"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Por qué no me gusta la expresión ‘mariquita mala’

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No me gusta la expresión ‘mariquita mala’. Cuando se la escucho a algún amigo heterosexual me molesta, pero no me enfado. Sé que están repitiendo algo que han oído, sin plantearse nada más. Lo que suelo hacer es comentarles por qué no me gusta, y casi siempre lo entienden. Cuando se la escucho a un gay o a alguna lesbiana, sí que me enfado. Y eso ocurre demasiado a menudo, lamentablemente, por eso a lo mejor en algún momento de este artículo puedo sonar un poco borde.

No me gusta la expresión ‘mariquita mala’, entre otras cosas porque no existe una equivalente para los heterosexuales. No existe, por supuesto, entre los heteros. Ningún hetero se dirige a otro calificándole de ‘hetero malo’. Pero es que nosotros tampoco tenemos una expresión similar en nuestra jerga. A pesar de que muchos heterosexuales exhiben comportamientos propios de aquellos a quienes solemos definir como ‘malas personas’. A pesar de que muchos heterosexuales nos han perseguido, acosado, menospreciado o discriminado.

No me gusta la expresión ‘mariquita mala’. Porque al usar repetidamente esa expresión y dejar que pase a formar parte del lenguaje común estamos dando por bueno el discurso de que hay un porcentaje de gays que son ‘malas’, estamos creando un vínculo en la percepción de los hablantes -es decir, de nuestros conciudadanos- entre maldad y homosexualidad y dando la razón a los homófobos.

No me gusta la expresión ‘mariquita mala’ por su doble moral. Porque aunque pueda ser cierto que haya homosexuales que se comporten mal con otras personas, se trata de una maldad socialmente aceptada. Esa persona a la que llaman ‘mariquita mala’ es bien recibida en fiestas y saraos, porque su ‘maldad’ entretiene y divierte -hasta que toca ser el objetivo de sus ‘maldades’, claro está-. Sus críticas, su severísimo sentido de lo que está bien y lo que está mal, la afectación y amaneramiento que exhibe, son aplaudidos por una sociedad a la que le gusta la carnaza. Esos heterosexuales que dicen ‘tener muchos amigos gays’ pero que en el fondo son homófobos hasta la naúsea, están dispuestos a ‘tolerar’ a la que llaman hipócritamente ‘mariquita mala’ porque la ven venir. Porque lo que más miedo y asco les da es la posibilidad de estar al lado de un gay, de incluso darle la mano, y no saber que lo es para ir corriendo a darse una ducha a la primera ocasión.

No me gusta la expresión ‘mariquita mala’ porque ignora la Historia. Porque olvida el hecho de que, en tiempos muchos más oscuros, en los que por desgracia era mucho más difícil para los gays encontrar a personas afines, muchas veces los gays se veían obligados a convivir y entablar amistad o relaciones con personas con las que no encajaban, personas a las que sólo te unía tu orientación sexual. Pero estas personas, a su vez, eran las únicas delante de las cuales podías ser auténtico. Con los consecuentes dramas (véase la película «Los chicos de la Banda»).

No me gusta la expresión ‘mariquita mala’ porque los gays suelen usarla llevados por sus propias frustraciones y conflictos. Son muchos los gays que, en reuniones sociales con heterosexuales, critican al ambiente gay para ser aceptados, intentando convencerles de que ellos no entran en el saco. «Es que el ambiente es un asco», «Es que todos los maricones son iguales», «Estoy harto de mariquitas malas»… Confunden ‘el ambiente’ con ‘la vida’. Y es que si la mayoría de tus amigos son gays, si follas con gays, si te enamoras y te vas a vivir con gays, si la mayoría de la gente que te rodea es gay, si tu vida es gay, entonces cuando alguien te defraude, seguramente será gay. Si fueras hetero, no sería así.

No me gusta la expresión ‘mariquita mala’ porque es creación nuestra. Al contrario que ‘maricón’, insulto procedente de los heteros que nos hemos apropiado para referirnos a nosotros mismos, la ‘mariquita mala’ es un personaje de nuestra imaginería propia que los gays hemos difundido sin criterio, sin filtro y sin que nos saltara ninguna alarma. Cada vez que, delante de un heterosexual, calificas a alguien de ‘mariquita mala’ te haces un flaco favor. Porque con los heterosexuales pasa lo que con todo el mundo, que algunos te quieren de verdad, y otros, la mayoría, no tanto. Y estos últimos, a poco que tengan un conflicto contigo, ¿sabes qué te van a llamar? «Mariquita mala». Y no voy a decir que te lo merezcas, sólo voy a pedirte que la próxima vez que tengas la tentación de usar la expresión de los cojones, te lo pienses dos veces.

Raúl Madrid

Comentarios
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