"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

Mi experiencia en el Europride de Roma

Los que leéis mis comentarios sabéis que estuve en el Europride de Roma hace unos días, y me he animado a contaros en la sección de Cartas a Dos Manzanas la experiencia. Nada más llegar a Roma encontré buenas vibraciones: en el autobús que me llevaba del aeropuerto hacía la ciudad comenzó a sonar Born this way y luego me sorprendió gratamente que entre los vídeos publicitarios del vagón de metro que me llevaba de Anagnina a Termini se colase uno del Europride, el de los gladiadores del Coliseo que tanta polémica había suscitado.

Mi primera jornada en la ciudad la aproveché para recorrer lugares y calles del centro histórico que me hicieron revivir la experiencia de pasadas visitas. La presencia gay en la ciudad era notable, más allá de la Piazza Vittorio Emanuele II, convertida en Pride Park durante más de diez días. En mi recorrido se cruzaron muchas miradas cómplices, con la ciudad envuelta en una atmósfera acogedora y favorable. Terminé el día tomando algo en una terraza en el Trastevere, en la plaza que hay frente a la iglesia de Santa María, y preferí irme temprano a la cama. Estaba cansado por el madrugón, el viaje y las caminatas por la ciudad. Quería estar fresco y despejado al día siguiente para poder disfrutar de la manifestación y de la fiesta en el Circo Máximo, ya habría tiempo después para el pecado…

La mañana siguiente la pasé recorriendo los lugares que no había pisado la tarde anterior: la Piazza del Popolo, Piazza Spagna, Mausoleo de Augusto, Castel de Sant’Angelo y San Pedro. A las 3 ya estaba en la Plaza de la República, donde comenzaba a concentrarse la multitud. Los límites de la plaza señalan la planta de las antiguas Termas de Diocleciano, de las que aún quedan testimonios, como el espacio que ahora ocupa la Basílica de Santa María degli Angelli e dei Martiri; precisamente frente a ella se reunían los voluntarios de Amnistía Internacional… ¿Puede haber advocación más apropiada?

La multitud siguió creciendo y fueron llegando más carrozas y pancartas hasta que a las cuatro la cabecera, señalada por una multitud de banderas arcoiris, comenzó a avanzar cruzando el extremo de la plaza del Cinquecento y descendiendo por el inicio de la Via Cavour, que para los que no conozcan bien la historia de Italia, está dedicada al que fuera Presidente del Consejo de Ministros del Reino de Cerdeña a mediados del siglo XIX, cargo que le sirvió para convertirse en el artífice de la unidad de Italia bajo la Casa de Saboya, fundada sobre los principios de parlamentarismo y laicidad. Estos dos pilares sostuvieron el Estado Italiano hasta que Mussolinni dispuso otra cosa; hoy muchos siguen echando en falta la ausencia de los valores laicos sin los cuales la unidad del país seguiría siendo una quimera.

Al frente de la manifestación, tras las banderas arcoiris, pronto se situó una carroza que intercalaba entre los temas musicales discursos reivindicativos, atrayendo una gran multitud. La marcha pasó junto al ábside de Santa María la Mayor para luego descender, pasando frente a las escalinata que conducen hasta la iglesia de San Pietro in Vincoli, hacía la Via dei Fori Imperiali. En esa gran avenida, creada para satisfacer los deseos de un dictador megalómano en los años veinte y treinta del siglo pasado -cuyo ego precisaba de un gran espacio abierto apto para las marchas militares- el paso marcial dejaba ahora espacio al paso de baile de una multitud de iguales donde nadie era uniforme. Desde allí el desfile rodeaba casi por completo el Coliseo para luego encaminarse a su conclusión en el Circo Máximo, dejando a su derecha el Palatino, esa colina romana donde se ubicaba la morada de los césares y que originó el término del que deriva la palabra española palacio, para denominar ese gran edificio donde reside el poder, y que se caracteriza por el lujo y las artes.

Había muchos representantes políticos, sobre todo de la izquierda, pero también pude ver banderas del partido de Fini, con llamamientos a favor del laicismo. Había pancartas de cristianos, de ateos, de agnósticos, carrozas de lesbianas, de osos, representaciones de toda Italia, disfraces de todo tipo, drags, cuerpos serranos… Pero sobre todo había gente, muchísima gente que se apretaba hasta hacer una empresa complicada moverse y desplazarse. No sabría distinguir entre público y manifestantes, como se suele hacer en las estimaciones convencionales sobre estas marchas, pero es que aquí se hacía realidad la primera estrofa de la canción de Lady Gaga: Todos somos superstars. Supongo que como compensación todos somos también público, algo que se hace especialmente manifiesto a la hora de las fotos: todos éramos reporteros y reportajes, al mismo tiempo. Si hay que hablar de público, en sentido estricto, quizás mejor referirse a todos los que pudieron seguir el evento desde sus hogares, retransmitido íntegramente por la web de Il Corriere della Sera (hubo además cadenas de televisión que emitieron momentos concretos).

Era muy notable la presencia policial de varias administraciones, que colaboraba activamente en el desarrollo de la marcha; impresionante también el despliegue de medios de la Protección Civil, cuyas ambulancias estaban listas en todo momento para atender cualquier indisposición o accidente a lo largo del recorrido, y que se encargó de organizar con gran número de efectivos toda el desarrollo del evento en el Circo Máximo, controlando los accesos y creando zonas de seguridad; era también amplísimo el despliegue de retretes móviles. Yo en Madrid sólo he visto tantos medios públicos en las visitas papales. No son de extrañar, por tanto, los reiterados agradecimientos al alcalde Alemanno desde la tribuna.

En el Circo Máximo se desarrolló la fiesta de cierre que tuvo su broche de oro con la intervención de Lady Gaga, tras la lectura de una adhesión de la mismísima Hillary Clinton. La diva hizo un discurso que estoy seguro sorprendió a muchos, de fuerte compromiso político, para luego interpretar dos temas en directo, con el sólo acompañamiento de una piano que ella misma tocaba. En aquel lugar creado para entretener a las masas con grandes espectáculos, a la vista de las ruinas todavía impresionantes del Palatino, que testimoniaban el inmenso poder de los césares, ella escogió una interpretación íntima, como si cantara para un círculo selecto de allegados en un espacio reducido, creando una atmósfera mágica e intensa en la noche romana.

Nazareno

Comentarios
  1. elputojacktwist
  2. Dr.Turbio
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  4. Ben Gabirol
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