"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

El Parlamento lituano rechaza una proposición de ley de uniones civiles para las parejas del mismo o de distinto sexo

El intento de aprobar una regulación de las parejas del mismo y de distinto sexo en forma de uniones civiles ha cosechado un primer fracaso en Lituania. La proposición de ley presentada entre otros por el diputado abiertamente gay Tomas Raskevičius ha sido rechazada en el Parlamento por una ajustada mayoría. Los promotores de la norma no se dan por vencidos y revisarán el texto para presentar una nueva versión en otoño que reúna más apoyos. La actual coalición de Gobierno de centroderecha, aunque dividida sobre el asunto, se comprometió a promover el reconocimiento de las parejas del mismo sexo, que ya se ha intentado sin éxito en otras dos ocasiones en el pasado. La Constitución lituana recoge una definición excluyente del matrimonio.

El actual intento de aprobar una regulación de uniones civiles que incluya a las parejas del mismo sexo tiene su origen a finales del año pasado. Tras las elecciones de los pasados días 11 y 25 de octubre, la Unión Patriótica-Democristianos Lituanos (TS-LKD), el Movimiento Liberal (LRLS) y el socioliberal Partido de la Libertad (LP) alcanzaron un acuerdo de coalición con la nueva primera ministra Ingrida Šimonytė al frente. Un pacto que fue calificado de «finlandés», ya que al igual que en el país nórdico, las representantes de los tres partidos implicados son mujeres.

Entre las medidas que acordaron las tres formaciones se encuentra la aprobación de una ley de uniones civiles abierta a todas las parejas. Los democristianos aceptaron esta propuesta de sus socios minoritarios a cambio de reservarse el derecho a votar en contra de la misma. Los liberales y los socioliberales, sin embargo, confían en recabar el resto de los apoyos necesarios entre las formaciones de la oposición, en particular los socialdemócratas del LSPD. La posición de la TS-LKD tampoco es unánime: buena parte de sus diputados se declaran favorables a la medida.

El martes pasado, el Seimas (el parlamento unicameral lituano) votaba la toma en consideración de una proposición de ley de uniones civiles promovida entre otros por el diputado abiertamente gay Tomas Raskevičius (LP). El pleno de la cámara rechazó la tramitación de la medida por una ajustada mayoría de 65 votos en contra frente a 63 a favor. En el partido mayoritario de la coalición de Gobierno (TS-LKD), una tercera parte de sus diputados se opusieron a la norma. No se contaba entre ellos el ministro de Exteriores y líder de la formación Gabrielius Landsbergis, que ha sido uno de sus valedores.

Los promotores no se dan por vencidos y aseguran que presentarán una nueva versión del texto que recabe más apoyos en otoño. «Esta votación ilustra que garantizar los derechos humanos es un proceso a largo plazo que necesita mucho más trabajo», declaró Raskevičius. La sociedad lituana sigue estando a la zaga de la Unión Europea en sus actitudes en relación con la realidad LGBTI. Hace dos semanas, unas diez mil personas se manifestaron en la capital, Vilna, para mostrar su rechazo a una regulación de las parejas del mismo sexo. Una cifra nada desdeñable en un país de 2,8 millones de habitantes, mayoritariamente católicos.

El reconocimiento de las parejas del mismo sexo en Lituania se había intentado ya en otras dos ocasiones en el pasado, aunque el matrimonio igualitario, vetado a nivel constitucional, está por ahora fuera del alcance. Una iniciativa sobre uniones civiles presentada en 2015 por nueve diputados de los partidos socialdemócrata (LSDP) y liberal (LRLS) se topó con el rechazo del entonces primer ministro Algirdas Butkevičius (LSDP). A pesar de que una comisión parlamentaria decretó su plena constitucionalidad, la medida no llegó a tramitarse y entró en vía muerta con las elecciones de octubre de 2016. Unos comicios de los que salió un Gobierno de coalición presidido por los agraristas y con los socialdemócratas como socio minoritario.

Durante dicha legislatura, los liberales del LRLS presentaron una nueva proposición de ley ante el Parlamento para regular las uniones civiles entre dos personas con independencia de sus sexos. En junio de 2017, la iniciativa fracasó al obtener con el rechazo de 59 diputados, frente al apoyo de 29 y la abstención de otros 20. A pesar del fracaso, la Liga Gay Lituana destacó que la medida había recabado apoyos individuales más allá del LRLS, tanto en el gobernante Partido Socialdemócrata (LSDP) como en los democristianos, en la oposición entonces junto a los liberales. La organización lo interpretó como un signo del apoyo creciente a la equiparación de derechos en el país báltico.

Luces y sombras de la realidad LGTB en Lituania

La realidad LGTBI de Lituania en la última década ha estado marcada por los altibajos. En octubre de 2010 entró en vigor una reforma para prohibir la «manifestación y promoción» de contenidos publicitarios referidos a orientación sexual. Una prohibición que afecta a servicios publicitarios dirigidos a toda la población, y no solo a menores. Poco antes, en marzo de 2010, había entrado en vigor la ley de «de protección de menores contra el efecto perjudicial de la información pública» con el objetivo de obstaculizar la información positiva sobre diversidad sexual. Y aunque su versión inicial fue corregida por las protestas, su redacción definitiva sigue estigmatizando la información sobre homosexualidad.

En septiembre de 2014 informábamos sobre la prohibición de un inocente spot contra la homofobia, en base a esta legislación. En enero de 2015, un diputado lituano lanzaba veladas amenazas precisamente contra la Liga Gay Lituana, a la que acusaba de «jugar con fuego» con «provocaciones» que podrían costarles un ataque como el sufrido por la revista satírica Charlie Hebdo en París. Ese mismo mes, un tribunal lituano calificaba de «excéntrica» la foto en la que una pareja gay aparece besándose y descartaba actuar ante las amenazas homófobas que habían recibido sus protagonistas.

En noviembre de 2015 recogíamos una noticia con un cariz algo más positivo: el Parlamento del país decidía eliminar del orden del día la votación de una ley contra la llamada «propaganda homosexual» similar a la vigente en Rusia. En 2017, el país báltico sorprendía positivamente al conceder asilo a dos refugiados perseguidos en Chechenia a causa de su orientación sexual. En febrero de 2016, las autoridades de inmigración del país denegaron el permiso temporal de residencia a un hombre de nacionalidad bielorrusa casado en Dinamarca con un ciudadano lituano. Una situación corregida en enero de 2019 por la sentencia del Tribunal Constitucional que ordenaba reconocer el derecho de residencia a los cónyuges de parejas del mismo sexo, en aplicación de la histórica sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitida meses antes.

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