"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

De la comprensión hacia la persecución de los homosexuales a la oposición al matrimonio igualitario: nuestro repaso a los papables

Tras la renuncia de Joseph Ratzinger, todos los medios de comunicación manejan listas de los principales candidatos a ser elegido Papa. Y aunque es difícil hacer pronósticos en un proceso históricamente marcado por las ambiciones personales, los juegos de poder y las alianzas de intereses -o la voluntad del Espíritu Santo, para los creyentes católicos- nos parece interesante examinar los antecedentes homófobos de los nombres más destacados. Y el resultado no es esperanzador. Ya simplemente el hecho de que el considerado «gran favorito» sea un cardenal africano que se ha mostrado comprensivo hacia las leyes que castigan con la pena de muerte las relaciones homosexuales debería ser objeto de una reflexión profunda…

Los nombres que más suenan estos días en los medios de comunicación son los de…

Peter Turkson (Ghana, 64 años)

El actual presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, Peter Turkson, es considerado el «gran favorito», condición que para muchos es precisamente su principal desventaja. Conservador, razonablemente joven y sobre todo africano, lo que facilitaría a la iglesia católica un enorme potencial de imagen, sobre todo fuera de Europa, donde esta confesión se enfrenta a la fuerte competencia de otras confesiones. Pero es también, de toda la lista, el que con más claridad ha expresado sus convicciones homófobas. Hace un año, National Catholic Register recogía la respuesta de Turkson a la petición que el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, hacía a la Unión Africana, pidiendo a los líderes del continente que respetaran los derechos de las minorías sexuales (muchos países africanos castigan con penas de cárcel e incluso muerte a las personas homosexuales). El cardenal repondía a Ban Ki-moon que si bien algunas de las sanciones que los países africanos imponen a las personas homosexuales son «una exageración» la intensidad de la reacción contraria a la homosexualidad en África «está probablemente en consonancia con la tradición». «Así como hay una necesidad de apelar a los derechos, hay una necesidad de respetar la cultura, de todo tipo de personas. Si se está estigmatizado, para ser justos, es probablemente correcto preguntarse por qué se está estigmatizado», añadió.

Tras mostrar de esa forma su comprensión hacia la persecución de las personas homosexuales, Turkson también incidió en su oposición a que los derechos LGTB sean considerados derechos humanos. «Nosotros impulsamos los derechos de los presos, los derechos de los demás, y lo último que queremos es violar los derechos de nadie. Pero si de lo que hablamos es de ‘un estilo de vida alternativo’, ¿son eso derechos humanos?», expresó. «Él [en referencia a Ban Ki-moon] tiene que reconocer que hay una sutil distinción entre la moral y los derechos humanos, y eso es lo que hay que dejar claro».

Sin más comentarios…

Francis Arinze (Nigeria, 80 años)

El otro gran papable africano, también de perfil conservador. Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (le sucedió el español Antonio Cañizares), su nombre ya sonó con fuerza hace siete años, y aún continúa en la lista, pero la edad juega hoy en su contra.

Los puntos de vista homófobos de Francis Arinze no son tan explícitos como los de Tuckson, pero escarbando en su biografía descubrimos una intervención suya en la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos, en la que equiparó homosexualidad, pornografía, «fornicación» y adulterio, además de críticar las uniones «irregulares» y el divorcio. Una intervención que ya en su momento desencadenó protestas tanto de profesores como de alumnos de dicho centro universitario.

Marc Ouellet (Canadá, 68 años)

Marc Ouellet es el actual prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Ha sido arzobispo de Quebec y cardenal primado de Canadá. Opositor al matrimonio igualitario, precisamente en uno de los primeros países del mundo en aprobarlo. En 2005, durante el proceso de audiencias previas a su aprobación a nivel federal, Ouellet afirmó que «el estado debe tratar a los homosexuales con respeto y encontrar acomodos consistentes con sus derechos, pero no en una categoría a la que no pertenecen: la categoría del matrimonio».

Hay un antecedente positivo en su historial, no obstante, que lo hace único en la lista: en 2007 hizo pública una carta en la que pedía públicamente perdón por los errores de la iglesia católica de Quebec en el pasado, entre los que incluía la promoción del racismo y del antisemitismo, la indiferencia a los derechos de los pueblos indígenas del Canadá y la discriminación de mujeres y homosexuales.

Timothy Dolan (Estados Unidos, 63 años)

Aunque no demasiados apuestan en serio por un papa estadounidense, el nombre de Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, aparece sistemáticamente en las listas de papables. Sus credenciales homófobas son sólidas, en cualquier caso: en 2011, durante la discusión del matrimonio igualitario en Nueva York, Dolan comparó la apertura del matrimonio a las parejas del mismo sexo al control social ejercido por dictaduras como China y Corea del Norte. “En esos países, el Gobierno ’redefine’ diariamente los derechos, las relaciones, los valores y la ley natural. Órdenes del Gobierno dictan el tamaño de las familias, quién vive y quién muere, y lo que la definición del ‘matrimonio’ y la ‘familia’ significa”, expresó. Semanas antes, en un programa de televisión, ya Dolan había cargado públicamente contra el matrimonio igualitario, comparándolo con el incesto. “Amo a mi madre, pero no tengo el derecho a casarme con ella”, fueron sus palabras.

Una vez aprobada la ley de matrimonio igualitario en Nueva York, Dolan emitió un comunicado en el que reafirmaba que el matrimonio es “la unión entre un hombre y una mujer, una unión que dura toda la vida y abierta a los hijos” y que esa definición “no puede cambiar” por una decisión que llega a calificar como “trágica”.

Odilo Pedro Scherer (Brasil, 63 años)

Odilo Pedro Scherer, arzobispo de São Paulo, es la gran esperanza de la iglesia latinoamericana para acceder por primera vez al papado. Considerado un moderado, descubrimos sin sorpresa que ya hemos hablado de él en una ocasión anterior, y no precisamente por su apertura hacia la realidad LGTB.

En junio de 2011, con motivo de la marcha del Orgullo LGTB de São Paulo (considerada tradicionalmente la más multitudinaria del mundo) se desató la polémica por la presencia de varias imágenes de santos utilizadas para promover el uso del condón como forma de prevenir el VIH. El cardenal Scherer reaccionó de forma furibunda y calificó lo sudedido de “miserable, libertino e irrespetuoso”. Tampoco le gustó que el lema de ese año del Orgullo fuera «amaos los unos a los otros”. «Instrumentalizar estas palabras sagradas para justificar lo contrario de lo que significan es profundamente irrespetuoso y ofensivo, en relación a aquello que los cristianos tienen como muy sagrado y verdadero”, expresó el ahora papable.

Óscar Andrés Rodríguez Madariaga (Honduras, 70 años)

Otro cardenal latinoamericano cuyo nombre ha sonado con fuerza como papable es Óscar Andrés Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa, presidente de Caritas Internationalis (la conocida organización humanitaria de la iglesia católica) y en el pasado secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Considerado también un moderado, se recuerdan de él sus críticas al cantante puertorriqueño Ricky Martin, abiertamente gay, por haber sido padre de dos niños por gestación subrogada, «como si estuvieran haciendo ganado». Para Rodríguez Madariaga lo que hizo Martin «es disminuir la dignidad de la persona humana». Pero lo que resulta especialmente preocupante es la feroz oposición de Rodríguez Madariaga a las campañas a favor del uso del preservativo como forma de prevenir la transmisión del VIH, según él »destinadas a fomentar la promiscuidad y fornicación». »Así nunca acabaremos con la enfermedad, porque creemos que debe hacerse una cuestion más seria en cuanto a promover el rescate de los valores morales, la fidelidad en las parejas y otras acciones que eviten el avance del mal», ha llegado a afirmar.

Otros punto oscuro en su biografía, no relacionado con los derechos LGTB pero sí con prejuicios discriminatorios, fueron sus declaraciones antisemitas de 2002, cuando acusó al supuesto control judío de los medios de comunicación estadounidenses de querer engrandecer el escándalo de los abusos a menores cometidos por clérigos católicos para distraer la atención del conflicto palestino-israelí. Rodríguez Madariaga se disculpó luego por sus palabras.

Christoph Schönborn (Austria, 67 años)

En abril de 2012 el arzobispo de Viena y presidente de la Conferencia Episcopal Austriaca, Christoph Schönborn, nos daba una pequeña alegría al avalar a Florian Stangl, católico y gay, como miembro del consejo parroquial de Stützenhofen, un pueblo de la Baja Austria, elegido por los feligreses pese a la oposición inicial del párroco. Semanas después llegaba el jarro de agua fría, cuando en una entrevista en un diario italiano Schönborn mostró su convicción de que la iglesia católica seguiría combatiendo las relaciones entre personas del mismo sexo. “Se necesita un camino de conversión, tanto para los divorciados que se vuelven a casar como para los que viven en relaciones de pareja homosexuales. Hay que ayudarlos a entender que eses no es el plan de Dios“, declaró entonces.

Sea como sea, el cardenal Christoph Schönborn, miembro de una destacada familia de la nobleza centroeuropea, tiene un perfil singular que lo distingue del resto de papables. Alumno de Joseph Ratzinger -del que al parecer fue uno de sus valedores en el cónclave- es conocida su postura crítica ante el celibato obligatorio, al que ha llegado a responsabilizar en parte de los abusos a menores cometidos por miembros del clero católico. Y en 2010, al referirse a la homosexualidad, manifestó que las relaciones de pareja estables entre personas del mismo sexo eran “claramente mejores” que la promiscuidad. Quizá por todo ello, aunque su nombre aparece entre los papables, su elección sería la gran sorpresa.

Y finalmente, «los italianos»

Pocos dudan de que los cardenales italianos, el grupo más numeroso de entre los cardenales electores (28 de 117) intentarán maniobrar para recuperar el papado después de dos pontificados «extranjeros». Entre ellos, el arzobispo de Milán, Angelo Scola (71 años), aparece como el candidato más sólido… y de probada homofobia. En dosmanzanas, de hecho, ya hemos recogido algunas de sus declaraciones. En junio de 2012, en referencia a la relevancia medíatica alcanzada por el Congreso Internacional Teológico Pastoral y VII Encuentro Mundial de las Familias que tuvo lugar precisamente en Milán, Scola declaró que “es un signo del hecho de que la familia definida por los sociólogos como normal, es decir la que se basa en la relación fiel de un hombre y una mujer casados y abiertos a la vida, es el deseo de las mujeres y de los hombres de hoy«. Angelo Scola, por cierto, firmó una entusiasta introducción a un libro del sacerdote católico francés y “curador” de homosexuales Tony Anatrella.

Otro de los italianos cuyo nombre suena como papable es Gianfranco Ravasi (70 años), presidente del Consejo Pontificio para la Cultura. También de él hemos hablado ya en dosmanzanas, al hilo de ese mismo congreso, donde equiparó las parejas homosexuales a la violencia en el ámbito familiar, que definió como “prácticas desconcertantes”. En una metáfora realmente confusa, Ravasi comparó la situación de la familia a la de una casa compuesta de varias habitaciones, la primera de las cuales es la “habitación del dolor”, es decir, de la laceración, de la incomprensión, de la violencia que, según él, corren el riesgo de minar los fundamentos de la institución familiar. “La lista de las antiguas laceraciones como los divorcios, las rebeliones, las infidelidades, el aborto hoy se extiende a nuevos fenómenos socio-culturales como (…) los sorprendentes y desconcertantes itinerarios bioéticos de la fecundación artificial, la clonación, la pareja homosexual y las adopciones por parte de parejas del mismo sexo, las teorías sobre el género, la monoparentalidad, la pornografia”, declaró entonces el prelado.

El tercero de los italianos que suena como posible sucesor de Ratzinger es, por último, un viejo conocido de dosmanzanas: Tarcisio Bertone (78 años), secretario de Estado vaticano, cuyo currículum homófobo es desde luego de los más destacados. Baste recordar sus declaraciones de abril de 2010, cuando responsabilizó a la homosexualidad de los casos de pederastia cometidos por clérigos católicos. «Muchos psicólogos y muchos psiquiatras han demostrado que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero muchos otros han demostrado, me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pedofilia”, declaró entonces Bertone. Unas palabras que dieron la vuelta al mundo y merecieron duras críticas, pero que no parece supongan un problema para ser considerado candidato papal.

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