"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Carta Abierta a la Comisión para la Familia de la Asamblea Nacional de Venezuela. De «Minoría» a «Minoría»

Obviando las formalidades requeridas en el caso, quisiera dirigirme al bloque político opositor que dirige a la Comisión Permanente para la Familia en la Asamblea Nacional; esta iniciativa radica en el ejercicio de mis derechos ciudadanos, en virtud de los cuales puedo recurrir a los organismos del Estado para formular mis inquietudes y necesidades. Este menester, sin embargo, no es en lo absoluto personal, sino colectivo: Es la petición de un grupo minoritario de personas.

En nuestro país, así como en cualquier otro a lo largo de la historia, existen individuos que por motivos que la ciencia no ha logrado aún dilucidar, nacen con una orientación sexual y de género distinta a la de la mayoría de personas; son llamados, según el caso específico, Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales; constituimos aproximadamente un 21% de la población mundial.

En el transcurso de los siglos, han existido episodios de discriminación, segregación y reducción de derechos motivados por el género, raza, religión, condición social y condición económica. En la antigüedad, por ejemplo, las mujeres prácticamente carecían de derechos y nuestro suelo americano es mudo testigo de la esclavitud a la que fueron sometidos nuestros hermanos originarios de África durante la conquista Europea y la posterior segregación que tuvieron que soportar hasta ya entrado el siglo XIX (Sin embargo, el Apartheid Sudafricano no terminó sino un siglo después). A pesar de ello, la humanidad es una escuela de errores y rectificaciones, así como también de luchas por las reivindicaciones; durante esta brega han aparecido personajes ilustres que transcienden fechas y lugares y cuyo mensaje de igualdad, respeto y paz llegan aún a nuestros oídos; así por ejemplo, somos inspirados aún por el mensaje libertario de nuestros Próceres, el sueño de Martin Luther King, los deseos de paz de Mahatma Gandhi y el amor desinteresado y operante de la Madre Teresa de Calcuta.

Actualmente la segregación racial está tipificada como un delito así como también la discriminación de género; no obstante, aún en nuestros días, luego de haber pasado ya la primera década del siglo XXI, podemos ver como siguen existiendo conatos de racismo y machismo; la lucha ha sido larga, ha dado sus frutos pero aún no ha terminado. Parafraseando a un abogada venezolana, de impecable trayectoria, hace poco aspirante a Magistrado del TSJ, Tamara Adrián, puede decirse que el siglo XX estuvo determinado por la lucha en favor de los derechos civiles de los afro descendientes y las mujeres y el siglo XXI estará definido por la contienda en pro de los derechos de las personas LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales).

El colectivo LGBT se caracteriza por ser minoritario, diverso (englobando a personas de diferentes condiciones sociales, económicas, religiosas y étnicas) y porque enfrenta a diferentes posturas dogmáticas originadas por el prejuicio y por algunas religiones; estos conceptos equivocados originan (quizás inconscientemente) olas de violencia, odio e intolerancia hacia las personas LGBT. La aversión de las personas hacia los homosexuales se conoce como «homofobia»; sin embargo, el término no es lo suficientemente claro, una fobia es un miedo irracional, la persona acrofóbica; por ejemplo, es aquella que le tiene miedo a las alturas, evitará de cualquier modo encontrarse con este tipo de situaciones y será consciente de su condición particular; en cambio, el homofóbico, muchas veces busca atacar de manera verbal, simbólica o física a la persona homosexual, al mismo tiempo, no es consciente de que su actitud es incorrecta e irracional (De hecho, puede pensar lo contrario).

Ustedes, el bloque opositor en la Asamblea Nacional, constituyen también una minoría numérica en el Hemiciclo; de 165 diputados, ustedes son 65; según las matemáticas un 39% aproximado. No obstante, son conscientes de que lo importante no es el número sino la calidad de la labor y el impacto en el entorno: para el correcto ejercicio democrático es necesaria la diversidad de ideas y posturas, de la pluralidad de pensamiento surge la dialéctica y esta es la mejor receta para conseguir soluciones eficaces.

Extrapolando lo anterior, en una sociedad es necesaria la diversidad, ya sea cultural, étnica, religiosa; pero también sexual. Diversidad Sexual que se entiende como las diferentes maneras en las que el individuo se percibe a sí mismo y también el tipo de personas con las que el individuo desee tener una relación sexo-afectiva; no es justo exigirle a todas las personas que profesen una misma religión, que conserven una misma cultura o que defiendan una sola postura en un debate; del mismo modo, no es justo tampoco que se les exija a todos que sean heterosexuales cuando no son de ese modo, ni que se comporten de manera distinta a la que ellos deseen; siempre y cuando su accionar no constituya una amenaza real a la integridad de las personas que les rodean; ser lesbiana, gay, bisexual o transexual, de ninguna manera daña a ninguna persona; la homofobia, si.

Estoy consciente de que entre ustedes, están aquellos que tienen convicciones religiosas muy arraigadas (lo cual respeto en todo momento) sin embargo, deben tener presente que su labor es legislar con imparcialidad, teniendo en cuenta a todos aquellos que por alguna u otra legítima razón no comparten sus creencias religiosas pero que están legalmente desamparadas y que debido a la ausencia de una legislación, son cotidianamente víctimas de atropellos por parte de personas, colectivos, instituciones y organizaciones de los más variopintos géneros; del mismo modo, las personas LGBT no podemos ejercen todos los derechos que tenemos reconocidos en nuestra Constitución, debido a las contradicciones que existen entre la Carta Magna y el Código Civil Venezolano; por ejemplo, las parejas gays que viven juntos desde hace años, al no poder casarse legalmente, no pueden solicitar una casa como lo hacen, por ejemplo, las parejas heterosexuales que viven en concubinato, del mismo modo, tampoco tienen derechos patrimoniales y al morir un miembro de la pareja, el otro/a se encuentra desprotegido/a; ninguna ley condena explícitamente a ningún patrón que desee despedir a un trabajador o trabajadora por ser gay o lesbiana; la situación de las personas transexuales es aún peor; pues ni siquiera tienen garantía de su derecho a la vida, prueba de ello es la cantidad de individuos transexuales que son regularmente asesinados en nuestro país sin que el hecho llegue a mayores instancias; incluso tampoco tienen derecho al libre desenvolvimiento de su personalidad ni a la Identidad, el caso de la Doctora Tamara Adrián es el más emblemático, pues siendo transexual, profesional y con una larga trayectoria académica, ha solicitado el cambio legal de su identidad al TSJ reiteradamente, sin recibir ninguna respuesta luego de varios años e intentos.

¿Su apoyo a la aprobación de los derechos de las personas LGBT contradice sus principios morales? Según la postura religiosa, su respaldo a una legislación que proteja a las personas LGBT de la discriminación, segregación, la violencia y que reconozca nuestros derechos civiles inherentes a la condición humana, puede constituir una afrenta a las posturas más conservadoras de la religión; en contraposición, su deber como Parlamentarios consiste, entre otras cosas, velar por los derechos y necesidades de todos los venezolanos, incluyéndonos a nosotros, las personas LGBT; por lo tanto, deben ver por encima de ustedes mismos y poner la mirada en los requerimientos de los ciudadanos, aquellos que votaron por ustedes con la esperanza de ser escuchados y atendidos.

Somos minoría, pero no por eso somos menos importantes, menos humanos ni menos venezolanos; tenemos tantos derechos e importancia como cualquier otra persona; sin embargo, a los ojos de las actuales leyes no es así. Del mismo modo que ustedes están conscientes de la importancia de su presencia en la Asamblea, nosotros lo estamos de nuestra relevancia en la sociedad venezolana y por lo tanto, de la misma manera que ustedes desean ser escuchados y tomados en cuenta por los bloques mayoritarios que hacen vida política en el país; nosotros aspiramos serlo ante ustedes y ellos.

L. Gómez

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