Princesas y príncipes

Claudia Martell y Olivia Simón son enemigas desde la infancia. La vida las ha vuelto a juntar en una editorial, García & Morán Ediciones, y además, se embarcan en un viaje a la Escocia profunda en busca de un esquivo escritor español al que tienen que vigilar y conseguir que publique su nueva novela con su editorial. Hasta ahí, todo en orden. Pero pronto descubren (con tanta oveja, tanto verde y tanta taberna) que su enemistad infantil tiene un motivo oculto (para ellas).

Divertida, romántica, morbosa y de ágil lectura, puedes conseguir 101 razones para odiarla, la novela de Emma Mars (directora de contenidos del conocido blog Hay una lesbiana en mi sopa), en este enlace.

Emma Mars es periodista. Tras haber escrito en sitios maravillosos (y otros no tanto), decidió darle un giro a su carrera y actualmente trabaja para una empresa de contenidos online. La autora y su pareja se mudaron recientemente a Australia, en donde viven rodeadas de loros malvados que las despiertan todas las mañanas, pero también de playas kilométricas, imposibles de alcanzar con la vista. Desde mayo de 2013, dirige los contenidos editoriales de HULEMS, una de las publicaciones de referencia en el mundo lésbico de habla hispana. Actualmente, tiene una obra publicada, pero muchas otras descansan en el cajón, esperando a que llegue su momento.

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Y ¿qué podemos decir de Los príncipes de catorce versos, el excelente libro de sonetos de Guillermo Arróniz, al que ya conocemos por Pequeños laberintos masculinos y sus reseñas literarias en El librepensador y otras webs amigas, si el que suscribe ha tenido el privilegio de presentar el libro en un lugar tan emblemático como el Museo Cerralbo de Madrid?

«El príncipe, no obstante, siempre quiere
los versos de la historia de Jacinto
que en brazos de su amado Apolo muere,

por ser amor auténtico y distinto.
La voz del vate brilla cuando llora
y el hombre sobre el trono se enamora»

Pues que, como la presentación fue grabada en video, casi todo lo que tengo que decir está ahí y ahí remito, porque además, los príncipes de los sonetos se hicieron carne (¡y qué carne!) y además así tendréis el placer que de escuchar al autor hablando de su libro. Y le veis la cara a un servidor, que ya son muchos años y alguno ya tendrá curiosidad.

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