"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

El Tribunal Supremo de Israel rechaza la petición de legalizar el matrimonio igualitario al no existir la figura del matrimonio civil en ese país

El Tribunal Supremo de Israel ha rechazado la posibilidad de reconocer el matrimonio civil entre personas del mismo sexo, al no considerar que el derecho de las parejas homosexuales a contraer matrimonio sea un derecho fundamental que obligue a la justicia a interpretar de forma distinta la legislación matrimonial del país. En Israel no existe matrimonio civil, y solo las confesiones religiosas tienen derecho a celebrar matrimonios.

El matrimonio entre personas del mismo sexo no es legal en Israel, país que no contempla en su ordenamiento jurídico la celebración de matrimonios civiles. Por otra parte, ninguna de las instituciones religiosas que regulan el matrimonio religioso en Israel (ya sean judías, musulmanas, drusas o cristianas) casan a personas del mismo sexo. Solo desde el año 2010 existe la posibilidad de que dos ciudadanos israelíes puedan considerarse casados sin intervención religiosa tras contraer una unión civil en el propio país, pero para ello ninguno de los dos debe ser considerado judío según la Halajá (ley mosaica) ni estar registrado como perteneciente a otra comunidad religiosa. Una circunstancia absolutamente excepcional en el Estado de Israel.

Desde 2006, sin embargo, las parejas del mismo sexo legalmente casadas en el extranjero sí pueden registrar su matrimonio en Israel por decisión del Tribunal Supremo, lo que les reconoce los efectos legales derivados del mismo (una decisión que en su momento estuvo motivada por una solicitud presentada por cinco parejas del mismo sexo israelíes casadas en Canadá). Al menos desde 2008 se han concedido adopciones homoparentales y en diciembre de 2012, un tribunal de familia otorgó el primer divorcio legal de un matrimonio del mismo sexo. A finales del año pasado, además, se anunció una reforma de los procedimientos que regulan el proceso de naturalización de los cónyuges de ciudadanos israelíes casados en el extranjero, para equiparar a las parejas del mismo y de distinto sexo.

Una situación que convierte a Israel en el país más avanzado de Oriente Próximo por lo que a los derechos de las parejas del mismo sexo se refiere, con una diferencia estratosférica sobre sus vecinos. Sin embargo, la discriminación persiste, de ahí que la Israeli National LGBT Task Force (conocida también como The Aguda), inspirada por la decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de junio de 2015, elevase una petición a su propio Tribunal Supremo para que legalizara de forma plena el matrimonio igualitario y reconociese la existencia del problema: dejar la celebración de matrimonios en el propio Israel en manos exclusivamente religiosas supone, de facto, una prohibición a las parejas del mismo sexo. En este sentido, el colectivo LGTB israelí solicitaba de su más alto tribunal una interpretación favorable de la Ley Básica sobre Dignidad Humana y Libertad (una de las leyes fundamentales del Estado de Israel que configuran su cuerpo constitucional) que interpretase el matrimonio como un derecho fundamental, al margen de la afiliación religiosa de los contrayentes.

Por desgracia, el Tribunal Supremo de Israel, que en ocasiones anteriores ha dado cobertura a las demandas del colectivo LGTB, en esta ocasión ha decidido rechazar la demanda, al considerar que según la vigente ley israelí no existe el matrimonio civil como tal, ni para parejas del mismo ni de distinto sexo, y que solo un cambio legislativo puede modificar la situación. El fallo ha supuesto un jarro de agua fría para los activistas LGTB de ese país, que si bien aprecian el tono y el lenguaje de la sentencia (que reconoce la tendencia favorable al matrimonio igualitario en los países occidentales, y de la cual parece deducirse que si en efecto existiese el matrimonio civil en Israel este debería estar abierto a todas las parejas) ven cerrada una vía, la judicial, tradicionalmente más sensible a sus derechos.

La pelota queda ahora en manos de la Knéset o Parlamento de Israel, donde la posible aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo es complicada, pero no imposible. Los laboristas, los liberales seculares de Yesh Atid y la izquierda están (al menos sobre el papel) a favor, pero el gobernante Likud tiene posiciones divididas y los partidos religiosos se oponen. Habrá que ver, en cualquier caso, si la decisión del Supremo es suficiente para activar la discusión parlamentaria sobre la materia.

Comentarios
  1. Rac
  2. Daniel Alp
  3. Rac
  4. ProgresistaReal

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