El enrevesado giro LGTB de “Misfits”

No cabe duda que estamos en un momento cinematográfico y televisivo en el que todo lo que tiene que ver con los superhéroes de los comics (o los personajes de los cuentos de hadas) es exprimido hasta casi perder su esencia, como ya vimos hace unas semanas en Once Upon a Time; lo mismo en la malograda Héroes (donde el guapérrimo y “miembro del colectivo” Zachary Quinto ejercía de villano) o en No Ordinary Family, que no aguantó más allá de la primera temporada.

Los superpoderes tienen la cualidad de recaer siempre en gente buena, bondadosa, con una ética envidiable y listos para sacrificarse a la primera de cambio…, siempre que la concesión de dicho superpoder sea por accidente, claro; quienes los buscan activamente están abocados a ser los malos malísimos de la historia. Sin embargo, ahí está Misfits…, que es más de lo mismo, pero diferente. Los superpoderes fueron a agraciar a gente de moralidad “neutra”, por llamarla de alguna forma, como si le tocase una lotería sobrenatural a esa prima que todos hemos tenido, que solo se divierte en los polígonos y cuyo ejemplo de éxito es Belén Esteban… Pues un día ¡¡ZAS!! ¡Ella y sus amigotes se convierten en superhéroes! ¿Qué pasaría entonces?

ATENCIÓN: A PARTIR DE AQUÍ HAY SPOILERS SOBRE LA TRAMA DE LA SEGUNDA Y TERCERA TEMPORADA. SI TODAVÍA NO LA HAS VISTO, SIGUE LEYENDO BAJO TU RESPONSABILIDAD.

Esta premisa ha llevado a Misfits hasta una tercera temporada de éxito indiscutible, donde en cada capítulo no hacen sino superarse. Tras el hilarante final de la segunda temporada, los protagonistas han cambiado de poderes, y el que más nos llama la atención es el de Curtis…, un corredor de fondo venido a menos por asuntillos de drogas, que pasa de dar saltos en el tiempo a –ojo al dato– cambiar de sexo a su antojo. Si bien en un principio parece un poder un tanto absurdo (aunque peor parada salió Kelly, que pasó de telépata a diseñadora de cohetes, o como ella diría; “I’m a f***ing rocket scientist!”), los guionistas no han tardado en exprimirlo al máximo.

Así, en el segundo capítulo de la presente temporada nos encontramos con una relación hetero-bisexual-lésbica (con un toque gay incluido); todo un pentagrama amoroso-sexual-afectivo con sólo 2,5 personas. ¿Se puede sacar más (y mejor) provecho a esta trama? Sinceramente, lo dudamos.

Si estáis cansados de Supermanes perfectos, de Spidermanes ingeniosos o de Thors tan estúpidos como guapos, no perdáis más tiempo y comenzad a ver una de las series británicas de mayor éxito desde Skins.