"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

El vino se agrió en las bodas de Canaan…



…o eso debieron de pensar Javi y Johni cuando esperaban celebrar su boda en unas afamadas bodegas extremeñas el próximo 11 de noviembre. Llevaban preparando el evento desde hacía varios meses, con ilusión y ganas de compartir su compromiso con sus familiares y personas amigas y conocidas. Para la celebración habían concertado el uso de las instalaciones con una bodega extremeña dónde llevar a cabo la ceremonia y después y homenajear a sus más de 200 acompañantes y asistentes a la boda.

A pocos días del evento, el dueño de la bodega o socio mayoritario, decide anular el compromiso adquirido con los clientes/contrayentes aludiendo que, por razones de índole moral, no puede celebrar en sus bodegas una boda gay.

Y yo que creía que el vino siempre había servido para unir a las gentes, celebrar encuentros, brindar por la felicidad presente y la venidera, tender puentes, crear vínculos, romper barreras, buscar treguas, acabar conflictos… Pues, por lo visto, no siempre es así, y aún hoy en día tenemos que toparnos de bruces con bodegueros que prefieren que el vino se les agríe en los toneles a compartirlo con personas que, por su condición de homosexuales, no son merecedores de tales favores.

Como empresa privada que es, tiene reservado el derecho de admisión, pero ese derecho no incluye en ningún caso la discriminación ejercida hacia personas homosexuales por el mero hecho de serlo, por lo que espero que las autoridades competentes le apliquen la penalización que proceda.

Lástima que un bodeguero y una bodega, encumbrada en una fama tan efímera como la resaquilla que deja el vino, eche por tierra el trabajo de muchos otros bodegueros y bodegueras que diariamente trabajan por elaborar excelentes caldos y que viven para que ese vino llene las copas de otras tantas bodas, sin tener en cuenta si los que se casan son dos hombres, dos mujeres o un hombre y una mujer.

Mi abuela no entendía de vinos, pero si comprendía y sabía de amor y, a pesar de sus años, de la educación recibida, de vivir en un mundo donde el papel de la mujer fue siempre secundario, de los tiempos que le toco vivir, siempre estuvo abierta a la diversidad, siempre estuvo abierta a la felicidad, siempre estuvo abierta a la tolerancia…Mi abuela hoy le diría a ese bodeguero: “Saca el mejor vino que tengas en la bodega, que es la boda de mi nieta y su novia”.

Si no amas la vida y el amor, no puedes amar el vino. Y si no amas el vino, no mereces ni saborearlo ni compartirlo.

Extremadura Entiende

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