"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Eusebio Valderrama (bailarín): «Confundí a Don Juan de Borbón con un aviador de Iberia»

Desde niño ha dedicado su vida a la canción y, sobre todo, al baile, su gran pasión. Durante su periplo artístico, actuó ante reyes, príncipes y grandes artistas de todo el planeta, pero también llegó a verse en la cárcel en dos ocasiones por ser homosexual. Ahora vive a caballo entre Málaga, su ciudad natal, y Tánger, donde descubrió el paraíso terrenal desde que la pisó por primera vez hace unos años. Sigue siendo coqueta y lamenta no poder seguir bailando como hasta hace poco lo hacía — «ahora puedo bailar una rumbita, pero no podría pegarme diez minutos zapateando porque entonces me quedaría ahí, de un infarto»— .

Debutó como cancionero a los diez años. ¿Ha sido igual de precoz para todo?

Si con ‘todo’ te refieres al acto sexual, sí que lo fui. Y lo he llevado muy bien, sin ningún tipo de trauma. Aquella primera vez me encantó y me sigue gustando al acordarme hoy día.

Le metieron en la cárcel por llevar una chaqueta con botones dorados. ¿Tan hortera era la prenda?

¡La chaqueta era de lo más normal que te puedas imaginar! Cuadrada y azul, con cuatro botones dorados. Nunca he sido un chico que vistiera hortera. A veces veo a gente que viste estrafalariamente y pienso: ‘qué mal gusto tiene’. Se ve que al policía que me detuvo le llamó la atención mi forma de andar o de llevarla, porque siempre supe lucir la ropa.

Pero dice que la cárcel donde le metieron preso era como el Orgullo Gay…

Sí, así mismo. Cuando me llevaron a la cárcel de Carabanchel, me quedé alucinado al ver que allí había tantos homosexuales pintados y con fulares alrededor del cuello. Muchos paseaban por el patio de la cárcel cogidos del brazo de su novio. Un escándalo. Pensé cómo podía ser que aquella gente, que en en casi todos los casos había sido llevada allí por ser homosexual, no escondiera nada su pluma. Aquello era el Orgullo Gay en el año 1957.

De todos los reyes, príncipes y grandes artistas para los que actuado, ¿a quién recuerda con menos sentido del ritmo?

Con menos sentido del ritmo… quizá el Sha de Persia. Trabajé para él en tres ocasiones. Era un hombre delgado, elegante y muy serio. Sin ningún sentido del humor, eso sí. Nadie se podía acercar a él. Te veía bailar, te aplaudía y ya está. Otros, como don Juan de Borbón, padre del Rey Juan Carlos I, eran graciosísimos. Le conocí en Atenas. Era un hombre muy simpático y recuerdo que estaba lleno de tatuajes. ¡Y también que le confundí con un aviador de Iberia!

“De todos los dirigentes que he conocido, el más simpático era Sadam Hussein”. ¿Qué tipo de chistes le contaba?

Él no contaba chistes, pero se reía mucho, tocaba las palmas al compás de nuestro baile y dejaba que nos acercásemos a él. Yo me acerqué y le cogí las manos para que bailase el ‘Porompompero’. Por cierto, me encantó como hombre. Me gustaron sus grandes manos y el bigotazo que tenía. Pensaba: ‘como todo lo tenga igual de grande que las manos…’.

¿A quién le baila usted el agua?

Yo no le he bailado el agua a nadie. He bailado porque lo he necesitado para vivir. Pero lo que he hecho, me ha gustado siempre. Una de mis penas es que ya he dejado de bailar profesionalmente. Aunque ahora hago otras cosas como escribir, hablar y ayudar a montar espectáculos, si me lo piden. Pero ya no me puedo permitir el lujo de tirarme una hora seguida bailando como siempre he hecho. Esta jodida edad, que no perdona.

Tiene calle propia en Málaga, su ciudad natal. ¿No se besa porque no se llega?

No, me pusieron una calle sin yo pedirlo. Me habría parecido presuntuoso pedirle al alcalde o a las autoridades que lo hicieran. Ellos considerarían que lo merecía por mi trayectoria y porque siempre he llevado mi Málaga por delante. Fíjate que en todos mis programas siempre he llevado una malagueña para bailar. Es un orgullo pero no es algo que me quitara el sueño. Lo único que me quita el sueño son las enfermedades.

¿Montó un espectáculo autobiográfico porque su vida es puro teatro?

No, mi vida ha sido la de una persona que ha vivido, que ha tenido sus alegrías y sus problemas. Yo no soy puro teatro. Al contrario, soy una persona muy realista.

Entonces, ¿le ha cogido el punto a eso de los homenajes?

Tampoco. Sigo siendo el mismo niño que dormía en una cama con su madre y sus dos hermanos. Cuando alguna vecina me para por la calle y me dice que me ha visto en la tele, le pregunto que dónde ha sido, porque yo no me veo nunca. ¿Sabes lo que sí me gustaría? Vivir en un chalecito con un jardín muy grande para recoger animales abandonados.

Ha escrito varios libros autobiográficos. ¿Lo de llamar ‘Tito Paco’ al dictador Franco no es para hacérselo mirar?

Así llamábamos a Franco los gais de mi barrio. Decíamos: ‘¡Si nos viera Tito Paco!’. O cuando veíamos el furgón de la guardia civil venir detrás de nosotros decíamos: ‘ya vienen por ahí los sobrinos del Tito Paco’. Pero yo creo que las personas que Franco tenía a su alrededor, eran peores que él. Muchos de ellos eran homosexuales también. Y lo digo porque conocí a algunos políticos de la época.

¿Convivir durante más de treinta años con tu mejor mejor amigo no es un rollazo?

No. Vivir con mi amigo y hermano Pepe Gallego fue una de las mejores cosas que Dios me dio en la vida, junto a mi madre. Al morir Pepe me quedé completamente cojo. Tuve la suerte de conseguir que me acompañara en calidad de modisto  en los países donde trabajé durante todos esos años.

Dice que estuvo con un famoso torero, un actor italiano y un alto cargo eclesiástico mexicano, y que no piensa revelar sus nombres. ¿Salvo que le llamen de Telecinco?

Me han llamado de Telecinco para que lo cuente y no he querido hacerlo. Con uno de ellos tuve una relación de un mes, pero los otros dos fueron algo puntual. Esos otros dos decían que aquello era una ‘prueba’ para ellos. Es una cuestión de principios y respeto hacia esas personas, que ya no viven hoy día pero tienen descendientes.

Lo de no gustarle revelar su edad, ¿es una manía de gran divo?

Hasta hace poco, nunca he dicho la edad que tenía. Pero hoy sí la digo a todo el mundo. Incluso me adelanto, y llevo ya unos meses diciendo que tengo 86 años, cuando en realidad los cumpliré el próximo febrero. Por coquetería, los artistas suelen quitarse siempre cuatro o cinco años. Eso sí, cuando salgo de Málaga nunca digo la edad. Si me sale un ligue y le digo los años que tengo, saldría corriendo.

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