"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

La victoria liberal-conservadora aleja el matrimonio igualitario de Australia

Se alejan las perspectivas de una aprobación próxima del matrimonio igualitario en Australia. Las elecciones generales en ese país han dado como ganador al candidato liberal-conservador Tony Abbott, abiertamente contrario a la igualdad de las personas LGTB.

En las elecciones que tuvieron lugar el pasado sábado, 7 de septiembre, la coalición liberal-conservadora obtuvo la victoria. En la Cámara de Representantes habría obtenido, según las previsiones (la atribución de escaños no está aún cerrada), 87 diputados frente a los 57 de los laboristas. Aunque no ha sido la victoria arrolladora que algunos pronosticaban hace meses, sí es suficiente para formar gobierno sin necesidad de pactos con fuerzas minoritarias. Un elemento clave de su campaña y su próxima acción de gobierno es el aumento de los controles migratorios.

Tony Abbot es conocido por ser católico conservador y por su clara oposición al matrimonio igualitario, pese a tener una hermana abiertamente lesbiana. Llegó a referirse al matrimonio entre personas del mismo sexo como “la moda del momento”. Frente a él, el candidato laborista, Kevin Rudd, había manifestado su postura favorable, que defendió hace unos días con fuerza en un programa de televisión. Frente a la pregunta con recriminación de un pastor de cómo podía llamarse cristiano e ir en contra del matrimonio bíblico, Rudd contestó que su cambio de opinión había sido el resultado de una larga reflexión “en buena conciencia cristiana”.

Rudd había hecho ya público su apoyo al matrimonio igualitario el pasado mayo, y eso pese a que la anterior etapa de Rudd como primer ministro se caracterizó también por un rechazo frontal al matrimonio entre personas del mismo sexo. Rudd afirmó haber cambiado de postura entre otras razones gracias a la influencia de sus hijos, que lo tacharon “dinosaurio”. “Creo que el estado secular de Australia debería ser capaz de reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo”, aseguraba ahora.

Si la postura de Rudd había despertado esperanzas, la victoria de Abbott, lamentablemente, hace alejarse las expectativas a corto plazo de la aprobación del matrimonio igualitario, al menos a nivel federal. Habrá que ver qué sucede a medio plazo, sin embargo. Un número no determinado de diputados liberal-conservadores son partidarios del matrimonio igualitario, y el propio Abbott reconoció hace meses que en el futuro le resultaría complicado mantener la disciplina de voto en esta materia. Será importante, en caso de que se discuta un proyecto en ese sentido, la composición del Senado, donde ni liberal-conservadores ni laboristas disponen de mayoría absoluta. Los Verdes, partidarios del matrimonio igualitario, mantienen su representación, pero también han sido elegidos varios senadores de grupos minoritarios opuestos al mismo.

Los laboristas pudieron, pero no quisieron

Quizá lo más decepcionante del proceso australiano sea que durante los últimos seis años han sido precisamente los laboristas los que han actuado como freno a la aprobación del matrimonio igualitario. Hasta hace pocas semanas primera ministra era Julia Gillard, radicalmente opuesta al matrimonio entre personas del mismo sexo, y que durante los últimos años no ha dudado en maniobrar para impedir que los partidarios de dicho derecho dentro del Partido Laborista -en teoría mayoritarios- trasladaran su criterio al Parlamento. Y ello pese a que en su último congreso nacional, celebrado a finales de 2011, los laboristas decidían incorporarlo a su ideario. Pero Julia Gillard se encargó de convertir ese mismo ideario en papel mojado al imponer que los legisladores laboristas tuvieran libertad de voto. Una libertad que Tony Abbott negó a los suyos (pese a existir partidarios del matrimonio igualitario entre sus filas) y que finalmente desembocó en el fracaso de la iniciativa a nivel federal.

El severo deterioro de la popularidad de la primera ministra y las previsiones de una contundente derrota fueron las que llevaron a Kevin Rudd a desafiar a Gillard y arrebatarle el liderazgo del partido y por ende el puesto de primer ministro (Rudd le devolvía la jugada a Gillard, que hace tres años hizo lo mismo con él). Aunque la sustitución de Gillard puede habr amortiguado algo la derrota laborista, no ha sido ni mucho menos suficiente.

La vía de los estados sigue viva

En cualquier caso, pese a que la discusión sobre el matrimonio igualitario quede bloqueada a nivel federal, la vía de los estados sigue viva. En anteriores entradas nos hemos hecho eco de diferentes iniciativas en este sentido, ninguna de las cuales se ha materializado todavía, entre otros factores debido a las dudas sobre si los estados y territorios australianos tienen competencias para modificar la legislación matrimonial, clásicamente atribuida al nivel federal.

Pero el reciente dictamen de una comisión parlamentaria de Nueva Gales del Sur, afirmando que los estados sí tienen capacidad de legislar en esta materia, ha reanimado las esperanzas de que esta vía se materialice. Nueva Gales de Sur y el Territorio de la Capital Australiana (ACT), donde se localiza Canberra, la capital federal, son los candidatos más probables.

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