"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Gangrena en el Vaticano

Contra natura“Muchos psicólogos y muchos psiquiatras han demostrado que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero muchos otros han demostrado que hay relación entre homosexualidad y pedofilia” Hace unas semanas el Cardenal Bertone, número dos del Vaticano, se despachaba a gusto con estas polémicas declaraciones en las que, como se ve, establece una relación directa entre homosexualidad y pedofilia. Tras una tormenta inicial de críticas, incluidas las de varios gobiernos, el Vaticano hacía un amago de rectificación afirmando que esta relación, homosexualidad y pedofilia, “sólo” se produciría en el seno de la iglesia. Debo confesar que he tardado varias semanas en digerir mi indignación y sólo ahora puedo sentarme a ordenar algunos pensamientos.

Primero. Aunque ha habido muchos comunicados de condena a las palabras de Bertone todos ellos habrían resultado inútiles: la jerarquía de la Iglesia Católica es alérgica a la razón. Podrían venir una docena de premios Nobel a decirles que la homosexualidad y la pederastia no tienen nada que ver y daría igual: a estas alturas no creo que nadie vaya a explicarles precisamente a ellos lo que es el vicio nefando. También ha habido otras personas, demasiado reflexivas, me temo, que les han dicho que sus declaraciones, aparte de infundadas, son peligrosas porque generan odio hacia un colectivo, el homosexual, que sufre ataques homófobos a diario por parte de energúmenos que se alimentan, precisamente, de unas ideas idénticas a las que escupe el Sr. Bertone. Una idea demasiado sencilla, demasiado lógica para que la entiendan, polvo en el viento de la plaza de San Pedro. No se puede razonar con ellos, no lo olvidemos, por eso son tan peligrosos.

Segundo. El odio. Las declaraciones del Sr. Bertone caen en un estanque en calma en el que se generan ondas concéntricas de odio. En un primer lugar estamos nosotros, los homosexuales, que al ser atacados de este modo por estos auténticos energúmenos no nos queda más remedio que devolverles no ya su propio odio, porque somos mucho más cristianos que ellos, pero sí todo el desprecio que sean capaces de expresar nuestras palabras. Luego las ondas de odio llegarán a los homófobos, a esos que atacan homosexuales en los parques porque los relacionan con pederastas. Entre unos y otros, ¿cuánto odio habrá sembrado el Sr. Bertone? ¿Qué habrá ganado con estas declaraciones?

Tercero. Imagínense que un prócer de cualquier país insistiese en la idea de que todos los gitanos son unos ladrones o todos los negros son unos vagos o todos los chinos unos guarros. ¿No deberían exigirle los demás países que se callase la bocaza? Y si no lo hiciese, ¿no debería ser detenido y procesado por incitación al odio y la violencia? En un mundo justo el Sr. Bertone debería retractarse o rendir cuentas de sus irresponsables palabras ante un tribunal de justicia. (Y, si se me permite la digresión, otro tanto pasaría con su jefe, el cómplice de pederastia Joseph Ratzinger, cuando va diciendo por África que los condones son un pecado: sus palabras podrían estar matando a miles de personas y por ellas debería rendir cuentas)

Cuarto. ¿Qué podríamos hacer para defendernos de los ataques de esta pandilla de integristas que dirigen el Catolicismo? Desgraciadamente poco, la inercia de poder absolutista de casi dos mil años sigue siendo un pesado rodillo que aplasta a quien se pone a su paso. En mi proverbial ingenuidad, yo siempre he pensado que sólo la iglesia de base, la verdadera Iglesia, puede dinamitar, desde dentro, las podridas estructuras milenarias del Catolicismo. Se me viene a la cabeza el caso de los “curas rojos” de aquella simpática iglesia madrileña, San Carlos Borromeo, que celebraban la misa en vaqueros y en vez de usar como hostia consagrada una oblea daban un trozo de pan. En definitiva, celebraban la liturgia y la fe de una forma mucho más cercana al pueblo, sin el boato y la frialdad de la iglesia oficial, más preocupados por las personas que por la representación. Aquellos curas le plantaron cara al oficialismo eclesiástico con un gran ruido mediático y, lo que es más importante, con un gran apoyo ciudadano. Finalmente Rouco Varela, ese Darth Vader del catolicismo ibérico, cerró la iglesia para convertirla en un centro de Cáritas. Debería haber cientos de iglesias como San Carlos Borromeo que, todas al unísono, se rebelasen contra la línea oficial del Catolicismo que representan el rupestre Rouco y su siniestro jefe del Vaticano. Debería producirse un cisma en el seno de la mayor confesión del Cristianismo: por un lado los oficialistas, con Benedicto XVI y todos sus dogmas, y por otro todas esas iglesias de base que, como la aquella iglesia del madrileño barrio de Vallecas, creen que es posible aproximarse al mensaje de Cristo desde un lado mucho más humano, sin el rigorismo excluyente y fundamentalista de los actuales dirigentes. La iglesia de base debe rebelarse contra sus jefes porque éstos, con sus palabras y sus actos, están pervirtiendo y ensuciando el nombre y el mensaje de Cristo. Si lo hacen no estarán solos.

Quinto. El Vaticano se comporta como un animal malherido que se defiende atacando a quien se acerca a curarle. La hipocresía, la sinrazón, la arrogancia, el apego al poder terrenal, la falta de valores democráticos…, son sólo algunas de sus principales heridas, y por ellas se están desangrando sus iglesias de fieles y de vocaciones. Hasta que no se las curen no estarán legitimados para predicar la palabra de Cristo.

rafael.rodriguez.dm@gmail.com

Otras colaboraciones de Contra Natura pincha aquí

Comentarios
  1. Juan C.
  2. jan
  3. Graciela
  4. DexterMorgan
  5. Ave
  6. Álvaro
  7. jan
  8. Flick
  9. DexterMorgan
  10. Rafarodriguez
  11. Adrian S.
  12. Crasamet
  13. Ave
  14. Álvaro
  15. Juan C.
  16. jan
  17. Álvaro
  18. jan
  19. Ave
  20. Juan C.
  21. Álvaro
  22. Ave
  23. Álvaro
  24. jan
  25. Rafarodriguez
  26. Timoshenko
  27. Timoshenko
  28. Pústula
  29. Sara
  30. Álvaro
  31. Lobogrino
  32. Sara
  33. Lobogrino
  34. Sara
  35. Sara
  36. Lobogrino
  37. Graciela
  38. Sara
  39. Sara
  40. Timoshenko
  41. Timoshenko
  42. jan
  43. deabrutxiki
  44. Juan C.
  45. Rafarodriguez
  46. Iván
  47. jotainkoelle
  48. Neurófilo
  49. Graciela
  50. Neurófilo
  51. elio cesar
  52. an
  53. Neurófilo
  54. Neurófilo
  55. Neurófilo
  56. elputojacktwist
  57. Timoshenko
  58. Dr.Turbio
  59. Ave
  60. Graciela
  61. Neurófilo
  62. Álvaro
  63. noctua
  64. Dr.Turbio
  65. Iván
  66. Neurófilo
  67. Sara
  68. Neurófilo
  69. contradictorio
  70. Trastornado homófobo
  71. Lobogrino
  72. contradictorio
  73. miriam
  74. Álvaro
  75. Graciela
  76. Graciela
  77. Crasamet
  78. Neurófilo
  79. jan
  80. Graciela
  81. elputojacktwist
  82. La Madelón
  83. Álvaro
  84. Lady Eleanore Walpole-Wilson
  85. Álvaro
  86. Graciela
  87. Álvaro
  88. Graciela
  89. Álvaro
  90. Lobogrino
  91. Álvaro
  92. Crasamet
  93. jotainkoelle
  94. Sara
  95. Álvaro

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

XHTML: Puedes usar las siguientes etiquetas para enfatizar texto o enlazar páginas: <em>Para texto en cursiva</em>, <strong>para texto en negrita </strong>, <a href="http://www.google.es" title="Un buscador"> Google<a> para enlazar páginas web, <del>para mostrar texto tachado</del>, <blockquote> para citar textos largos de varios párrafos</blockquote> y <q>para citar textos cortos de un solo párrafo</q>

Dosmanzanas quiere darte las gracias por dejar tu comentario en esta entrada, pero debe recordarte que la educación es la base fundamental para poder participar. No admitiremos los comentarios fuera de tono, con insultos o incitación a la violencia, o cuya finalidad sea provocar y distorsionar intencionadamente los debates. Dosmanzanas se reserva el derecho de borrar inmediatamente el comentario sin necesidad de notificarlo a su autor.