"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Crímenes y horrores LGTB: críticas de las miniseries «American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace» y «American Horror Story: Asylum»

La que probablemente se convierta en una de las grandes triunfadoras de los próximos Premios Emmy, American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace, ofrece también una mirada muy interesante, no necesariamente positiva pero sí harto plural, de la comunidad gay de los 90. Unos años antes, American Horror Story: Asylum, hacía lo propio con las lesbianas de los 60, aunque en clave más sutil. A tan perturbadoras miniseries, en ambos casos segundas partes con sus propios comienzos, me dedico hoy. Las firma, por cierto, uno de los grandes nombres de la televisión contemporánea: Ryan Murphy.

En 1997 el famoso diseñador de moda Gianni Versace fue acribillado a tiros a las puertas de su mansión de Miami. En su momento, nadie entendió por qué, pero, poco a poco, la verdad salió a la luz. American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace (The Assassination of Gianni Versace: American Crime Story, 2018) segunda temporada de American Crime Story, narra el antes y el después de tan dramático suceso, dando voz al mundo de Versace pero, más aún, al del hombre que lo destruyó, el arribista Andrew Cunanan, un chico gay obsesionado con la apariencia y el dinero que ya había matado a varios amantes aquel año. Jugando elegantemente con el espacio y el tiempo, la serie va ofreciendo pistas poco a poco a lo largo de 9 episodios colmados de intriga, horror y belleza. Darren Criss ofrece un retrato fascinante de un psicópata al que aprendemos a comprender desde la pena y la repulsión gracias a la reflexión derivada de sus hechos. Entretanto, Edgar Ramirez (Versace), Penélope Cruz (su hermana) y Ricky Martin (su amante) se mueven como cautivadores peces en el agua en un mundo de glamour azotado por la tragedia. Y lo mejor es que, aun siendo Versace tan conocido, para bien y para mal apenas se recuerda nada en torno a su muerte, lo que dota a la serie de gran emoción de principio a fin (algo que, de todos modos, los excelentemente escritos personajes lograrían por sí solos).

A su vez la segunda parte de American Horror Story, American Horror Story: Asylum (2012), nos traslada a un horrible hospital psiquiátrico durante los años 60 que innegablemente aviva los «infundados» temores hacia centros a los que supuestamente se acude para recuperarse. Sarah Paulson (secundaria de Carol [crítica] y curiosamente protagonista de American Crime Story: The People v. O.J. Simpson, primera entrega de la miniserie anteriormente tratada) encarna a una mujer que termina encerrada por ser lesbiana, quedando a merced de un equipo médico (Jessica Lange, Zachary Quinto, Lily Rabe James Cromwell, todos ellos magistrales) que tiene, digamos, mucho que esconder. Colmada de horrores que instan a torcer la mirada en más de una ocasión tanto por su depravado carácter sangriento como por el doloroso plano psicológico, la serie atrapa desde el primer momento y contrapone el desagrado desplegado a una atmósfera extrañamente acogedora y, claro está, personajes con los que nos encariñamos con rapidez (sobre todo, los enamorados Lizzie Brocheré y Evan Peters). Bastante más ingeniosa, extravagante y absorbente que su predecesora (y sin duda, la mejor de toda la saga), esta miniserie ofrece una mirada diferente a los prejuicios (LGTBfobia incluida, por supuesto) que azotaban la humanidad hace ya medio siglo (y que, en muchos casos, siguen al acecho).

Aunque en apariencia no es la protagonista de ninguna de las dos miniseries, en el fondo, la homofobia desencadena los hechos, siendo lo que lleva a la protagonista de American Horror Story: Asylum al terrible asilo (y a los fantasmas que le persiguen hasta el final) y al protagonista de American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace a cometer tan horribles crímenes (homofobia interiorizada, en ese caso). Más allá de eso, ambas obras ofrecen emoción a raudales tanto por el constante impacto de la acción como por los sentimientos que sus ricos personajes despiertan.

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