Cuestion de pelotas (y mazas)

La semana pasada nos desayunamos con una buena noticia. La Federación Nacional de Gimnasia Rítmica había decidido asumir la organización de un campeonato de Gimnasia Rítmica Masculina. Para quienes no esteís familiarizados con este deporte, deciros que es exclusivamente femenino. A pesar de que sea exclusivamente femenino, en España, y creo que en otros países, a pesar de que la Federación Internacional de Gimnasia lo niegue, hay practicantes masculinos de ese deporte en el que mientras lanzas una cinta tienes que hacer un grand jeté y antes de caer en el suelo recoger la vara de la cinta sin que esta te toque el cuerpo, e inmediatamente después tienes que enlazar con otra figura, y así hasta los tres minutos y pico que dura el ejercicio. Ahora vas y me dice que lo difícil es driblar, maricón.

No suena a historia desconocida que alguien, a pesar de tenerlas todas en contra, ha decidido saltar al tapiz enfundado en un maillot y, contra viento y normas, se ha puesto a hacer una coreografía con mazas, cuerda, aro, pelota o cinta, y con un alarde de técnica, flexibilidad, ortodoxia e innovación ha conseguido hacer ver que, en realidad, no importa mucho el sexo de quien maneje el aparato sino como la maneja. Digo que no suena a historia desconocida, porque las mujeres han recorrido el camino inverso en muchos otros deportes. Tampoco suena a historia desconocida si el tapiz lo cambiamos por la sociedad y los ejercicios y los aparatos por situaciones que a los homosexuales parecían estarnos vedadas o con instrumentos que a los homosexuales nos estaban negados. Las palabras calle o matrimonio eran, hasta no hace mucho tapices y aparatos que nos estaban prohibidos por una simple cuestión de sexo y normas.

Por eso es una agradable sorpresa que David Cameron haya saltado al tapiz del Partido Conservador británico y con una efectiva y sencilla pirueta haya dicho que ya vale del debate sobre uniones civiles, que las uniones civiles están ahí para quedarse con el aplauso de los tories, faltaría más, y recogida de cuerda con carpa hacia atrás y un tachán. Las comparaciones son odiosas, pero parece que en el PP faltan tapiz y no sabemos si se han decidido por un ejercicio individual o en aparatos. No dejaría de ser una imagen edificante que, al ritmo de que «A quien le importa» seis de la plana mayor del PP – Cospedal, Aguirre, Saenz de Santamaria, Rajoy, Gallardón y Camps, por ejemplo- se enfundaran en maillots de vivos colores y nos hicieran una bonita coreografía con cintas y aros (mi combinación de aparatos favorita) para afirmar que aceptan el matrimonio entre personas del mismo sexo en España.

Volviendo al tema principal, si la idea cuaja, la de gimnasia rítmica masculina a nivel internacional, hará que este país sea pionero y posiblemente potencia en esta modalidad. Es cuestión de tiempo que tome arraigo, porque una vez que empiezan unos es más fácil seguir la senda otros.

Si alguien no pone un recurso de inconstitucionalidad antes, claro.

Enrique Olcina