"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

El Orgullo LGTB de Jerusalén reúne a miles de manifestantes y se salda con la detención de 22 posibles agresores, uno con un cuchillo

Aproximadamente 1.000 agentes de la Policía israelí y soldados de la patrulla fronteriza han velado por la seguridad de los miles de manifestantes del Orgullo LGTB de Jerusalén, celebrado este jueves. En un ambiente de controles estrictos, se han practicado al menos 22 detenciones de sospechosos de alterar la marcha proigualitaria. Uno de los arrestados, de hecho, llevaba consigo un cuchillo, lo que ha hecho saltar las alarmas al recordar el asesinato de Shira Banki en el Orgullo de 2015. Muy criticada, por otra parte, ha sido la decisión de autorizar una contramanifestación de la secta judía Lehava, a escasos metros de la manifestación LGTB. Las pocas docenas de radicales ultraortodoxos se han juntado bajo el lema “no les deis hijos”, en oposición al debate sobre la adopción de niños por parte de familias homoparentales.

La edición de este año del Orgullo LGTB de Jerusalén se ha caracterizado, entre otras cosas, por los numerosos y estrictos controles de seguridad, a cargo de policías y militares. Tras la polémica decisión de las autoridades de permitir a la secta ultraortodoxa Lehava contramanifestarse a escasos metros de la marcha proigualitaria, los agentes se han encargado de contener a estos radicales. Asimismo, se han realizado, por lo menos, 22 arrestos de sospechosos de alterar la seguridad. A uno de ellos, sin ir más lejos, se le ha requisado un cuchillo.

Los miembros de Lehava (un acrónimo de Organización para la Prevención de la Asimilación en Tierra Santa) han incidido en su oposición a la adopción de menores por parte de familias formadas por parejas del mismo sexo y, en la lectura de un manifiesto, han calificado la manifestación del Orgullo de “vergonzosa” y “blasfema”. Sirva como otro ejemplo más de la radicalidad de esta secta la prohibición de que judíos y árabes conversen en las calles. Su líder, Bentzi Gopstein, decía en declaraciones a la prensa a principios de este año que «estamos aquí para decirle a las mujeres que no salgan con árabes y prevenir que los árabes flirteen con nuestras mujeres».

En relación al Orgullo de 2017, el mismo Gopstein ha dejado claro que «no se puede tener una marcha de Orgullo en la Tierra de Israel. Si tienes un problema, te ayudaremos, te trataremos. Esto no es Orgullo, es una abominación». Por su parte, el ultraderechista Baruch Marzel, que ha apoyado la concentración de Lehava, explicaba que «vinimos aquí para protestar contra estas personas que están profanando Jerusalén y la Tierra Santa. Estos manifestantes están poniendo en peligro a todos los judíos en Israel». En similares términos se pronunciaba Aryeh Stern, el principal rabino de Jerusalén, aunque ha matizado su completa oposición a cualquier ataque violento: “participé en la ceremonia conmemorativa de Shira Banki, y fui a su casa para consolar a la familia afligida. Pero mantener el desfile en las calles de la ciudad está causando más daño a sus partidarios que beneficiarlos”.

Con todo, lo cierto es que este año no ha habido que lamentar ningún incidente de trascendencia y el activismo ha podido elevar su voz a favor de la igualdad de derechos del colectivo LGTB. La participación en el Orgullo de Jerusalén podría haber alcanzado las 22.000 personas. Se trata de unas cifras, en cualquier caso, ligeramente inferiores a las de la edición de 2016, que se convirtió en la más multitudinaria de la historia de esta ciudad israelí, con unos 25.000 manifestantes, cuando se cumplía el primer aniversario del asesinato de la adolescente de 16 años Shira Banki.

Shira Banki en el recuerdo

Una década después de acuchillar a tres asistentes durante el Orgullo LGTB de 2005 en Jerusalén, y un mes después de salir de la cárcel donde cumplió parte de su condena por aquellos hechos, el perturbado ultraortodoxo Yishai Shlissel acuchilló en 2015 a varios participantes, repitiendo la misma agresión por la que fue recluido. Solo unos días más tarde, dosmanzanas recogía el tristísimo fallecimiento de Shira Banki, la chica de 16 años que resultó más gravemente herida (en la foto de la derecha). En su memoria se dedicó el cambio de nombre de la céntrica plaza de Zion por el de “Tolerancia”.

Hace tres años apenas unas 500 personas salieron a las calles de Jerusalén para reivindicar los derechos de la comunidad LGTB y el año pasado la participación se cifró en unas 25.000 (que este año, como decíamos, se ha situado en torno a 22.000). Un crecimiento que responde a la denuncia social contra el asesinato de la joven Banki y que, además, supone un toque de atención al doble discurso de Benjamin Netanyahu y su Gobierno. Asimismo, la visibilización del activismo es una representación de unidad frente al extremismo religioso, la intolerancia y la violencia motivada por el odio a la diversidad.

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