"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Víctor Casco (IU): «He dicho públicamente que soy gay por compromiso con toda la gente que lucha por el reconocimiento de nuestros derechos»

El diputado de Izquierda Unida en el Parlamento de Extremadura ha dicho públicamente que es gay y que se siente orgulloso de ello. La declaración pública sobre su orientación sexual la ha realizado en el momento de justificar la propuesta de su grupo parlamentario para declarar 2014 año por el Reconocimiento de Derechos de las personas LGBT. Una iniciativa que, por cierto, ha contado con el voto favorable de todas las formaciones extremeñas (incluido el Partido Popular). La Fundación Triángulo Extremadura, en boca de su presidente José María Núñez, ha felicitado al diputado autonómico «por su valentía». Casco contesta a las preguntas de Dosmanzanas.

El Parlamento de Extremadura ha aprobado que 2014 sea el año por el Reconocimiento de Derechos de las personas LGBT. Su grupo de la cámara autonómica ha sido el responsable de esta iniciativa y usted ha tenido la oportunidad de defenderla ¿Cuál es el objetivo?

Tiene un primer objetivo, simbólico: que un Parlamento, 65 diputados, se unan a la Declaración del año 2014 como “Año del reconocimiento de los derechos de las personas LGTB”. Hoy, cuando la homofobia sigue cobrando cuerpo a través de las legislaciones de distintos países o asistimos a la pasividad de las autoridades ante el acoso y la discriminación a gais y lesbianas, son importantes estos gestos institucionales. El segundo es práctico: exigir a la Junta de Extremadura, a nuestro gobierno, que celebre este año colaborando con el movimiento de activistas LGTB en Extremadura: que financie proyectos de defensa de los derechos LGTB en el marco de la cooperación al desarrollo, que diseñe protocolos educativos de lucha contra la homofobia en las escuelas, que denuncie públicamente en las instituciones internacionales las legislaciones homófobas… En definitiva, que contribuya a normalizar la homosexualidad.

Durante su intervención, además, ha hecho pública su homosexualidad. ¿Por qué ha escogido este momento para hacerlo?

Por compromiso con toda la gente que ha luchado y que está luchando por el reconocimiento de nuestros derechos. Por coherencia. Porque la visibilidad (que contribuye a la normalización) ayuda en nuestra lucha. Porque si estoy hablando de homofobia en el parlamento de Extremadura puedo reclamar “conocimiento de causa” precisamente porque soy gay y sé que supone para una persona el desprecio, el odio o los insultos por su orientación sexual.

Yo tengo un privilegio: ningún ciudadano puede subirse a la Tribuna de oradores del hemiciclo extremeño y conseguir que sus palabras retumben en medios de comunicación, tertulias y redes. Mis palabras quedan registradas (cada sílaba, cada frase, cada exclamación) y desde que soy diputado he intentado llevar al Parlamento la voz de colectivos sociales, de los ciudadanos excluidos y precarios, de los que sufren esta crisis, de los que tienen mucho que decir… ¿cómo no llevar la voz de gais, lesbianas, transexuales y bisexuales siendo yo mismo gay?

Mi privilegio de diputado debe convertirse en mi obligación de diputado de defender lo que es justo. Si hemos avanzado, si gais, lesbianas, transexuales y bisexuales, hemos avanzado en estos años, ha sido gracias a la suma de los pequeños gestos de miles de miles de personas que han salido a la calle, que se han besado en público, que se han negado a esconderse, a vivir en las catacumbas sociales, a marginarse… He querido contribuir con mi gesto. Y hoy soy más feliz. Siempre me he reconocido gay, no he querido vivir ninguna impostura, pero hoy he podido gritar al mundo que soy gay y que deben aceptarlo porque yo, todos nosotros, debemos vivir nuestras vidas y los prejuicios y odios de los demás no pueden obligarnos a vivir contra nosotros mismos.

¿Considera que el reconocimiento LGTB de otros dirigentes así como de otras personas del ámbito público contribuye a normalizar la situación del colectivo?

Sí. Sin dudarlo.

Quicontre détruit un préjugé, un seul préjugé, es un bienfaiteur du genre humain… Cualquiera que haya destruido un prejuicio, un solo prejuicio, es un bienhechor de la humanidad. Lo escribió Nicolás de Chamfort, un moralista francés, lúcido y escéptico. También dijo que toda moral se reduce a una cosa: gozar y hacer gozar, sin sufrir ni hacer sufrir.

Los gais a veces terminamos por interiorizar la homofobia. Lo explico. Yo he sufrido ese momento en el que un chaval parece que necesita “realizarse” como hombre llamándote afeminado, marica, maricón… Y entonces te miras a ti mismo y empiezas a buscar el gesto, la pose, que te ha “delatado”. En ese momento estás asumiendo su discurso, te están venciendo. Tú no tienes que preocuparte por quedar “delatado”, eres gay, eres así. Decía en el Pleno del jueves que ¡por fin! llegas a esa sublime epifanía: soy como soy. El enfermo es el chaval que necesita insultarte, el problema lo tiene él.

¿Contribuye a normalizar la situación del colectivo? Desde luego. Claro que sí. Los gais y lesbianas, como cualquier hijo de vecino, podemos ser todas las cosas… incluso diputados.

Extremadura, al igual que otras comunidades autónomas, es mayoritariamente rural. Por lo general, y especialmente para los jóvenes LGTB, sigue resultando más difícil la convivencia en los pequeños municipios que en las grandes ciudades. ¿Cuál es el camino para revertir esta situación?

Ese es el trabajo. El gran trabajo. El mundo rural es el más difícil para un gay o una lesbiana en Extremadura. Por eso queremos que el Gobierno de Extremadura se implique y el camino para revertir esta situación es la educación. Ahora es el momento para que en el sistema educativo extremeño los derechos LGTB tengan presencia. Ese es el reto.

Aunque algunos dirigentes pretendan limitar la libre y pacífica manifestación de la ciudadanía, se trata de un derecho fundamental recogido en la Constitución. Otra cosa es que durante el uso de esa libertad algunos utilicen expresiones homófobas, xenófobas o discriminatorias, que nada tienen que ver con sus reivindicaciones. A usted le ocurrió, sin ir más lejos, en una protesta por la negativa a la Refinería Balboa en Mérida en 2012. ¿Qué piensa de todo esto?

Me llamaron «maricón», sí, lo recuerdo. Yo defendí mi oposición (soy ecologista) al proyecto de una refinería de petróleo en Tierra de Barros, junto a los ricos viñedos de Extremadura, y ellos me llamaron maricón. Me dieron pena.

Yo he corrido delante de los antidisturbios en varias ocasiones en Madrid: durante el recibimiento a los mineros en huelga y el pasado 22 de marzo. Ni iba encapuchado ni lancé adoquines. Ahora bien, debemos empezar a poner coto a todos aquellos que utilizan los medios democráticos para defender sus ideas bastardas: la homofobia es un delito y debe denunciarse. El derecho a negarle el derecho a otro ser humano no puede existir. Y del mismo modo que se prohibiría una manifestación que defendiese el internamiento de los judíos en campos de concentración, o de defensa de la violencia hacia las mujeres, en este país manifestaciones defendiendo la homofobia, el odio al gay o la lesbiana, deberían prohibirse. O, como poco, no aplaudirse ni ampararse.

Nadie puede limitar el derecho de manifestación pacífica donde reclamas derechos humanos y constitucionales: derecho a la vivienda, al empleo digno, a tener cubiertas tus necesidades básicas; por eso estoy absolutamente en contra de las medidas que está propiciando el gobierno del PP y el ministro de Interior del Opus Dei. Ellos quieren prohibirnos salir a la calle a reclamar pan y trabajo mientras les ríen las gracias, las malditas gracias, a obispos y ultras que nos agreden y quisieran vernos desaparecer de la faz de la tierra porque no encajamos en su triste mundo de prejuicios y odios. Pero no lo lograrán, también estoy convencido de eso.

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