Luces, cámara y acción

Un niño y una niña de una ciudad de provincias del Norte de Uruguay, Tacuarembó, sueñan con ser famosos y abandonar su aburrido mundo, y se inventan coreografías al ritmo de Flashdance mientras descubren emocionados la magia de la telenovela Cristal. El futuro no será como ellos soñaban y acabarán trabajando en un parque temático católico. Una trayectoria vital que hemos seguido la mayoría, por otra parte. Si no igual, parecida.

Miss Tacuarembó (Uruguay, 2010), dirigida por Martín Sastre, tiene todo para convertirse en una película de culto: personajes inolvidables y actores en estado de gracia, frases de esas que entran a formar parte de nuestras vidas y que uno repite y repite hasta olvidar su procedencia, un inicio que enamora (“¡mi vida eres túuuuuuu, y solamente túuuuuuu!”), números musicales católicamente kitsch (algo que la acerca a la magnífica y minusvalorada 20 centímetros), Rossy de Palma, Natalia Oreiro y las piernazas y la sonrisa de Boris Bakst (atención, directores de casting: tráiganselo a España ya). La aparición de la mismísima Jeannette Rodríguez hace que el que suscribe tenga orgasmos múltiples.

Ciertamente, no se trata de una buena película, pero sí de una película inolvidable. Y además, ¿qué demonios? ¿nos tienen que gustar solo las buenas películas?

Miss Tacuarembó obtuvo el premio a la mejor película y al mejor guion en la sección Zona cine en el Festival de cine de Málaga. Por cierto: las canciones originales son estupendas, no tendrían por qué haber recurrido a otras.

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Muy distinta es Keep the lights on (Estados Unidos, 2012) dirigida por Ira Sachs, el dramón que ha hecho suspirar a gays de todo el mundo durante 2012 (el Weekend del año). No es, a mi juicio, comparable a Weekend, porque en este caso se trata de una historia de amor a lo largo del tiempo, y casi todos sabemos cómo acaban muchas historias de amor a lo largo del tiempo. Quizá mi inicial rechazo a la película sea mi incomprensión en general (tanto en el cine como en la vida) hacia el mundo de la droga. A los que no hemos tenido nunca dinero para drogarnos nos cuesta entenderlo.

Aun así, los dos actores principales y la naturalidad, cercanía y sinceridad con la que el director nos adentra en escenas durísimas (que además, o puede que quizá por eso, están basadas en hechos reales) convierten a la película en una de esas indispensables que todo el mundo debería ver.

Thure Lindhardt, que interpreta al personaje principal, se deja la piel. La absoluta intimidad que trasmite resulta dolorosamente insoportable. Por otro lado, nos quedamos con las ganas de saber más sobre Avery Willard, cuya trayectoria vital es objeto del documental que está rodando el protagonista.

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Odisea Editorial se lanza al digital

La conocida Editorial LGTB inaugura una colección exclusivamente en formato digital a precios muy atractivos (creo yo). Para ello cuentan con una firma de lujo. «Tras cinco años en silencio, Hecheres Beltrán regresa por todo lo alto con una novela que sorprenderá a más de uno. Para que no tengas miedo es un sencillo y bonito cuento, repleto de aventuras y hazañas, para demostrarnos que la tolerancia y el respeto también se aprenden con una buena lectura. A Hecheres lo acompañan dos jóvenes escritores que firman su primera obra en esta nueva colección: Daniel Fuertes se arriesga en su debut literario con el género negro. La flor más oscura es una novela que demostrará la valía y el buen hacer de Daniel Fuertes como autor de género policíaco. Si bien el género fantástico es uno de los pocos en los que Odisea Editorial no se ha adentrado demasiado, creemos que Un amor diferente, la primera obra del madrileño Alejandro Gómez, es una obra merecedora de ello.»

Iremos dando buena cuenta de estas novelas conforme las vayamos leyendo.

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