"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Retazos LGTB de Sitges y la Muestra Syfy: críticas de «Crudo», «La invitación» y «Jamie Marks is Dead»

Pese a tener lugar en una de las ciudades más queer de nuestro país, el Festival de Sitges no suele albergar demasiados títulos de temática LGTB, básicamente porque el cine que acoge (el fantástico) sigue escaso en lo que a diversidad sexual se refiere. Aun así, durante los últimos años suele colarse algún personaje LGTB en su programación, con lo que, aprovechando el estreno de Crudo, receptora de tres premios (mejor dirección novel, mejor película europea y premio del Jurado Joven) en la edición de 2016, voy a rescatar sendas representantes de las dos ediciones previas: Jamie Marks is Dead (laureada con la mejor fotografía en 2014) y La invitación (receptora del máximo galardón en 2015). Curiosamente, las tres cintas pasaron también por la Muestra Syfy, el hermano madrileño de Sitges (que fue donde un servidor pudo degustarlas).

Premiada en Cannes con el prestigioso FIPRESCI de la Semana de la Crítica, la debutante Julia Ducournau ofrece en Crudo (Grave, 2016) un agobiante retrato de la vida universitaria a través de una joven vegetariana (Garance Marillier) que se vuelve caníbal tras ser obligada a comer carne como parte de las vergonzantes novatadas (las cuales aprovecho para denunciar desde este espacio, ya que, entre otros espantos, son un verdadero nido de homofobia). La cinta aborda la contradicción entre los principios morales y los deseos primarios del ser humano, especialmente en lo que a la —siempre oprimida, aún hoy— mujer respecta. El resultado es hipnóticamente truculento (se dice que ha provocado varios desmayos), si bien el canto feminista se pierde un poco entre tanto embarullamiento, no quedando tampoco demasiado claro por qué ha de ser el coprotagonista gay —atractivo Rabah Naït Oufella, a quien también hemos visto últimamente en las excelentes Girlhood (2014) y Nocturama (2016), ambas interesantes en lo que a la identidad de género respecta— quien, por así decirlo, “pague el pato”. Retratado sin tópicos ni prejuicios, este personaje es el motivo que me lleva a tratar esta película, considerando que la única alternativa LGTB del último Sitges sería el arriesgado Swiss Army Mann de Dan Kwan y Daniel Scheinert (también en cartelera), cuya lectura homosexual está en el aire: algunos han visto en la relación entre los personajes de Paul Dano y Daniel Radcliffe algo más que amistad, pero el desarrollo de la trama me lleva a rechazar esa teoría.

La invitación (The invitation, 2015) supuso el regreso de Karyn Kusama a su cine más personal, o sea, el que la dio a conocer al mundo a través del drama independiente pugilístico Girlfight (2000, mejor película y mejor dirección en Sundance). Tras las mediocres Æon Flux (2005) y Jennifer’s Body (2009), la directora retomó el control creativo, entregando con La invitación su filme más maduro hasta la fecha. En él, una pareja que se separó tras la muerte de su hijo (sugerentes Logan Marshall-Green y Tammy Blanchard) se reúne por primera vez junto a varios amigos (a destacar Michiel Huisman, el Daario Naharis de la popular serie Juego de Tronos) en una casa invadida por un halo de inquietante extrañeza. Entretenidos por los ingeniosos diálogos y embaucados por la misteriosa puesta en escena, intuimos lo que va a pasar con rapidez sin dejar por ello de disfrutar del meticuloso desarrollo. Y es que Kusama juega bien sus cartas para entregar un thriller que, si bien peca de artificiosidad por momentos, mantiene el buen ritmo hasta el desconcertante final. ¿Y por qué estoy hablando de esta joyita de terror en este espacio? Pues porque entre los “afortunados” invitados encontramos una pareja gay perfectamente interpretada por Mike Doyle y Jordi Vilasuso, siendo muy positivo que este tipo de obras den visibilidad al colectivo LGTB sin caer en lugares comunes o chistes fáciles.

El drama adolescente Jamie Marks is Dead (2014) constituye el último trabajo de Carter Smith, realizador de Bugcrush (2006) y Las ruinas (2008). Este bello film, que cuenta la historia de un chico marginado (un Noah Silver con un claro aire a Harry Potter) que vuelve de la muerte para pasar más tiempo con el joven al que amaba en secreto (Cameron Monaghan, el genial hermano gay de la serie Shameless [ver: «Grandes personajes LGTB de 11 aclamadas series«), protagonizó hace dos años uno de los momentos más bochornosos que ha acogido la Muestra Syfy (desconozco cuál fue su recepción en Sitges), donde fue recibido con innumerables carcajadas estúpidas y murmullos homófobos que demuestran que la normalización del tema está lejos de haber sido alcanzada. La maestra de ceremonias, la genial Leticia Dolera, intentó arreglarlo recalcando que “el amor es universal”, pero el daño ya estaba hecho. En otro contexto, la obra habría resultado bastante más intrigante y emotiva, pese a que hay que reconocer que algunos conceptos del guion no estaban bien hilados del todo. Aparte del riesgo de la propuesta, cabe destacar la fantástica fotografía de Darren Lew y el trabajo de las tres actrices secundarias: Liv Tyler (Arwen en El señor de los anillos, 2001-2003), Judy Greer (“la otra mujer” de Los descendientes, 2011) y Morgan Saylor (Dana en la popular serie Homeland, donde, por cierto, se echa en falta representación LGTB).

De los tres títulos desarrollados en este artículo, tan solo Jamie Marks is Dead (precisamente, el único que no ha sido estrenado en España pese al tirón de su reparto) gira en torno a la homosexualidad, pero los personajes homosexuales de La invitación y Crudo son igual de importantes por su contribución a la normalización de la homosexualidad en este tipo de cine. De hecho, quizá sean aún más importantes considerando que llegarán a muchas más personas ajenas a la realidad LGTB. A fin de cuentas, basta un rápido vistazo al público de Sitges y la Muestra Syfy para percatarse de la amplia mayoría de hombres heterosexuales que atraen estos eventos.

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