"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Rusia decreta la expulsión de un periodista abiertamente gay a Uzbekistán, donde su integridad corre serio peligro

Que Rusia no es precisamente un buen lugar para las personas abiertamente homosexuales no es ningún secreto, pero los hay peores. Uzbekistán, por ejemplo, uno de los más de setenta países que a día de hoy criminalizan la homosexualidad. Muestra de ello es el infierno que en este momento vive el joven periodista Ali Ferouz, detenido en Rusia y del que un juez ha ordenado su expulsión a Uzbekistán. Ferouz se ha intentado autolesionar al conocer la noticia, aunque los agentes que lo custodiaban lo han impedido. Organizaciones como Amnistía Internacional y Reporteros Sin Fronteras han pedido a Rusia que paralice la expulsión.

Ali Ferouz, que en realidad es un pseudónimo profesional (su verdadero nombre es Khoudoberdi Nourmatov) es un periodista independiente, aunque desde hace algo más de un año trabaja de forma estable para Novaya Gazeta, un periódico ruso crítico con Vladimir Putin y comprometido con los derechos humanos (es el periódico que destapó, por ejemplo, la persecución a homosexuales en Chechenia). Aunque nacido en Rusia, país en el que su madre y hermanos residen legalmente y en el que él mismo vivió durante su infancia y adolescencia, tiene la nacionalidad uzbeka. En 2008 se instaló en Uzbekistán, pero no tardó en colocarse en el punto de mira de los servicios secretos de ese país, que llegaron a someterlo a tortura por negarse a colaborar con ellos. En 2009 volvió a Rusia. Allí ha continuado su labor de periodista y ha solicitado asilo político, que le ha sido denegado. De hecho, Ferouz ya sufrió una primera detención el pasado marzo, aunque en aquella ocasión pudo evitar la expulsión.

Pocos meses después, Ferouz ha vuelto a ser detenido. Fue el pasado martes, en un control policial en Moscú. Pocas horas después el juez ordenaba su expulsión inmediata a Uzbekistán.  Tras escuchar la decisión, Ferouz intentó autolesionarse con un bolígrafo, aunque los agentes que lo custodiaban lo impidieron. Y es que Ferouz, abiertamente gay, activista en favor de los derechos humanos y muy crítico con el régimen uzbeko (que precisamente destaca por su poco respeto a los derechos humanos), está convencido de que será detenido y torturado en cuanto pise el país. «Prefiero morir antes que regresar a Uzbekistán», ha asegurado, en palabras que ha transmitido su abogado, Daniil Khaïmovitch.

Tanto Reporteros Sin Fronteras como Amnistía Internacional (organización en la que el propio periodista milita y que ya en abril se movilizó para evitar entonces su expulsión) han pedido a Rusia que detenga la expulsión. «Ali Ferouz es abiertamente gay, milita en favor de los derechos humanos y es corresponsal de Novaya Gazeta, un periódico independiente. Un cóctel casi mortal para cualquiera que esté en la situación de ser expulsado a Uzbekistán, donde la ‘sodomía’ es un delito y en el que la tortura es endémica», ha declarado Denis Krivosheev, director adjunto para Europa y Asia central de Amnistía Internacional.

Confiemos en que Ali Ferouz pueda esquivar la expulsión.

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