"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Dolores Vázquez rompe su silencio de dos décadas en una próxima serie documental

La plataforma HBO Max (sucesora de HBO España a partir del próximo 26 de octubre) ha desvelado un primer aperitivo de la serie documental Dolores: la verdad sobre el caso Wanninkhof, que recoge el testimonio de Dolores Vázquez, la mujer que fue injustamente acusada y condenada a prisión por el asesinato en 1999 de Rocío Wanninkhof, hija de Alicia Hornos, con la que Vazquez había mantenido una relación sentimental. La lesbofobia social de la época, el retrato que los medios de comunicación hicieron de Dolores Vázquez como la perfecta villana y el relato acusatorio construido con hechos circunstanciales sin prueba alguna fueron suficientes para llevarla a la cárcel.

Las personas más jóvenes no recordarán el caso, pero el asesinato de Rocío Wanninkhof, la acusación a Dolores Vázquez y su juicio ocuparon horas interminables de televisión, páginas de periódicos y columnas de opinión durante meses. Un proceso a lo largo del cual se fue perfilando un relato que presentaba a Dolores Vázquez como una asesina sin corazón llena de odio, celos y rencor hacia la hija de la que había sido su pareja, con la que todavía mantenía una relación estrecha. Una villana de película, lesbiana despechada, aunque su lesbianismo rara vez se abordaba frontalmente, sino a través de dobles sentidos, circunloquios y cuidadas elipsis. Un proceso que en 2008 documentaba a la perfección Beatriz Gimeno, expresidenta de la FELGTB (y hoy en día diputada de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid), en su imprescindible ensayo La construcción de la lesbiana perversa.

Entre las múltiples referencias de cómo la prensa de la época se refirió a Dolores Vázquez destaca, por su podredrumbre, el artículo que Juan Manuel de Prada le dedicó en el diario ABC en septiembre de 2000. Amor estéril, era su título. «La mujer que, según apuntan las indagaciones policiales, eligió como víctima de su crueldad a Rocío Wanninkhof lo hizo con el propósito de matar en vida a quien más amaba, que era la madre de la muchacha. Y lo hizo borrando el aliento de la belleza, que era algo que su amor estéril jamás podría incorporar al mundo. Al asesinar a Rocío Wanninkhof, esa mujer estaba excluyendo la posibilidad de un amor distinto al suyo, un amor que fuese fecundo y perdurara en otra carne», escribía De Prada. «La palabra que menciona ese amor estéril no ha sido aún pronunciada, en parte por respeto a la madre doliente, pero también por ese remilgo tan contemporáneo que se resiste a reconocer los peligros de degradación que encierran ciertas variantes del amor. Rocío Wanninkhof murió por culpa de un amor degradado (y uso el adjetivo en su pura acepción etimológica); un amor que jamás podría haber rendido un fruto tan sencillamente hermoso como esa muchacha que nos sonríe desde ultratumba». Una cuidada prosa que no oculta más que una repugnante homofobia.

Dolores Vázquez fue condenada a 15 años de prisión por un jurado popular. Durante el juicio, la acusación se concentró en descalificarla personalmente, dada la ausencia de pruebas (la investigación de la Guardia Civil solo sirvió para construir un relato basado en hechos circunstanciales tan débil que sorprende que pudieran sustentar una acusación formal, incluso teniendo en cuenta los prejuicios de la época…). El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, de hecho, ordenó un segundo juicio debido a la falta de motivación del jurado en su veredicto. Un juicio que nunca se llegó a celebrar, ya que en 2003, en el curso de la investigación del asesinato de Sonia Carabantes, la Guardia Civil encontró que el ADN del asesino de esta, el delincuente sexual Tony Alexander King, estaba presente en una colilla recogida junto al cadáver de Wannikhof. y un mes más tarde, en el curso de sus investigaciones, la Guardia Civil descubrió que el ADN del presunto asesino de Sonia coincidía con los restos biológicos hallados en una colilla recogida en el lugar donde había aparecido el cadáver de Rocío Wanninkhof cuatro años antes.

Una historia que recientemente muchos han conocido gracias al documental de Netflix El caso Wanninkhof-Carabantes, que sin embargo no contó con la participación de Dolores Vázquez, cuya historia sí contará de primera mano en la serie de HBO Max. Os dejamos con un primer tráiler:

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