Gran cine venezolano LGTB: críticas de «Desde allá», «Pelo malo», «Liz en septiembre» y «Azul y no tan rosa»
Pese a tratarse de un país donde la comunidad LGTB todavía padece discriminación directa e indirecta por los cuatro costados, Venezuela nos ha ofrecido últimamente varios largometrajes de temática LGTB de éxito internacional, auspiciados —quizá— por la valentía de Azul y no tan rosa en 2012. Aprovechando el estreno comercial en España de Desde allá y la reposición especial en Madrid de Liz en septiembre, os animo a acercaros a estos pequeños grandes films de un modo u otro.
Desde allá (2015), ópera prima de Lorenzo Vigas, se alzó con el León de Oro del último Festival de Venecia por encima de aplaudidas películas como Anomalisa, Beasts of No Nation, El clan o la ya comentada La chica danesa [crítica]. De marcado corte minimalista, este gélido drama nos presenta dos personajes muy diferentes unidos por un oscuro contexto que ninguno de los dos esperaba en el marco de la convulsionada Caracas. El gran Alfredo Castro, protagonista también de la chilena El club [crítica], encarna a un cincuentón incapaz de comunicarse, mientras que el debutante Luis Silva hace lo propio con un joven chapero para quien la mezcla de búsqueda de dinero fácil y curiosidad —delicada ambición y frágil inocencia, fragorosos iconos de la juventud— alberga un lóbrego camino. Ambos individuos aprenderán a comprenderse, o al menos a creer hacerlo, rodeados por una sociedad sumida en un perenne estado de inquietud. Tan vitales como mortecinas, las calles que rodean el edificio donde acontece gran parte de la acción parecen liar una tela de araña de la que resulta imposible escapar. Tras deslumbrar en la sección Horizontes Latinos del siempre “LGTB friendly” Festival de San Sebastián, la cinta ha vuelto a ver la luz dentro de nuestras fronteras, en esta ocasión a nivel comercial.
Curiosamente, hace tan solo tres años otra cinta venezolana de temática LGTB se alzó con la Concha de Oro del recién mencionado Festival de San Sebastián, beneficiada, eso sí, por la escasísima competencia. De esencia cuasi-documental, Pelo malo (2013) nos trasladaba a las calles de Caracas para contarnos la historia de un niño (perfecto Samuel Lange Zambrano) que se niega a cortarse sus enmarañados cabellos negros, aferrándose a ellos como si de Sansón se tratase. Y es precisamente su insistencia lo que lleva a su madre (natural Samantha Castillo) a otorgar a su melena un simbolismo inevitablemente relacionado con el derecho de cada uno a ser como desee. Que el afeminado chico sea o no homosexual es lo de menos, pues la homofobia que lo rodea lo está atacando sin piedad de cualquiera de las maneras. Así, como suele suceder, tan sólo los más inocentes (a destacar la deliciosamente espontánea niña encarnada por María Emilia Sulbarán) serán capaces de huir de tan horrible plaga. Nos encontramos por tanto ante una notable combinación de mimado retrato costumbrista y aguda crítica social con la que la guionista y directora Mariana Rondón (Postales de Leningrado, 2007) logra transmitir muchísimo de las formas más sencillas.
Por su parte, Liz en septiembre (2013), receptora del Premio del Público del Miami Gay and Lesbian Film Festival y el LesGaiCineMad entre otros muchos certámenes LGTB, hechiza al espectador con sus esculturales cuerpos femeninos y majestuosos paisajes tropicales. La veterana Fina Torres, receptora hace tres décadas de la Cámara de Oro de Cannes por la notable Oriana (1985) pero hundida por la mediocre Woman on Top (olvidado debut hollywoodiense protagonista de Penélope Cruz, 2000), es conocida por sus portentosos personajes femeninos y su último largometraje no es una excepción. Basada en la obra de Janem Chambers y bien protagonizada por la supermodelo Patricia Velásquez y la exbailarina Eloísa Maturén, esta agradable comedia dramática ofrece sensibilidad y humor a partes iguales a partir de las relaciones entre un grupo de mujeres lesbianas reunidas año tras año en el mismo resort paradisiaco para pasar las vacaciones. Aunque el guion dista mucho de ser sólido, el melancólico resultado garantiza cien minutos verdaderamente encantadores. Si aún no la habéis visto, tenéis una oportunidad hoy a las 20h00 en Madrid gracias al Cinema Pride, donde la presentará una de sus actrices: la fantástica Arlette Torres.
Anterior a todas ellas y en parte precursora de las mismas, Azul y no tan rosa (2012) sorprendió a la comunidad cinéfila con su retrato desprejuiciado y liberal de las relaciones humanas en un mundo homófobo en el que homosexuales y transexuales luchan por abrirse paso. Con la relación entre un joven gay (Guillermo García) y un hijo al que apenas conoce (Ignacio Montes) como eje central, el debutante Miguel Ferrari explora las consecuencias de la homofobia desde una perspectiva tan desgarradora como esperanzadora, presentando un encantador despliegue de personajes que harán al espectador sentirse acompañado desde el inicio de la narración. Innegablemente, la película tiene sus baches, tanto con respecto a un guion alejado a menudo de la verosimilitud como en relación a un plano técnico más que mejorable, pero todo ello queda camuflado por la latente frescura que envuelve el resultado final. Para sorpresa de muchos, la bienintencionada cinta se alzó con el último Goya a mejor película iberoamericana por encima de las aparentemente más potentes Gloria, El médico alemán y La jaula de oro, convirtiéndose en la primera producción venezolana en obtener tal honor tras seis candidaturas.
La existencia de estas cuatro películas, nacidas entre el 2012 y el 2015, es prueba de que la cultura LGTB siempre está dispuesta a abrirse paso incluso cuando la propia sociedad es contraria a ello. No es por tanto exagerado afirmar que el afortunado éxito internacional de Azul y no tan rosa, Desde allá, Liz en septiembre y Pelo malo ha contribuido enormemente a la necesaria visibilidad, tanto de la auténtica comunidad LGTB venezolana (relegada hasta hace poco a estereotipos reforzados por los medios de comunicación) como de la cinematografía venezolana… y, por ende, de un país en desarrollo que pide a gritos un cambio de mentalidad. Dijo Miguel Ferrari en su día que Azul y no tan rosa mostraba “una Venezuela que existe pero que muy poca gente conoce” y lo mismo puede decirse del conjunto de estos cuatro títulos, un necesario prisma tetragonal con el que acercarse a una realidad que nunca más debería mantenerse callada.
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Acerca del Author
JuanRoures
Escritor y activista, hablo de cine en 'La estación del fotograma perdido', de dudas lingüísticas en '¿Cómo se dice?' y de cultura LGTB en 'dosmanzanas' (sección: 'Apolo vive enfrente'). He publicado la novela 'Bajo el arcoíris' y dirigido el cortometraje 'Once bitten, twice daring', ambos de temática gay. También soy corrector ortotipográfico y de estilo. Trabajo en la UAM.