo más grave es que ese proyecto nihilista, que ha convertido a los ciudadanos en espectadores y a la oposición en un guiñapo, ha terminado arrastrando a la mayoría a asumir que la normalidad es esto’ pero también es importante subrayar que los italianos no han sido víctimas de Berlusconi, solo de sí mismos. El ‘berlusconismo’ es, antes de todo, un fenómeno sociológico profundamente italiano. Además, el problema ya no es (solo) ‘él’. La llamada ‘izquierda’ tiene una responsabilidad enorme en lo que ha occurrido en el ‘belpaese’ a lo largo de estos años. Umberto Eco ha dicho en una entrevista al diario Il Manifesto que el 75% de los italianos son ‘berlusconianos’. Hace mucho tiempo que nadie dice ‘algo de izquierdas‘ en Italia.

La línea de la palmera

Hoy más que nunca sería necesario cambiar el régimen y la narrativa dominante pero no hay oposición. Todo el mundo se queda en los límites del discurso dominante (no hace falta subrayar, creo, que en Italia este es es el de Berlusconi y el Papa) y la mayoría de los italianos, anestesiados por 30 años de tele-basura, apoyan rabiosamente a la ‘casta’. Lo más probable es que Italia sigua hundiéndose cada vez más en la pobreza, el clericalismo, el fascismo, el ecocidio, la desculturalización y el olvido.

Italia ha sido un laboratorio. Lo ocurrido aquí deja una cuantas lecciones para el futuro, que tanto España como el resto de Europa no parecen haber aprendido. Deberían hacerlo cuanto antes. La ‘línea de la palmera’ o la ‘línea del café cargado’ de la que hablaba el gran escritor siciliano Leonardo Sciascia ha seguido ascendiendo hacia el norte y amenazan con cruzar la frontera italiana (será debido al cambio climático…). Como ha dicho Miguel Mora, ‘si este espanto ha sucedido en Italia, que hace solo 40 años era la vanguardia cultural de Europa y quizá del mundo, mucho más fácilmente puede suceder en un lugar como España… Ya nos contagiamos del virus hace 75 años, y eso son solo migajas en el río del tiempo’.

Nicola

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