"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

El activismo celebra la renuncia de Robert Mugabe a la presidencia de Zimbabue tras décadas de feroz LGTBfobia de Estado

Durante sus 37 años en el poder, Robert Mugabe ha regido Zimbabue con puño de hierro. El nonagenario Mugabe presentaba el martes su renuncia como presidente de este país africano, mediante una carta que el presidente del Parlamento, Jacob Mudenda, leía en su nombre. Los parlamentarios celebraron en la cámara la noticia sin ningún tipo de pudor. También el activismo LGTB zimbabuense, así como distintas organizaciones sociales de carácter nacional e internacional, expresan su alegría por la marcha de Mugabe, después de más de tres décadas de persecuciones, violencia, LGTBfobia e invisibilización. Emmerson Mnangagwa, destituido de su cargo de vicepresidente hace unas semanas, asume la presidencia de manera temporal el próximo viernes. Mnangagwa, apodado como “el cocodrilo” de Zimbabue, no se ha caracterizado hasta la fecha por su apoyo al colectivo LGTB ni a los derechos humanos en general. Amnistía Internacional, por su parte, considera que “la próxima generación de líderes debe comprometerse a respetar la Constitución, cumplir las obligaciones internacionales de Zimbabue en materia de derechos humanos y tratar a su pueblo con dignidad y justicia”.

Robert Mugabe ya es un gris recuerdo en la historia de Zimbabue. Considerado en un principio como “héroe” de la independencia del Reino Unido en los años 80 (hasta principios de esta década se impidió votar a la población negra, mayoritaria en el país), Mugabe alcanzó entonces la presidencia y la ha mantenido durante 37 años, hasta esta misma semana. El pasado 15 de noviembre, al cuestionado mandatario se le imponía el arresto domiciliario tras un golpe de Estado encabezado por el general Constantino Chiwenga, a la sazón jefe del Ejército. Casi a renglón seguido, Mugabe era expulsado del que había sido su partido, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF). Apenas una semana después, el martes, el presidente del Parlamento leía su carta de renuncia a la presidencia de este país del sur de África.

Mugabe deja un país sumido en una profunda crisis económica que se mantiene desde hace años (en 2016 el Índice de Desarrollo Humano de Zimbabue se situaba, con un 0,516, en el puesto 154 de 188, con una esperanza de vida media de 59 años). En su legado, además, quedarán las acusaciones de fraude electoral, represión contra la oposición, desprecio a los derechos humanos en general y una acusada LGTBfobia de Estado (que es la cuestión principal que ocupa a dosmanzanas como medio especializado LGTB).

La incontestable LGTBfobia de Mugabe

La LGTBfobia ha sido una constante durante las casi cuatro décadas que Robert Mugabe se ha mantenido en la presidencia de Zimbabue. Basta recordar algunos episodios acaecidos los últimos años para entender el carácter discriminatorio que el nonagenario expresidente imprimió a sus políticas y declaraciones públicas durante todo su mandato.

En 2011, como recogía dosmanzanas, el entonces primer ministro británico, David Cameron, confirmaba durante la cumbre de jefes de Gobierno de la Commonwealth reunidos en Perth (Australia), que su país retiraría la ayuda económica a los países que mantuvieran políticas de carácter LGTBfóbico. Mugabe calificaba de “satánica” la propuesta de Cameron y reiteraba su ya conocida opinión de que los homosexuales son “peores que cerdos y perros” y amenazó a aquellos que la practiquen: “os castigaremos duramente”.

En 2013, en su última campaña electoral, Mugabe prometió convertir Zimbabue en un “infierno para los homosexuales”, amenazó a gais y lesbianas con “cortarles la cabeza”. A principios de 2014  daba su respaldo a la entonces recién aprobada ley ugandesa contra la homosexualidad y amenazaba a los activistas LGTB locales.

Un año después, ante la Asamblea de Naciones Unidas, el ya anciano presidente de Zimbabue espetaba que “¡no somos gais!. Uno de los líderes homófobos más destacados del mundo, aprovechaba su discurso para denunciar lo que considera “imposición” de valores ajenos a su cultura y tradiciones. La situación de las personas LGTB en Zimbabue ha sido muy delicada. La ley, de hecho, sigue persiguiendo toda actividad percibida como homosexual, sea pública o privada, como corresponde a la bien conocida homofobia de Mugabe (en 2015 también expresó su rechazo a despenalizar la homosexualidad).

Remontándonos más en el tiempo, hasta 1995, Robert Mugabe dijo que “considero extremadamente escandaloso y repugnante para mi conciencia humana que esas organizaciones inmorales y repulsivas, como las de los homosexuales, que ofenden tanto a la ley de la naturaleza como a las normas culturales defendidas por nuestra sociedad, no deberían tener defensores en nuestro medio y en otras partes del mundo”.

Por todo ello, el activismo LGTB tiene más que motivos de sobra para decirle “hasta nunca” a Mugabe, ahora que ha renunciado (forzosamente) a la presidencia del país. “El pueblo de Zimbabue merece algo mejor. La próxima generación de líderes debe comprometerse a respetar la Constitución, cumplir las obligaciones internacionales de Zimbabue en materia de derechos humanos y tratar a su pueblo con dignidad y justicia”, ha expresado Amnistía Internacional.

“El cocodrilo” de Zimbabue y la incógnita sobre el futuro

Con la marcha de Robert Mugabe, Emmerson Mnangagwa asume la presidencia de manera temporal el próximo viernes. Aunque la confianza del activismo LGTB y de la comunidad internacional sobre el llamado “cocodrilo” de Zimbabue es escasa, se espera que un eventual cambio de signo en las próximas elecciones o de una completa renovación de los dirigentes del ZANU-PF aporte cambios significativos en la aplicación y desarrollo de derechos humanos.

Mnangagwa fue entrenado militarmente en China y Egipto. Su papel durante el conflicto por la independencia le proporcionó un gran protagonismo posterior, igual que a Mugabe. De hecho, fue torturado por las fuerzas de Rhodesia (nombre que recibió Zimbabue durante el colonialismo británico, entre 1923 a 1980). Durante la guerra civil de los 80 le nombraron jefe de los espías del país. Sin embargo, en las últimas décadas, en las que ha venido asumiendo distintos altos cargos, se ha visto envuelto en polémicas violentas contra los derechos humanos. Entre otras, la acusación de planear ataques contra simpatizantes de la oposición en las elecciones de 2008.

En 2016, en relación con la comunidad LGTB, Mnangagwa aseveraba en Naciones Unidas que los zimbabuenses «rechazarán los intentos de prescribir ‘nuevos derechos’ que sean contrarios a nuestras normas, valores, tradiciones y creencias». Asimismo, defendió la criminalización de la homosexualidad, aunque «hay algunos países de Europa que recomiendan que reconsideremos nuestra posición con respecto a los adultos del mismo sexo que se casan entre sí y que rechazamos».

 

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