"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

En Italia no hay homosexuales (II)

Para leer la primera parte de la carta, pincha aquí.

El papel de las redes sociales

En un primer momento, como hemos visto, parecía que tras la muerte de Dalla todo iría como siempre. Sin embargo, esta vez las cosas han sido distintas. Lo nuevo es el papel que han jugado las nuevas tecnologías y, en particular, las redes sociales. Por primera vez, la tradicional reacción censora del discurso heteronormativo dominante ha chocado de pleno con otra reacción, diametralmente opuesta, surgida en las redes sociales.

Desde que se conoció la noticia de su fallecimiento en Suiza las redes se han llenado, en efecto, de comentarios y agrias discusiones sobre la orientación sexual de Dalla. Esto ha acabado por “contagiar” a medios de comunicación tradicionales que se han ocupado del tema, mencionando incluso la palabra prohibida: homosexual. Sin quererlo, estos medios han abierto la caja de Pandora desatando una enorme polvareda. Ha habido gente que pedía a gritos sanciones ejemplares contra los periodistas que mencionaron la homosexualidad de Dalla. Muchos han afirmado que esta no era “importante” o “relevante”, que la orientación sexual es algo “privado” y que hablar de ello era “denigrar” al fallecido. Los gays italianos han sido tratados como chacales y hienas. Los sectores católicos les han acusado de querer hacer una bandera del cantante. Toda Italia se ha pasado días enteros discutiendo sobre la homosexualidad de Dalla.

Esto de evitar cualquier mención de la homosexualidad en público y obsesionarse con ella en privado no es nada nuevo. Los italianos pasan jornadas enteras en las redes sociales discutiendo sobre la supuesta homosexualidad de actores, cantantes y jugadores de «calcio». En los últimos años se ha generado incluso un ritual delirante que consiste en obligar a los “famosos” a demostrar su heterosexualidad. Alguien difunde en la red un rumor sobre la sexualidad de algún famoso que (si quiere seguir trabajando) debe demostrar que es un “verdadero hombre”. Sucede continuamente…

Entre censura y verborrea. Una obsesión italiana

Esta obsesión enfermiza por los gays muestra como para muchísimos italianos la homosexualidad sigue siendo tabú (de ahí este interés morboso por algo que todavía es visto como escandaloso y escabroso). «Escándalo», de hecho, es una de las palabras que se asocian sistemáticamente a homosexualidad en Italia. El mismo lenguaje utilizado para hablar de ella muestra cómo la homosexualidad sigue siendo un problema para muchos italianos. La cultura LGTB es presentada sistemáticamente en términos negativos (etiqueta, gueto, etc.) y los medios califican la homosexualidad de “elección” (muchos incluso promocionan las “terapias reparadoras”). Los medios bombardean además con una propaganda que contrapone al gay «malo» (el que no se esconde y reivindica sus derechos) al gay «bueno» (el que no «ostenta» su orientación sexual. El gay «normal», discreto, invisible, posiblemente católico y anti-derechos LGTB).

Alguien podría pensar que estas reacciones tan opuestas, el silencio y la censura homófoba de un lado y la verborrea sobre la homosexualidad del otro, son una muestra del sempiterno conflicto entre tradición y modernidad y de los cambios en acto en una sociedad que se está modernizando y evoluciona hacia una mayor aceptación de la diversidad sexual… Puede que sea así, pero yo no lo creo.

Yo veo más bien en estas dos maneras al parecer tan opuestas de tratar la homosexualidad dos expresiones distintas de la misma homofobia que corroe la sociedad italiana. Una homofobia violenta que, lejos de estar desapareciendo, se expresa en diferentes formas y, si posible, se ha expandido aún más en los últimos años. Lo que pasa es que en lugar de expresarse en “piazza” o en la calle, esta obsesión ahora se expresa en las redes sociales y esto la convierte en algo público, generando así un conflicto con el discurso homófobo oficial que lo que busca es que no se hable del tema.

¿Un país normal?

La presencia del novio de Dalla en los funerales ha atraído la atención de todo el país. A pesar de que el chico haya sido presentado en la ceremonia como un simple colaborador del cantante, algunos han querido ver en su presencia la prueba de los cambios sociales en acto en el país. «Intelectuales» y periodistas «progresistas» se han sentido en la obligación de tomar la palabra en el asunto y han acabado mostrando una vez más a todo el mundo lo profunda que es la homofobia (y la misoginia) de la llamada izquierda italiana.

Estos argumentos no son nada nuevos. En los últimos años, en efecto, se ha impuesto una propaganda delirante que afirma que este es un país normal, donde las personas LGTB no padecen ninguna discriminación. Políticos y medios de derechas utilizan este argumento para demostrar que los gays italianos ya tienen sus derechos reconocidos y no necesitan ninguna ley (hay toda una propaganda muy popular que acusa incluso a los gays de querer más derechos que los demás ciudadanos). Los de la llamada «izquierda», por su parte, utilizan estos argumentos para sentirse más modernos y europeos. Muchos gays contribuyen, desgraciadamente, a esta propaganda. Los medios italianos entrevistan a menudo a gays ricos y privilegiados que afirman que Italia no es un país homófobo (muchos gays italianos están de hecho obsesionados con lo que llaman el «víctimismo» gay). Algunos colectivos LGTB, por su parte, utilizan también estos argumentos para afirmar, como ha hecho la diputada Paola Concia en su entrevista con dosmanzanas, que «si hoy la sociedad es menos homófoba se debe esencialmente a las asociaciones LGTB que, a lo largo estos años, han hecho un trabajo importantísimo«.

La realidad, sin embargo, es que las estadísticas hablan de una sociedad cada vez más violenta y homófoba. Hay lugares, como Florencia y Bolonia, donde la situación, lejos de mejorar, ha empeorado notablemente en los últimos 20 años. El proceso de modernización se detuvo en Italia hace mucho tiempo y el nacionalcatolicismo ha vuelto a ser el paradigma hegemónico en la sociedad italiana por primera vez desde el fin de la segunda guerra mundial (algo muy peligroso).

Algo, es verdad, ha cambiado en los últimos años. Muchos gays han salido del armario y existen, la sociedad ya no puede negar tan fácilmente la existencia de homosexuales en su seno. Otro signo esperanzador es la emergencia de un nuevo movimiento LGTB. Pero Italia no se ha hecho más “tolerante” en las últimas décadas, sino todo lo contrario. Ha habido una reacción muy violenta del paradigma heteronormativo dominante.  En los últimos años, por ejemplo, Italia se ha convertido en un lugar de referencia por todos aquellos que pretenden «curar» la homosexualidad. Este tipo de grupos han logrado hacerse un hueco entre las corrientes de opinión mayoritarias y cuentan, además del apoyo decidido de la iglesia católica, con la abierta simpatía de muchos medios. Sus tesis han entrado en la cultura popular que las difunde en canciones y películas. La situación de las minorías sexuales ha alcanzado cotas alarmantes y ha habido una auténtica escalada de comportamientos, actitudes y, lamentablemente, ataques racistas, xenófobos y antisemitas. Hoy, más que nunca sería necesario un cambio de paradigma dominante pero esto parece imposible.

Un problema llamado movimiento gay

El movimiento gay italiano (o, mejor dicho, una parte del movimiento gay italiano) se ha transformado en muchas ocasiones en un obstáculo más. Se encuentra además en una encrucijada: a pesar de que en Italia todavía no haya un movimiento gay comparable al que existe en otros países occidentales como España, en los últimos años las personas LGBT se han, por lo menos, librado de la dependencia de viejas burocracias asociativas que no servían para nada. Hoy en día existen asociaciones (algunas “antiguas”, como Agedo, otras nacidas más recientemente, como Rete Lenford, Famiglie Arcobaleno y Certi Diritti) que hacen un trabajo a menudo extraordinario en defensa de los derechos LGTB.

El problema es que las viejas burocracias no han desaparecido. Además hay demasiados “líderes máximos” autoproclamados que no representan a nadie y que causan daños enormes con sus torpezas, su estupidez, su codicia, sus guerras entre machos y sus ganas idiotas de pasar a la historia. Los gays italianos no les deben Nada. La poca libertad que disfrutan se la han ganado a pulso y sin ayuda de (casi) nadie. La vida de los gays italianos y el trabajo de asociaciones como Agedo, Rete Lenford, Famiglie Arcobaleno y Certi Diritti sería mucho más fácil si esta gente se fuera a casita de una vez.

Una drôle de guerre (homófoba)

Varias sentencias han dejado claro que no existe obstáculo constitucional que impida la aprobación del matrimonio igualitario en Italia. La decisión queda, simplemente, en manos de los políticos italianos, que por el momento no tienen intención alguna de reconocer los derechos de las personas y familias LGTB.

La iglesia católica y la derecha político-mediatica son los obstáculos principales para el reconocimiento de los derechos LGTB en Italia. Son también lo más obvios. Sin embargo, hay otros obstáculos que no son menos peligrosos. La llamada «izquierda» italiana, por ejemplo, que es homófoba y está en contra del matrimonio igualitario. Hay todo un sector de esa izquierda, que cuenta con el apoyo del sector «progresista» de la iglesia católica, que quiere aprobar medidas blandas a «favor» de la comunidad LGTB en un intento de detener un avance ambicioso de los derechos LGTB. Su plan es aprobar un contrato notarial de mancomunión de bienes que no serviría apenas para nada y llamarlo, eso sí, “unión civil”. El problema es que el Vaticano está también en contra…

Entonces, ¿dónde deja todo esto a los gays italianos? Actualmente la comunidad LGTB italiana se encuentra en un impasse: El estado italiano no nos reconoce ningún derecho, los medios rebosan de homofobia, la censura homófoba sigue allí, los católicos y la derecha no paran de atacarnos, la llamada «izquierda» es indiferente u hostil y una parte importante de la población estaría encantada si el Parlamento criminalizara la homosexualidad.

Afortunadamente los católicos también tienen un problema. Hasta ahora su actitud ha sido la de que la Constitución prohíbe el reconocimiento jurídico de las uniones del mismo sexo, pero no es así. Además, Italia se ha adherido y se ha comprometido a cumplir tratados internacionales que reconocen los derechos LGTB. Los jueces italianos ya han empezado a emitir importantes sentencias que reconocen a las parejas del mismo sexo. Muy previsiblemente, las sentencias a favor de las parejas del mismo sexo no harán sino multiplicarse en un futuro próximo.

El status quo no es sostenible a medio y largo plazo. Pero hoy es imposible saber todavía cuál será la salida de esta «Italian Standoff».

Nicola

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